FYI.

This story is over 5 years old.

tormenta brasileña

Por qué los sucesores de Neymar ya no juegan a fútbol

Los nuevos ídolos de Brasil, a pesar de tenerlo mucho más difícil que sus compatriotas futbolistas, han alcanzado la cima del surf mundial tras superar el rechazo y los insultos racistas del circuito profesional.
Courtesy Fabio Piva/Red Bull Content Pool

Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:

Cuando el surfista brasileño Filipe Toledo, de 22 años, ganó el Rio Pro el año pasado, los aficionados congregados en la playa de Río de Janeiro se volvieron locos. La playa estaba tan llena, de hecho, que Toledo tuvo problemas para llegar al podio desde el agua.

David Prodan, que lleva más de diez años siendo vicepresidente de comunicaciones de la World Surf League, estaba en la playa ese día y me asegura que jamás había visto algo igual.

Publicidad

Más deportes: 'Bionic Body', el hombre más fuerte del mundo… sin piernas

"Nunca había visto una afición tan eufórica", me dijo. "Los aficionados brasileños son probablemente los más furibundos y apasionados del circuito mundial".

La popularidad del surf ha explotado en Brasil. En 2014, Gabriel Medina se convirtió en el primer brasileño en ganar el World Tour; con 20 años, Medina igualó a Kelly Slater como el campeón más joven de la competición. Más de seis millones de brasileños vieron la última prueba por televisión.

La victoria situó a Medina en un nivel de popularidad cercano al de Neymar Jr. —de quien por cierto es amigo—. A día de hoy, el surfista protagoniza dos reality shows de difusión nacional, Mundo Medina y Medina 360.

El año pasado, los brasileños ganaron seis de las once pruebas del WSL Samsung Galaxy Championship Tour; cuatro surfistas del país sudamericano terminaron en el Top 10 mundial por primera vez en la historia. Toledo ganó más competiciones que cualquier otro profesional, pero el campeonato se lo llevó Adriano De Souza. Su victoria envió un claro mensaje al mundo del surf: los brasileños han llegado… y están ahí para quedarse.

"Brasil se ha convertido, sin duda, en una superpotencia del surf", asegura Zach Weisberg, fundador de la revista especializadas The Inertia y exdirector de Surfer Magazine. "El país está generando multitud de surfistas de élite, de talentos increíbles en todos los ámbitos. Es innegable que están en todo lo alto".

Publicidad

Aunque la presencia de los brasileños en el surf profesional no es nueva, su reciente éxito sin parangón es un efecto dominó de la bonanza económica que Brasil experimentó con la entrada al nuevo milenio. Una serie de reformas promulgadas por el entonces presidente Lula da Silva fortaleció a la clase trabajadora del país y permitió que las familias pudieran invertir en deportes de ocio. Los niños, en vez de trabajar, tenían más tiempo para surfear.

"La reducción de la desigualdad en Brasil realmente abrió espacios para que una gran cantidad de familias pudieran hacer cosas que no hubieran sido capaces de hacer antes", explica Juliana Barbassa, periodista brasileña y autora de Dancing with the Devil in the City of God: Rio de Janeiro on the Brink.

"Antes, el fútbol era el único deporte disponible para una persona joven con ingresos bajos", prosigue Barbassa. "Hoy, cada vez más personas están viendo que el surf les ofrece las mismas posibilidades".

De Souza en el North Shore de Hawaii el pasado mes de diciembre. Imagen vía Trevor Moran, Red Bull Content Pool

Gabriel Medina probablemente sea el mejor ejemplo del éxito de esta nueva clase obrera brasileña. En 2009, con 15 años, Medina firmó un acuerdo de patrocinio con Rip Curl; una semana después, Medina se convirtió en el ganador más joven de una prueba profesional. Luego, con 19 años, ganó el circuito mundial junior.

Su éxito abrió las compuertas para una nueva generación de jóvenes surfistas brasileños, bautizados como la 'tormenta brasileña'. No es sólo notable el hecho de ganar: es la forma en que lo están haciendo.

Publicidad

Esta nueva generación de brasileños ha puesto patas arriba el establishment del surf con un enfoque lleno de energía, altamente competitivo y muy chillón, pero también ha provocado controversia y ha generado tensiones con otras figuras del circuito.

En el Quiksilver Pro Gold Coast de Australia, el entonces campeón reinante, Gabriel Medina, fue descalificado por una acalorada interferencia contra el australiano Glenn Hall. Frustrado por la decisión, el brasileño descargó su ira durante una entrevista posterior a su manga.

"La próxima vez que Glenn me diga 'jódete', le voy a enseñar mis modales", dijo Medina en la entrevista. Después recibió una multa que no evitó que algunos aficionados brasileños amenazaran de muerte a Hall.

"A los brasileños les gusta ganar. Les gusta ver a su país bien representado", dice Barbassa, que ve este tipo de incidentes como algo bastante habitual.

"Cuando un brasileño entra en esa extraña esfera de reconocimiento internacional, una gran cantidad de compatriotas van a animarle. El éxito de Brasil en el surf está aprovechando esa misma energía. Es algo que nos hace sentir orgullosos, y la gente va a defender esa persona a muerte".

Esa pasión, a veces, irrita al establishment del surf. En el último Pipeline Masters, De Souza tomó la delantera en la clasificación WSL y la afición brasileña le arropó en masa. El protagonista lloró, pero el ambiente pareció enrarecido. "Yo estaba en la playa, y nadie más parecía muy emocionado", recuerda Weisberg.

Publicidad

Una gran parte del mundo del surf quería ver triunfar a Mick Fanning, que había sufrido un año muy duro a nivel emocional. En julio, Fanning alcanzó los titulares internacionales cuando casi se convierte en el almuerzo de un tiburón durante el J-Bay Open de Sudáfrica. A continuación, en el Pipeline de diciembre, el hermano mayor de Fanning murió repentinamente el día anterior a la final.

Fanning eligió continuar en el torneo, pero compitió visiblemente alterado y cayó en las semifinales frente a Medina.

Gabriel Medina en Jeffrey's Bay el pasado julio. Foto de Ryan Miller, Red Bull Content Pool

Adriano De Souza empezó la temporada 2016, ya en marcha tras el Quiksilver Pro Gold Coast de Australia, como el mejor surfista del mundo. Como explica Weisberg, hay mucho que celebrar.

"La historia de De Souza es interesante más allá del deporte: es un relato muy humano. Adriano ha superado muchas adversidades para llegar adonde está hoy", comenta Weisberg.

De Souza creció en un barrio pobre de Florianópolis, una ciudad costera en el estado de Santa Catarina. Recibió su primera tabla de surf de su hermano, que pagó 7 dólares por ella.

El año pasado, meses antes de ganar el título mundial, De Souza perdió un amigo cercano y colega surfista: Ricardo Dos Santos murió en un tiroteo cerca de su casa en las afueras de Florianópolis. El incidente fue un recordatorio de la realidad paralela que viven muchos surfistas de origen pobre.

La vida de De Souza es el tipo de historia que Weisberg cree que serviría para unificar el mundo del surf, pero la fanfarria típica de un título mundial fue silenciada por la derrota de Fanning.

Publicidad

"Haber derrotado a un favorito del público como Fanning no debería haber sido realmente un motivo para empañar la celebración del título de De Souza", dijo Weisberg. La falta de entusiasmo por la victoria del brasileño, sin embargo, tiene algo que ver con la tensión que existe entre los surfistas del país sudamericano y el resto del circuito profesional.

En el documental Brink: Surfing's New World Order, publicado el año pasado, los surfistas brasileños hablaron con franqueza acerca de ser el blanco de burlas racistas. No son pocos los profesionales que han recibido abusos verbales procedentes de sus propios compañeros surfistas: "mono" es uno de los insultos más corrientes (por desgracia).

"La idea de que las poblaciones de habla inglesa están dominando el surf ya no es realista. En los primeros años hubo una cierta resistencia, pero la dinámica está cambiando", explica Weisberg, que considera que a pesar de todo el surf se está volviendo cada vez más tolerante: "La diversidad está haciendo madurar a la industria del surf y cada vez hay una mayor aceptación".

Medina ha popularizado algunos de los trucos aéreos más espectaculares en el surf profesional. Foto de Trevor Moran, Red Bull Pool Content

Acogidos o no, los brasileños no piensan renunciar a su nuevo dominio. Nueve surfistas de Brasil —entre ellos el recién llegado Caio Ibelli (22 años), que ganó el World Qualifying Series el año pasado— han saltado a la élite en los últimos años: cada vez serán más.

"Los brasileños han tenido que morder, arañar, patear y luchar por cada fracción de credibilidad y respeto que se han ganado", explica Prodan. "Hoy son los favoritos… y nadie les va a bajar de allí", sentencia. Al fútbol le ha salido un duro competidor. Puede que, tras Neymar, la próxima gran estrella deportiva de Brasil ya no lleve un balón entre los pies… sino una tabla de surf.

Sigue al autor en Twitter: @saxonius