“Secretos”, la serie de la artista colombiana que triunfa en Cuba

Un muro de 13 metros por cinco irrumpe en medio de una sala. En él hay 210 cajones que guardan cada uno una historia. En medio, está expuesta también una escalera con ruedas que se puede movilizar a lo largo de ese muro blanco, pulcro, que deja ver los cientos de rectángulos expuestos de arriba a abajo en desorden.

Al abrirlos, e incluso al acercarse a algunas partes del muro, se empiezan a oír voces, recuerdos e historias en las que personas retoman un episodio de su vida que tiene que ver con el abuso y se lo cuentan al espectador que pasa fugazmente frente a los cajones, sin saber realmente lo que está escuchando. También tienen un espejo donde el espectador se refleja a sí mismo mientras oye las voces de una confesión. Además, en algunos, hay un código donde las personas pueden ampliar la experiencia con su celular y ver el video de una de las confesiones.

Esta es una muestra creada por la artista colombiana Lina Leal que se presentará en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam de La Habana, Cuba, a partir del 28 de mayo. "Si las paredes hablaran", el nombre de la obra, pertenece a la serie Secretos, en la que Leal se ha propuesto durante los últimos tres años a investigar y buscar secretos de poblaciones vulnerables para darles visibilidad.

"La serie Secretos nace del concepto de la casa, ese espacio de cuatro paredes que esconden secretos e historias, donde las paredes son los testigos de lo que allí ocurre", me dijo Lina cuando la visité en su taller, en la calle 71 con carrera novena de Bogotá.

Las obras son, en realidad, cajones. Estructuras superpuestas, enormes. La mayoría de color blanco para retomar la idea de pureza. En ellas, Leal retoma la dualidad de todas aquellas personas ––todas las personas, tal vez–– que afirman que todo está bien y ya, que no hay más debajo, que la vida sigue, que los problemas pasan. Según ella, sobre todo en nuestra cultura, guardamos secretos constantemente: esas voces apagadas de forma consciente realmente nos hacen quienes somos.

Esa pregunta, la de quién es uno según los secretos, explora en este caso a niñas de barrios de clase baja en Cartagena. "En Colombia, como en varios lugares del mundo, la mujer es símbolo de objetos de consumo. Por eso la belleza para sobrevivir es un común denominador", afirma Lina.

En los lugares donde las condiciones son precarias, dice, gracias a la objetivización de la mujer, es más probable que las jovencitas usen su cuerpo para ser notadas y sentirse deseadas.

"En "Si las paredes hablaran" quise enfocarme acá en las chicas y no en la familia porque hay un marcado machismo en las comunidades afrodescendientes", me dijo. Más allá de denunciar la belleza como método de supervivencia, su trabajo fue resaltar lo que ocurre detrás de ese discurso: violencia, sexo, placer y machismo.

"Cuando tenía ocho años tuve una experiencia desagradable. Yo estaba jugando en el patio de mi casa. La puerta estaba con llave y en esas paso el hijo de la nana de mi papá. El tipo vio que yo estaba atrás y cuando cogí una caneca para entrar por una ventana, el me ayudó a subir y aprovechó para meterme la mano. Me empezó a tocar. Empecé a gritar y mi papá casi lo mata", afirma Lina, "eso es lo que yo les cuento a ellas".

Tal parece ser su obsesión desde el principio: entender a las poblaciones al interior de sus traumas. Así quedó corroborado desde que empezó hace tres años a investigar historias en inquilinatos y burdeles en el barrio San Luis de Bogotá.

"Secreter", la obra que estuvo en la #12 Bienal de La Habana en junio del año pasado, fue la materialización de esa metodología con las personas que había entrevistado en Bogotá y con otras que conoció en un barrio marginal de La Habana antes de su exposición. Allí Lina se dio cuenta de que estos lugares evocan un caos implícito, donde las paredes guardan cosas.

En las entrevistas oyó acerca de violaciones, abusos, insultos e historias políticas. A los participantes cubanos los hizo escribir en un papel su secreto y guardarlo en un cofre con llave para simbolizar su seguridad, el cual devolvía al final de la instalación.

De esta forma, el muro es una reivindicación de quienes han tenido experiencias similares. Es una forma de reivindicar con el arte el trauma de muchos.

Actualmente Lina está transportando su obra "Si las paredes hablaran" a La Habana donde estará presente hasta finales de junio.

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