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FIGHTLAND

Cuatro minutos, cinco millones de baht: La primera pelea "sin reglas"de Lumpini

Con más de un millón de baht en la venta de boletos, y 300 mil baht donados a los niños en situación de calle, cualquier postura en contra pasó desapercibida. La pelea se realizó.
Photos courtesy of Muay Siam

Sia Bo tenía más tatuajes y recorrido en las calles. Pesaba 15 kilos más que su rival, pero esto no impidió que las apuestas permanecieran empatadas instantes antes de la pelea. A su izquierda se encontraba Gong, expeleador semitatuado con un historial de 40 peleas sobre el ring. Pero esto había sucedido más de 10 años atrás. ¿Podría sacar a relucir su experiencia en la pelea? Aquellos que apostaron su dinero mantuvieron la esperanza y esperaron.

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A pesar de las estadísticas, ambos equipos apostaron 500 mil baht (17 mil dólares). La pelea consistía de un round de cuatro minutos, con la aclaración de que alguno de los dos debía ganar por nocaut o el combate sería declarado un empate. No se necesitó un pesaje, y en lugar de calzar guantes de boxeo, los peleadores usaron guantes de MMA. Las apuestas recolectadas entre el público registraron la increíble cantidad de 5 millones de baht (170 mil dólares). Todo por una pelea "sin reglas".

Todo comenzó, más o menos un mes antes, cuando Sia Bo y Gong, dos gangsters rivales sin importancia del mismo barrio, se dijeron de palabras en Facebook. En lugar de arreglar sus problemas en la calle, ambos decidieron hacer la pelea oficial. Con un entrenamiento de aproximadamente 10 días por bando, la pelea fue organizada por la promotora Ruamkonbpaetrew en el Estadio Lumpini. Así es, no nos equivocamos. Dos gangsters de poca relevancia se enfrentarían con guantes sin dedos durante cuatro minutos en uno de los estadios más prestigiosos de Tailandia.

De un tiempo para acá, este tipo de peleas descabellas han encontrado lugar en el gusto del público. En agosto, dos mafiosos de las peleas de gallos decidieron saldar sus deudas por televisión nacional, con la única excepción de que el recinto fue mucho más pequeño. Com haya sido, el evento creó revuelo en la comunidad de muay thai pero no tuvo el impacto de los gangsters.

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Los famosos promotores de Lumpini, Boat Petchyindee y Numnoi Singpathong, dudaron de la realización de la pelea, creyeron que sería un chiste sin lugar sobre un ring tan sagrado. Su sentir estuvo a la par de la comunidad de muay thai, pero no fue suficiente para detener un espectáculo que presumía tantos simpatizantes como detractores. Sia Bo y Gong tenían mucho que decirse y sintieron que pondrían un buen ejemplo para los jóvenes. Esto fue lo que dijeron en entrevista para ThaiRat TV:

"Estamos enseñando a los niños que no está bien pelear en las calles, y estamos llevando los reflectores al deporte de muay thai. Ganemos o empatemos donaremos el dinero a organizaciones de caridad que ayudan a niños en situación de calle sin padres".

A pesar de las opiniones encontradas es un hecho que el espectáculo generó más de un millón de baht en ventas de boletos. El campeón Rotnarong de Golden Era Rajadamnern tuvo una postura un tanto objetiva:

"La pelea no necesitaba realizarse en Lumpini, pudo haberse disputado en un ring cualquiera. Pero sabes una cosa, generaron mucho dinero. Cuando vendes todos los boletos no puedes quejarte. Además, donaron el dinero para las organizaciones caritativas. Fue algo bueno".

¿Acaso fue una pelea con fines caritativos? Sí y no. El wai kru dejó ver la rivalidad entre estos dos matones. Mientras recorrían el ring y veneraban a sus maestros, los empujones no faltaron. Incluso, Sia Bo insultó a la esquina de Gong, algo nunca antes visto en el muay thai, especialmente en un lugar sagrado como el Estadio Lumpini. La pelea en sí careció de brillo. Sia Bo dejó ver su inexperiencia al fracasar en un intento de sumisión. Sin embargo, el recorrido de Gong en los cuadriláteros fue claro, lanzó patadas, se movía más, y conectó a su rival con sobrepeso, pero cuatro minutos no fueron suficientes para hacerle daño. Cinco millones de baht, cuatro minutos, todo lo que se necesitaba era un golpe de suerte. Después de dos minutos, Sia Bo se cansó al punto de sostenerse de las cuerdas para tomarse un descanso. El réferi, con más trabajo de lo normal, separó a los peleadores y los llevó al centro del ring, y entonces sucedió: Sia Bo se arrodilló. No por un golpe de Gong, sino porque ya no podía con su alma. Todo indicaba que los 10 días de entrenamiento con el peleador de élite Phrayak Samui no habían sido suficientes para erradicar el humo de las dos cajetillas al día que comenzó a consumir cuando era un niño. Sonó la campana, Gong creyó haber ganado y el público también. Pero en el Estadio Lumpini nadie puede salvarse por los campanazos. Los réferis empezaron a contar y Sia Bo, confundido y desorientado, se dio cuenta que tenía que levantarse, y lo hizo. La pelea fue declarada un empate.

Gong y Sia Bo pasaron de ser dos gangsters desconocidos a peleadores de muay thai en un abrir y cerrar de ojos. El pique había desaparecido conforme se abrazaron y se inclinaron el uno hacia el otro después de la pelea. ¿Había sido una demostración de muay thai? ¿Un deporte que pudo borrar la ira entre dos maleantes?

Previo a la pelea, las redes sociales explotaron. La noticia del comabte fue replicada por varios sitios tailandeses; el anuncio oficial fue transmitido en vivo por Channel NBT. La pelea en sí no fue transmitida en televisión nacional, sino vía Facebook live. Una de las transmisiones, Champ Muay Thai, registró casi 300 mil espectadores. A pesar de las opiniones en contra de esta pelea, no puede negarse que la nueva generación de peleadores de muay thai en Tailanda no está generando el mismo interés que en el pasado. Sin embargo, los espectadores aprendieron que el muay thai es cosa seria. El entrenamiento necesario para completar cinco rounds rayan en el sadismo. Pero tampoco nos olvidemos de los niños. A pesar de no haber ganado un solo baht, Sia Bo y Gong donaron personalmente 300 mil baht (10 mil dólares) a una organización de niños en situación de calle. Por un día, los gangsters se ganaron el corazón de todos.