Ni Dios pudo detener el rave en Tomorrowland 2015

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Música

Ni Dios pudo detener el rave en Tomorrowland 2015

Pero, ¿Podrá llegar aún más lejos el festival más grande del mundo?

Todas las fotos son de Jennica Abrams

Tomorrowland se lanzó hace diez años como el hermano mayor de Mysteryland—el negocio insignia de la mega-productora holandesa ID&T. Desde entonces el espectáculo gótico-fantasioso se ha convertido en el festival de música dance más grande del mundo. Para la edición de este año, julio 24-26, la población de Boom (de verdad, así se llama ese adormecido pueblo anfitrión) pasó de 16,096 a poco menos de 200,000 residentes, mientras la gente de más de 100 países llegaba. Pero si conduces dentro del pueblo, no podrías darte cuenta que hay un festival sucediendo—está colocado tan confortablemente entre Amberes, Bruselas y Gante que no hay cuellos de botella o tráfico, no importa de que dirección vengas.

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Aún así, el ambiente comienza a generarse una vez que te canalizas a través de la plaza medieval de la ciudad. Chicos vistiendo banderas desde Pakistán a Guam van apareciendo entre los cada vez más fuertes sonidos de la música house a través de los caminos de adoquín, mientras la gente local se sienta frente a sus casas para mirar la locura que llega cada año a sus vidas.

Rumbo a la entrada, un siniestro pabellón de suaves nubes sirve como advertencia de lo que está por suceder en los 14 escenarios oficiales (más unos cuantos más que no se anuncian). El main stage era una caricaturesca catedral gótica—de la clase donde Disney colocaría a algún villano de sus películas (o en este caso a David Guetta, Avicii y Alesso). Cañones de agua se levantan al ritmo del beat y lanzadores de fuegos pirotécnicos disparan desde la cima con temeraria frecuencia. Guetta dejando sonar su remix del clásico tema para niños "If You're Happy and You Know It Clap Your Hands" fue un poco menos bizarro que su famosa mirada de 1000 yardas del año pasado. Hay demasiados momentos donde te dirán que "levantes tus pinches manos" antes de que puedas hacer algo realmente diferente.

La programación musical de Tomorrowland favorece los sonidos europeos como el big room, trance, techno, house y hardstyle. Incluso las pocas marcas americanas que se presentan son vistas a través de la lente holandesa. El Barong Family Stage fue la única excursión trap del fin de semana, pero tuvo por host a Yellow Claw, de Ámsterdam. Dim Mak fue el único sello estadounidense en tener su propio escenario, pero sus sonidos siguen anclados al big room.

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A pesar de ello, la presencia americana fue grande cuando Carl Cox and Friends llegó a The Opera Stage—el segundo escenario más grande del festival—el viernes, convirtiéndolo en una caldera de energía. Nicole Moudaber, Dubfire, Solomun y Cox provocaron una tormenta nocturna con el lado más techno del tech house, compitiendo fuertemente con el vecino de Paradise Stage, Jamie Jones, donde The Martinez Brothers y Cajmere se unieron con decentes y fuertes tonos de minimal.

Por la noche, una ligera llovizna inició y comenzaron a aparecer los ponchos azules. Los festivales por todo Europa continuamente tienen que batallar con las tormentas de julio y Tomorrowland no fue la excepción. El año pasado el festival tuvo una sobre población de bros sin playeras, pero el clima de este año no lo permitió. De hecho, la vestimenta de los ravers fue muy diferente a la que se usa en EU; la gente vino en ropa casual—nada de tutús, ropa interior o coronas de flores en la frente.

La lluvia continúo el día dos, donde presentaciones mañaneras bajo techo en el Kozzmozz Stage fueron de las principales del día, como debe ser, pues diversos sets de techno de Berlín por parte de Rødhåd y Marcel Fengler proveyeron un acompañamiento aural a la estética de cuento de hadas del escenario. El livestream del festival contó el resto de la historia: Martin Solveig y R3hab valientemente dominaron los decks, pero mientras la cámara se alejaba, nos mostraba un empapado paisaje donde sólo unos cientos determinados ocupaban el masivo main stage. Los chicos que lograron sobrevivir a estos primeros sets continuaron con vigor por el resto del festival, pero probablemente se encuentran en la etapa más fuerte de un miserable resfriado en estos momentos.

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Mientras los artistas de Viper Recordings, The Prototypes, Brookes Brothers y Matrix & Futurebound, trajeron lo más pesado del breakbeat al escenario de drum and bass, Star Warz Stage, recordé un curioso habito que la gente usa para obtener drogas en la pista de baile. Gente aleatoria camina sin cesar hacía ti, murmurando el nombre de alguna substancia con una ligera inflexión al final que no deja claro si están tratando de comprar o vender. De cualquier modo, lo siento, no le hago a ninguna de esas cosas así que pueden quedarse con la mefedrona, gracias.

De vuelta al main stage, Martin Garrix y Armin van Buuren revivieron a las masas cuando la lluvia terminó, probando que si das un montón de euros por la oportunidad de cantar en coro un remix de "Seven Nation Army", se te devolverá con un armonioso hooliganismo. Su respuesta parece pavloviana y alcanzó su punto máximo durante un desafortunado mash-up de "We Will Rock You" de Queen y "Wonderwall" de Oasis por un DJ que no debe ser mencionado. Después de eso me largué al escenario con nombre de drogas, Ketaloco Stage, donde Marc Romboy se enfrentaba b2b con Stephan Bodzin, con uno de los mejores sets de ese fin de semana.

El día tres esencialmente se pudo llamar Mundo Acuático. Las banderas del mundo que se ondeaban orgullosamente habían sido cambiadas por ponchos azules y las sonrisas se convertían en ceños pronunciados. Aún así un calvo llamado Huxley en el área de MK levantó mi espíritu con su peculiar baile. El Barong Family Stage de Yellow Claw fue el levantón que muchos habían estado buscando. Dillon Francis hizo un innegablemente divertido set a diferentes tiempos con vibras al nivel de sus bizarros visuales, llegando a sonidos deep techno por un rato antes de regresar a su más confortable EDM americano. Fue seguido por Yellow Claw y GTA, convirtiendo el escenario en una embajada norteamericana virtual, en términos de estética.

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En The Rave Cave, un pequeño túnel en la montaña con capacidad máxima de 50 personas a lo mucho, una pequeña morena trajo un techno mucho más pesado que todo lo que había escuchado ese fin de semana, hizo bailar a un público de 20 personas derritiéndose en el lodo. Nunca supe su nombre pues el lineup de esa área jamas se publicó—si alguien sabe quien era, por favor déjenos saber. Tiene un espacio en nuestra serie ON DECK esperándola.

El set de clausura de Tiësto sería el momento climax del fin de semana y su set fue uno de los más matizados del Main Stage. Pero fue más un infierno en la tierra, mientras chapoteaba hasta los talones en basura entre una multitud más apretada que las mayas de Kim Kardashian, dando de codazos por sobrevivir mientras la lluvia nos golpeaba desde arriba y de vuelta al salpicar lo inundado.

Tomorrowland es definitivamente el Festival del Mundo y para reunir a tanta gente necesita ajustarse a ciertos denominadores. El festival continúa adherido de forma rígida a los sonidos big room y al hacer eso ignora por completo actos como Disclosure y Flume, que fusionan la estética dance con el pensamiento indie, de una forma adelantada a sus tiempos. El evento es monumental, pero se queda ahí. Hasta que no tenga una programación más inteligente, amenaza con convertirse en un monumento que mira sólo al pasado, en lugar de seguir adelante.

La consistencia de la estética de Tomorrowland lo ha solidificado como uno de los mejores festivales de música dance, pero sus decoraciones de cuentos de hadas comienzan a caducar, comparado con sus competidores más creativos como EDC Las Vegas, que siguió avanzando hacía una era post-EDM. Aún así, en los anales de la convergencia humana, Tomorrowland ya merece un capítulo para él solo. En ninguna otra parte del mundo en la historia del hombre se ha reunido tanta gente de forma tan consistente en nombre de la música dance. Este año, mientras los ravers combatían el clima, una cosa se volvió clara: ni Dios puede detener el rave.

Jemayel Khawaja es el Jefe de Redacción de THUMP US - @JemayelK

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