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‘Esto es un caos’: el vídeo que ha indignado a Kenia por la brutal violencia policial

Este lunes Nairobi vivió la tercera jornada de manifestaciones que se saldan con violentísimas cargas policiales. Varios manifestantes fueron hospitalizados y muchos temen que la escalada de la violencia pueda empeorar en las próximas semanas.
Imagen por Dai Kurokawa/EPA
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Un día después de que las violentas protestas y de que la represión policial sacudieran el centro de Nairobi, muchos keniatas se preguntan qué pasará en el futuro.

La manifestación celebrada el lunes terminó con el tercer enfrentamiento entre policía y protestantes registrado en las últimas tres semanas. Y terminó, de nuevo, con varios manifestantes — que habían salido a exigir que los funcionarios electorales sean reemplazados — hospitalizados por las heridas padecidas por las brutales cargas policiales.

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"Esto es un caos absoluto, una locura, hay mucha gente herida. Y malherida", asegura Ezekiel Kenyanya, un taxista del centro de Nairobi. "Basta con ver las imágenes. Están sangrando. Kenia se desangra".

Las protestas fueron coordinadas en cinco ciudades del país, incluida su capital, Nairobi, donde los antidisturbios redujeron a la muchedumbre a base de gases lacrimógenos y de porrazos. Algunos periódicos locales han asegurado, de hecho, que escucharon también ráfagas de disparos. Las autoridades, sin embargo, han negado tal extremo.

Raila Odinga, responsable del principal partido de la oposición escribió en Twitter que sus partidarios han tomado las calles porque están cansados de "la incompetencia y la corrupción" exhibida por la Comisión Independiente de las Demarcaciones Electorales (IEBC, en sus siglas inglesas). Odinga también ha afirmado que las manifestaciones se seguirán sucediendo semanalmente, hasta que la comisión electoral sea "reformada".

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"A mí lo que me da miedo es que la violencia vaya creciendo un poco más cada día", asegura Justin Ombati, un vendedor ambulante del centro de Nairobi. "La policía se está empleando de manera cada vez más violenta. Las protestas habían sido pacíficas, pero la policía ha pegado a mucha gente".

Las protestas del lunes registraron un considerable aumento de la violencia policial. El martes, el inspector jefe de la policía keniata decidió abrir una investigación oficial después de que saliera a la luz un vídeo de un policía golpeando salvaje e incansablemente a un manifestante con su porra.

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En el vídeo, se ve a un joven corriendo por una acera del centro de Nairobi. Esta persona se abre paso como puede ante la presencia de un fotógrafo de Associated Press y entonces, un policía enfundado en un traje verde de camuflaje y que luce una chaleco granate, le persigue y le intercepta con la porra extendida. Tan pronto como el joven cruza la calle, otro policía de uniforme le alcanza con su porra.

El joven se desploma y su cabeza golpea contra el borde de la acera. Entonces el policía del chaleco granate le da alcance. Y empieza a golpearle brutalmente con el bastón hasta que el joven alza débilmente su mano derecha en señal de clemencia, como blandiera una bandera blanca. El policía le ignora y le patea la espalda varias veces más. Luego, otro policía que pasa por ahí se suma a la injustificada violencia con otra patada igualmente gratuita.

"Fue brutal, muy fuerte. Un día horrible, muy triste, para Kenia", asegura Boniface Mwangi, un prominente activista pro Derechos Humanos. "La policía no tuvo en ningún momento la más mínima intención de detener a nadie. Lo único que querían era dejar claro que si alguien se atrevía a bajar a la calle iba a recibir de lo lindo".

La embajada de Estados Unidos en Nairobi emitió un comunicado ayer martes en que criticaba las represalias policiales de la policía keniata,

"Estados Unidos condena el uso excesivo de la fuerza observado por las fuerzas de seguridad de Kenia y la violencia que ha rodeado a las manifestaciones", ha proclamado el embajador estadounidense Robert Godec a través de un comunicado difundido por correo electrónico, según ha informado Reuters. "Agradecemos los anuncios de las autoridades del país que aseguran que todas las denuncias de exceso policial serán investigadas".

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Para muchos lo vivido el lunes en Kenia recordó inquietantemente a las protestas postelectorales de 2007, en que murieron más de 1.200 personas y que provocaron el desplazamiento de medio millón de personas más. En los meses posteriores a las reñidas elecciones, tanto Odinga como el ganador, Mwai Kibaki fueron acusados de incitar a la violencia étnica.

El actual presidente del país, Uhuru Kenyata y su vicepresidente, William Ruto, fueron imputados por la Corte Penal Internacional por su participación activa en la difusión y la propagación de la violencia. Ambos casos, sin embargo, terminaron siendo archivados después de varios y preocupantes casos de amenazas a los testigos.

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"Estas manifestaciones son como los tambores, los tambores que se acuerdan de lo que pasó entonces", asegura Simon Kariuki, un taxista motorista que circula por el centro de Nairobi. "Los tambores redoblan para recordarnos lo que no queremos, lo que no queremos que se repita. Entonces perdimos a amigos y familiares y se cerraron los negocios. Tenemos que buscar en nuestro interior profundamente para reconstruir lo que perdimos entonces".

Los próximos comicios electorales en Kenia están previstos para agosto del 2017, cuando Kenyatta intentará hacerse con un segundo mandato. Los políticos de la oposición, como Odinga ya han empezado a agitar a sus seguidores para promover un cambio de gobierno. Odinga se presentó a las últimas elecciones, celebradas en 2013, pero fue derrotado por Kenyatta. El líder de la oposición intentó impugnar los resultados legalmente, pero su recurso jamás prosperó.

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AP picture of police brutality that is shocking Kenya. BBC monitoring citing reports that protester now dead — Felicity Morse (@FelicityMorse)May 17, 2016

"La fotografía de AP sobre la impactante violencia policial en Kenia. La BBC ha afirmado que las informaciones locales aseguran que le manifestante ha fallecido".

Sin embargo, ahora algunos temen que Odinga esté cambiando de estrategia.

"Si los líderes se hubiesen apartado el nivel de brutalidad hubiese quedado minimizado. Pero yo creo que quieren que la gente sea golpeada para mandar un mensaje", asegura Mwagni. "A lo largo de los tres últimos años ha habido toda suerte de manifestaciones en las que la gente ha sido brutalmente reprimida. Y desde la oposición nadie ha dicho nada".

Muchos están convencidos de que los miembros de la oposición han pagado a gente para que participe en las manifestaciones, una táctica habitual, muy extendida entre los políticos keniatas ante al proximidad de una manifestación.

'Esto es un caos y una locura, la gente está siendo herida, malherida. Basta con mirar las imágenes. Están sangrando. Kenia se desangra'.

"Estos pobres desgraciados están siendo manipulados por cerebros en la sombra. Les están utilizando", asegura Derrick Mutune, un vendedor de ropa de 25 años. "Les dan un poco de dinero, pero el impacto mediático que generan es grande. Se dedican a destruir casas, tiendas, negocios. Se encargan de sembrar el caos".

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El lunes 15 manifestantes fueron detenidos y se declararon culpables ante el tribunal de haber formado parte de una manifestación ilegal. Sin embargo, negaron ir armados o haber alterado la paz. Igualmente, muchos vendedores de la zona han acusado a los manifestantes de haber robado.

Mutu Nhtenge tiene 26 años y vende snacks y refrescos el parque central de Nairobi. Según relata, algunos manifestantes le robaron el carrito con el que vende sus productos mientras intentaba huir del lugar de la protesta.

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"Les vi venir hacia mí y empecé a mover mi carro, pero se las apañaron para llevárselo todo. En un momento dado les dejé que se lo llevarán, no opuse resistencia", cuenta. "Yo no creo que esto se vaya a terminar pronto. Ese es mi peor miedo. Los negocios cerrarán y los turistas dejarán de venir y la economía se hundirá", vaticina.

El martes, mientras los vecinos de Nairobi se dirigían al trabajo desde sus casas, Nthenge estaba sentado sobre un puesto destrozado de refrescos en un parque vecino. Su amigo y compañero de profesión se dedica a vender refrescos a los que pasan por allí. En un banco cercano, un grupo de cocineros hablan de sus cosas durante un descanso al aire libre, y decenas de personas avanzan por las veredas. Es como si la normalidad hubiese regresado a la ciudad. Claro que ninguno de ellos apostaría un centavo por que vaya a durar nada.

"Todo empieza siempre aquí, en Nairobi. Y de aquí se propaga al resto del país", cuenta Peter Ichita, apoyado sobre un banco de metal. "No sabemos cuál es el plan de la oposición para el lunes que viene. Pero si no se ponen de acuerdo y encuentran la manera de resolver lo que está pasando, entonces me da mucho miedo lo que se avecina".

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