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El número de perder los estribos

A las fräuleins les pone

En las fraternidades secretas alemanas luchan por conseguir una buena cicatriz.

"Lo primero que hacen es cubrir las fotos para que no se manchen de sangre", explica Hans. "He visto muchos duelos y, joder, hay un montón de sangre". Hans es un nombre falso, pues el estudiante con el que hablamos no quiere meterse en problemas. También nos pide que no mencionemos la fraternidad de esgrima en Heidelberg, Alemania, a la que ya no pertenece. "Es algo privado", dice. "Nadie va por ahí explicándolo, y no existen videos de duelo reales".

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Estos duelos secretos, que se realizan en unas pocas fraternidades universitarias de Alemania, Austria y Suiza, son los vestigios de una práctica llamada mensur que hace tiempo se hizo muy popular hace tiempo. En los combates de mensur, los duelistas deben demostrar su valor resistiendo estoicamente los embates de su contrincante. El mensur se popularizó en toda Europa a partir del siglo XIX, pero rápidamente cayó en el olvido después de la Segunda Guerra Mundial. "Antiguamente –explica Hans–, solo podían llevar armas los miembros de la aristocracia, pero como los estudiantes corrían peligro de que los asaltaran cuando viajaban, el rey les permitió llevar armas. Y, claro, los estudiantes dijeron, '¡Oh, qué bien! Vamos a batirnos en duelo."

Muchos murieron, la mayoría como consecuencia de heridas en los pulmones y en el corazón. Muchos también perdían un ojo, una oreja o hasta la nariz. En 1566, un estudiante le rebanó con su espada la nariz al célebre astrónomo danés Tycho Brahe, que tuvo que llevar una prótesis de latón el resto de su vida.

El elevado número de muertes hizo que comenzaran a usarse vestidos de cota de malla, así como protecciones para los ojos y la nariz. "Aun así –explica Hans–, si la espada se te mete debajo de la protección de la nariz, te la hace pedacitos. No es nada agradable. También pueden rebanarte un trozo de cuero cabelludo con pelo y todo. He visto a muchos desmayarse."

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"Cuando a alguien le hacen un corte en la cara, el duelo se detiene para coserlo sin anestesia", continúa. "Siempre hay un médico. Pero no aplican muchos puntos porque, en un duelo de honor, el contendiente con más puntos es el perdedor. A veces, ves grandes cortes con solo dos o tres de puntos. Eso hace que la cicatriz sea mucho más grande. Antiguamente, se abrían aún más la herida o le aplicaban pelo de caballo para que se infectara y la cicatriz fuera más grande. Para los hombres de la alta sociedad, tener una cicatriz en la cara era un gran distinción".

Hay quien considera que, además de ser una especie de medallas del valor, estas cicatrices denominadas schmisse son un buen afrodisíaco. "Hay una famosa cita que dice que si tienes una cicatriz en la cara, las chicas no se te resistirán. Y cuanto más fea sea la cicatriz, más le gustará a ella", explica Hans. De hecho, un estudio publicado en 2009 por la revista académica Personality and Individual Differences apoya esta conclusión, y apunta que las mujeres prefieren a los hombres con cicatrices faciales para relaciones breves.

Por regla general, estos duelos de honor se originan cuando un contendiente hace trizas su tarjeta de visita y se la entrega a su oponente. Como explica Hans, hay muchas formas de hacer enemigos. "En las fraternidades montan constantemente competiciones de ver quién bebe más. La gente tiene que vomitar. Tienen cubos para que la gente vomite, porque el estómago tiene un límite de capacidad. Y cuando beben se meten los unos con los otros".

Después de un año de iniciación, Hans se ganó su derecho a participar en su primer duelo. "Se nos quedaban las espadas enganchadas todo el tiempo, y mi contrincante me golpeó en la cabeza con la parte plana de la hoja de su espada –explica Hans–. No está permitido moverse, pero me asusté y me encogí un poco. Todo el mundo exclamó que aquello era una deshonra. Aunque veas venir el golpe, debes encajarlo como un hombre. Son cinco ataques cada uno, hasta que pasas a la siguiente ronda. Son 25 o 30 rondas, dependiendo del duelo. En la siguiente ronda volvimos a quedarnos enganchados, y yo me volví a mover, así que me descalificaron. Me dijeron que tenía que limpiar mi honor en otro duelo. Y yo pensé 'Ahí os quedáis'".

"Dicen que no se trata de ganar, sino de dar la cara por la fraternidad. Dicen que el honor es muy importante, pero a la gente le trae sin cuidado. Yo no tengo honor de duelista. Puedo vivir con ello".

Georg, un miembro de la fraternidad Corps Marchia de Berlín discrepa. Este estudiante de Derecho considera que el mensur es una vía para la autosuperación. "Claro que están nerviosos", reconoce. "Algunos tienen mucho miedo, pero nadie les obliga a hacerlo. Aprendes a manejarte en situaciones extremas, a aguantar y hacerlo porque sabes que puedes hacerlo. Eso es lo más importante del mensur".