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Identidad

Deja que sangre libremente: cómo salvar el mundo con tu menstruación

Las mujeres tiran a la basura en torno a 3 kg de productos de higiene femenina al año. ¿Por qué deberían nuestros cuerpos suponer semejante carga para el planeta?
Jeff Wasserman vis Stocksy

Parece que últimamente el sangrado libre ha sido objeto de sátira, arte y protestas de índole social. Tanto si estás de acuerdo con el principio de dejar que el revestimiento de tus paredes uterinas se desprenda libremente en público como si no, el movimiento de las "sangradoras libres" ha facilitado un diálogo más abierto y accesible en torno a la menstruación en general. ¿Pero qué es exactamente el sangrado libre? ¿De dónde surgió la idea? Y dado que técnicamente solo puedes "sangrar libremente" si estás desnuda o si no llevas ropa interior bajo la falda o el vestido (de lo contrario las braguitas se convierten en tu compresa), ¿por qué es tan importante hablar del sangrado libre ahora mismo?

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El sangrado libre es la práctica de no usar deliberadamente productos de higiene femenina durante el período y su historia se remonta tan atrás en el tiempo que es casi imposible determinar su origen. Según este artículo académico "la rectitud no es más que una carga menstrual: prácticas sanitarias y prejuicios al inicio de la era moderna en Inglaterra", en el siglo XVII las mujeres con más dinero y con períodos más abundantes llevaban trapos para empapar el flujo, las prostitutas probablemente usaban esponjas y —oh, sorpresa— la mayoría de mujeres con toda probabilidad no usaban nada de nada.

Los trolls de 4chan intentarán hacerte creer que fueron ellos quienes popularizaron la idea del sangrado libre a principios de 2014 en un intento de hacer que las feministas parecieran tontas. Puede que ayudaran a popularizar el término y puede que no, pero en lugar de desacreditar a nadie, su esfuerzo por secuestrar las redes sociales mediante satíricas cuentas falsas de supuestas defensoras de los derechos de las mujeres no solo reveló rápidamente la trágica desconexión entre la idea y su ejecución, sino que también coincidió con un tremendamente necesario discurso que afortunadamente está desestigmatizando la menstruación. Como resultado, las mujeres en edad fértil pueden por fin lanzar un suspiro colectivo de alivio cuando hablan sobre un tema que concierne al 50 % de la población mundial.

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Incluso en los años previos a la patética campaña de 4chan "Operación Sangrado Libre" ese concepto ya estaba sobre la mesa. Algunas personas empezaron a cuestionarse si los tampones eran anti-feministas mientras que otras se sentían confundidas ante la idea del sangrado libre en general. No obstante, durante ese tiempo algo increíble comenzó a suceder: las mujeres empezaron a hablar de su período.

De modo que la Operación Sangrado Libre de 4chan básicamente supuso un golpe de efecto que inspiró una confusa confrontación entre una sátira anti-sangrado libre y comentarios completamente serios y misóginos dirigidos a unas defensoras de la ideología del sangrado libre que en realidad no existían. Mientras tanto, las mujeres empezaron a reflexionar sobre cómo es la vida cuando tener la regla significa sentirse rechazadas y el periodo se convirtió en el tema del día.

Entonces, cuando la Doctora en Administración de Empresas por Harvard y batería de M.I.A. sangró libremente cuando corría el Maratón de Londres el año pasado, la tormenta se desató.

Kiran Gandhi no pretendía demostrar nada. Cuando su período decidió aparecer el mismo día en que se celebraba la carrera de 42 kilómetros para la que llevaba un año entrenándose, básicamente dijo "a la mierda" y procedió a sangrar a través de sus ajustadas y brillantes mallas fluorescentes.

Los cuerpos de las mujeres nunca han supuesto una carga para el planeta y los productos que usamos para nuestra higiene íntima tampoco deberían serlo

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"Cuando sangré libremente en el maratón era la primera vez que lo hacía", relata Gandhi a Broadly. "Sin duda esperaba sentirme incómoda, pero no creí que preferiría dejar que la sangre corriera libre a ponerme un tampón que seguramente tendría que cambiar a mitad de carrera. Recuerdo que empezó a aparecer en el kilómetro 12, pero lo cierto es que yo no lo noté en absoluto. Estaba totalmente sorprendida porque realmente me sentía muy bien: los calambres habían desaparecido y me sentía animada, feliz y llena de energía para estar corriendo con la regla, porque siempre había sido un fastidio para mí. Así que seguí corriendo. Recuerdo que algunos corredores amigos míos me habían advertido que notaría una gran resistencia en el kilómetro 29 y que entonces desearía caminar en lugar de correr y yo sin duda pensé que sucedería, porque era mi primer día de regla, pero una vez superé el kilómetro 29 me encontré todavía corriendo. Cuando cruzamos la línea de meta no podía creerlo, no habíamos dejado de correr ni una sola vez y el sangrado libre acabó siendo la mejor y más cómoda decisión que pude tomar".

Las mujeres que defienden el sangrado libre normalmente citan dos razones principales para hacerlo: la comodidad y el medioambiente. Se calcula que las mujeres estadounidenses tiran a la basura en torno a 3kg de productos de higiene femenina al año. Con unos 100 millones de mujeres en edad de menstruar en Estados Unidos, estamos arrojando colectivamente unos 350 millones de kilos (350.000 toneladas) de tampones, compresas, plásticos y cajas de cartón al año tan solo en Norteamérica. Y también existen preocupaciones en torno a la salud, siendo la principal que los tampones de hecho contienen agentes cancerígenos.

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¿Qué sucedería si los productos sanitarios reflejaran la misma relación con nuestro planeta, en lugar de contribuir a su destrucción?

Esta pesada factura medioambiental se une al estigma y a la frustración que rodean a los productos menstruales hoy en día. "A menudo explico en mis charlas que el estigma es el motivo clave para la falta de innovación y de búsqueda de productos más sostenibles en la actualidad", afirma Gandhi. "Si no podemos hablar sobre nuestros propios cuerpos cómodamente, ¿cómo pueden saber los innovadores de nuestra era qué es lo que queremos para poder así fabricar productos mejores y más respetuosos con el medio ambiente? Los cuerpos de las mujeres nunca han supuesto una carga para el planeta y los productos que usamos para nuestra higiene íntima tampoco deberían serlo".

Lo cierto es que Gandhi corrió el maratón con el fin de recaudar fondos para la investigación del cáncer de mama y cuando todo acabó girando en torno a su regla decidió llamar la atención sobre el hecho de que el 66 % de las niñas del Sudeste Asiático no saben absolutamente nada acerca de la menstruación hasta que les llega el período, que solo el 12 % de las mujeres de la India utiliza compresas o tampones y que hasta 40 millones de mujeres estadounidenses apenas sí pueden permitirse comprar tampones. Gandhi también quiso dar a conocer la obra de la fotógrafa Rupi Kaur cuya serie de fotos sobre la menstruación fue repetidamente retirada de Instagram.

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"¡Probablemente todas deberíamos sangrar libremente!", dice Gandhi entre carcajadas. "Entonces no habría estigma alguno y conseguiríamos mejores productos para nosotras".

"Creo que es una conversación obligada conforme la menstruación deja de ser un tabú en la cultura norteamericana, que va de la mano con la creciente crisis a la que se enfrenta nuestro ecosistema", afirma Rachel Kauder Nalebuff, autora y editora de My Little Red Book ("Mi pequeño libro rojo"), una antología de historias de mujeres que versan sobre la menstruación.

"Una amiga mía que es médico me hizo ver el otro día una conexión que me encanta: ya que la regla está conectada con el hecho de albergar una vida, ¿hasta qué punto sería poderoso que los productos sanitarios reflejaran la misma relación con nuestro planeta, en lugar de contribuir a su destrucción?".

El sangrado libre puede verse como una idea polémica y valiente y a la vez inspirar gags cómicos con muy poca gracia. ("Es importante informar a tus amigos y a tu familia de que vas a ejercer el sangrado libre, ¡porque de lo contrario pensarán que te ha mordido un perro!"). Pero lo cierto es que el sangrado libre es algo que las mujeres llevan haciendo desde los albores de los tiempos. No es nada nuevo.

Incluso después de cerca de dos décadas usando tampones, Marla, una mujer de 31 años que reside en Los Angeles, jamás se acostumbró a ellos. "Cuando llegaba a casa de clase o del trabajo, inmediatamente me ponía unas bragas oscuras y dejaba que la sangre fluyera. Y lo sigo haciendo". Esto es algo que Marla nunca ha admitido frente a sus amigos, siempre se aseguraba de ocultar las sábanas o la ropa interior manchadas cuando la visitaba algún amigo. "Lo que más me gusta del sangrado libre es que al final muchas mujeres lo hacen y les gusta". Para Marla los tampones son demasiado invasivos. "Los odio, odio que estén dentro de mí. Solo uso uno el primer día de la regla, cuando es más abundante. Después normalmente sangro sobre mi ropa interior oscura durante el resto del ciclo".

Marla afirma que la primera vez que oyó hablar del sangrado libre fue hace diez años, cuando leyó el libro Cunt de Inga Muscio. "Creo recordar que ella usaba una esponja marina durante el período y nada por la noche. Me tocó la fibra, fue como que una persona adulta me diera permiso para hacer algo que yo quería hacer pero que me parecía vergonzoso. Aunque considero que es totalmente natural y correcto, sigue pareciéndome algo raro y grosero como tema de conversación… ¡pero no lo es!".

A Marla le encanta que haya ahora un enfoque medioambiental acerca del sangrado libre, un aspecto que jamás se había planteado. "Tiene mucho sentido", afirma. "Es decir, es imposible entrar en un lavabo público sin que un cartel enorme te grite que no tires los tampones al váter". Esos chismes son rígidos, están blanqueados, son gruesos. Estoy segura de que su impacto en el planeta no es nada bueno".

Ahora el sangrado libre se ha convertido en una llamada a la acción, en una forma de conseguir que las mujeres hablen abiertamente de su menstruación, de acabar con el estigma y de pensar en formas más seguras de cuidar de nuestros cuerpos. En el Reino Unido las mujeres empezaron a sangrar libremente para protestar por los impuestos sobre los tampones y a la vez llamar la atención sobre el hecho de que muchas mujeres sin techo no pueden permitirse comprarlos. Nos guste o no, el sangrado libre ofrece tanto a los hombres como a las mujeres la oportunidad de contemplar la menstruación desde una nueva perspectiva, lo cual es mucho mejor que no contemplarla desde ninguna perspectiva. Solo hizo falta un torpe ardid en internet y un maratón para conseguir que habláramos de nuestra regla. Por fin.