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Comida

El "curry más picante del mundo" me hizo alucinar

Me puse en contacto con el Cinnamon Club en Londres porque quería probar el Bombay Burne aparentemente el curry más picante del mundo.

Los snobs de comida siempre se quejan del curry inglés. "¡El Tikka Masala ni siquiera existe en la India!" Gritan. ¿Y qué? Tampoco la igualdad social o las leyes de tránsito. Para bien o para mal, la "noche de curry" inglesa ahora se ha convertido en una institución por derecho propio, un espectáculo aguardentoso de valentía, que es un poco como la escena de la ruleta rusa en The Deer Hunter pero con más canciones de fútbol y mujeres embarazadas.

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Sin embargo, la bastardization de la cocina india en Gran Bretaña recientemente se volvió un problema para mí. Me había puesto en contacto con el Cinnamon Club en el centro de Londres porque quería probar el Bombay Burner, de su propia creación y, aparentemente, el curry más picante del mundo.

Con el plato colocado frente a mí, mis ojos lagrimeaban antes de que siquiera agarrara un tenedor. Digo que es aparentemente el curry más picante porque es casi imposible medir el picor total de un platillo combinado, como me explicó Vivek Singh, creador del Bombay Burner.

El curry consta de cordero picado metido en 24 mitades de los chiles Scotch Bonnet más picantes que se puedan encontrar afuera del Caribe, y se mezcla con una combinación de otros chiles, incluyendo habanero, jalapeño, bird's eye, chile tailandés verde y el Dorset Naga, una sub-cepa del Bhut Jolokia, y a la altura de los más picantes en el mundo.

Podría tratar de averiguar el nivel general en la escala Scoville, pero la conclusión es que se trata de un plato de chiles extremadamente picantes con chiles aún más picantes y untado en salsa de chile. Te será difícil encontrar algo más picante que no salga de una lata de spray pimienta.

Los chefs tosían y escupían después de verificar el bocado más pequeño de curry para sazonar, lo cual no era una señal particularmente prometedora para el bienestar de mi tracto digestivo.

Tuve que firmar una exención de responsabilidad indicando que entendía los riesgos asociados con el consumo del Bombay Burner y que lo hacía por voluntad propia. No estoy seguro de cómo funcionaría en un tribunal de justicia si me matan, pero sin duda le añadió al sentido de ceremonia.

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En realidad no tenía un plan de juego, así que opté por manejar el reto con una ráfaga de alimentación de velocidad, pensando que podía comerme todos los chiles rellenos antes de que la especia me alcanzara.

Estaba equivocado; resulta que tratar de resolver esto con una táctica fue como tratar de acercarse tácticamente a una piscina llena de aceite hirviendo. Después de solo dos chiles y medio, ya estaba sufriendo; el picor era tan intenso que podía sentirlo en mis manos y cara además de en mi boca.

El químico que le da a los chiles ese picor tan feroz es la capsaicina, una sustancia tan potente que, cuando se utiliza para hacer spray pimienta, causa ceguera temporal en los manifestantes que deciden luchar por sus derechos humanos y que la policía no puede contener tan solo con macanas y escudos.

Justo cuando estaba empezando a hacer frente a la tensión física de mi cena, los efectos más trascendentales de la capsaicina comenzaron a afianzarse. Los autoproclamados "aficionados del chile" frecuentemente describen un subidón de endorfinas eufórico provocado por la ingestión sustancial de chile. No hubo nada de euforia en mi experiencia; me sentí más como si estuviera perdidamente drogado en un incendio en una casa.

Pero no quería tirar la toalla, tomé mi tenedor y clavé-mastiqué-tragué hasta que el plato quedó vacío.

Dejando de lado las lágrimas fundidas y los labios brillantes, se trataba de un curry delicioso. La regla general detrás de un platillo así de intenso es crear algo que todavía mantenga todos los toques de sabor que esperarías; de lo contrario, ¿por qué no servir un plato de Nagas y acabar de una buena vez?

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Por desgracia, los chefs no estaban satisfechos con que me haya terminado el platillo, así que me trajeron un plato de Nagas, que se rellena con la misma mezcla viciosa de chiles que conforman el Bombay Burner.

Esta segunda porción no se molestó con la cortesía de tratar de proporcionar algún toque de sabor, simplemente destruyó mis papilas gustativas y prendió fuego a mi lengua.

Después de dos bocados, tiré la toalla, me tomé un par de lassis y traté de enfocarme en tiempos más blandos y felices. Aún así, Vivek dijo que 400 personas han probado el Bombay Burner y yo ahora era uno de los cinco que había sido capaz de terminárselo. Nunca pensé que me hubiera ido mal.

Unas horas más tarde, ese cálido resplandor de orgullo dio paso a algo completamente distinto. Lo que comenzó como un ligero rumor creció constantemente más violento, y, cuando llegué a casa, mi estómago parecía y se sentía como una lavadora llena de llaves.

Recurrí a un remedio antiguo para extinguir las especias, lo que, ahora que lo pienso, puede no haber sido la mejor decisión. No sé si alguna vez has bebido cuatro litros de leche en una hora, pero no logra crear precisamente un estómago tranquilo.

Como es a menudo el caso con el curry, el picor, por desgracia, se mantuvo intacto durante todo el proceso de digestión. Más tarde esa noche, volví a vivir toda la diversión de la tarde, solo que esta vez (por suerte) sin que ninguno de los meseros allí fuera testigo de mi dolor.

Realmente no recomiendo que pruebes el Bombay Burner. Pero definitivamente debes pedirlo, irte y hacer que lo prueben tus amigos.

Sigue a Mitch Syrett en Twitter.

Este post apareció anteriormente en MUNCHIES en marzo de 2014.