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Euro 2016

Los neonazis que usan la Eurocopa para asaltar el poder

Los ultras neonazis húngaros son un buen ejemplo de cómo la ultraderecha está usando el fútbol para ganar cada vez más adeptos en los países del este de Europa.
Foto: Imago

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Hacen el saludo nazi, lanzan bengalas y acabaron a tortas con los cuerpos de seguridad en el segundo partido de la selección húngara en el Grupo F de la Euro 2016; en sus camisetas negras se puede leer la palabra Magyarország (Hungría) y en sus brazos aparecen tatuajes con la 'H' de hooligans —o de Hitler—. El mundo les mira hoy con temor y repulsión: ¿quiénes son estos ultras?

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VICE Sports habló con Bálint Josá, el impulsor del colectivo Szubjektív Értékek Alapítvány (Fundación de los Valores Subjetivos) de Budapest. Esta ONG trabaja en estrecha colaboración con la organización Fútbol Contra el Racismo en Europa —FARE, de su acrónimo en inglés— y es la única que se atreve a impulsar proyectos contra la discriminación y el racismo en el fútbol húngaro.

Preguntamos a Josá sobre el creciente poder de los ultras de extrema derecha, sobre la implicación de la política en los estadios… y sobre los burdos intentos de ocultar la problemática en Hungría por parte de la federación magiar.

Más fútbol: El Age of Empires de hooligans que predijo la violencia en la Euro de Francia

VICE Sports: ¡Hola Bálint! Dinos, en las gradas de la afición húngara siempre podemos ver a un grupo de negro: ¿quiénes son estas personas?

Bálint Josá: ¡Buenas! Pues mira, en gran parte son miembros del mayor grupo ultra que existe en Hungría, la Brigada Cárpata. Se trata de un grupo paramilitar formado por neonazis; son el movimiento más violento y más influyente del país, y albergan el deseo de recuperar los territorios de la Gran Hungría.

Más allá de esto, antes del torneo la federación de nuestro país pidió a todos los aficionados húngaros que apoyaran a la selección vistiendo de negro; es por esto que van todos de este color.

¿Por qué celebró Zoltán Stieber su gol contra Austria con ese sector de aficionados?

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Stieber corrió hacia los aficionados porque la mayor parte del equipo tiene una buena relación con esos seguidores. No se puede etiquetar a toda la grada de neonazi; según mis cálculos, creo que solo un 10% son radicales de ultraderecha… aunque cada vez son más.

Cabe decir, no obstante, que muchos miembros de los grupos ultras no son neonazis: solo quieren animar y ver un buen partido de fútbol. El problema es que la minoría es más ruidosa, fuerte y visible que el resto, y por desgracia, la gente tiende a seguir a los que más se hacen notar.

Masterpiece counterattack #HUN - Goal Zoltan Stieber vs Austria pic.twitter.com/N1bXcFE2OH
— Felipe Araya (@Felipeavr) 17 de juny de 2016

Zoltán Stieber fue a celebrar con los ultras húngaros tras marcar este gol

En varios vídeos de los húngaros viajando hacia el torneo se puede ver a aficiones rivales muy unidas. ¿Cómo es posible que grupos radicales enfrentados estén ahora en plan colegueo?

La historia de Hungría lo ha demostrado una y otra vez: si hay un enemigo externo, el pueblo húngaro se une. Lo mismo pasa con la selección del país. Los ultras luchan entre ellos durante la temporada, pero ahora hay una especie de tregua. Los hooligans se congregan en asociaciones como la Brigada Cárpata para luchar contra los radicales del resto de países.

¿Tiene el fútbol húngaro un problema de fondo con el racismo?

Las principales lacras históricas son el antisemitismo y el antigitanismo. Durante la era socialista, en los años 70, los cánticos sobre los trenes de Auschwitz y contra el pueblo gitano se toleraban en los estadios. Los gobernantes pensaron que la gente necesitaba un lugar donde descargar los perjuicios.

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Con el socialismo aprendimos que la modernidad es usar los estadios como válvula de escape del odio, ya sea contra los gitanos, contra los judíos o cualquier otra nación o grupo de personas. Bueno, eso, y que los radicales no necesitan ser demasiados para hacer mucho ruido.

Y a día de hoy, ¿qué tal está el panorama?

Las canciones se han mantenido, pero la situación ha cambiado. A partir de los años 90, el fútbol húngaro se volvió cada vez más agreste: al final, en los campos había poca gente más aparte de los hooligans. Los ultras rápidamente se adueñaron de los estadios, y hoy los grupos políticos de ultraderecha los usan como cantera de sus organizaciones. Por ejemplo, el partido ultranacionalista Jobbik o el grupo paramilitar Guardia Húngara reclutan a sus miembros de entre los ultras.

El típico tío majete y humilde que uno se encuentra en los estadios. Foto vía Imago

¿El presidente de Hungría, Viktor Orbán, se ha visto beneficiado por el fenómeno ultra?

Bueno… es una pregunta interesante. Orbán es un gran aficionado al fútbol y ha hecho construir varios estadios; además, es amigo de la Brigada. Su partido, el Fidesz, tolera a los ultras, y otras formaciones como Jobbik incluso los promueven, pero paradójicamente los radicales se presentan a sí mismos más como víctimas que beneficiados de cualquier tipo de organización política.

¿Cómo explicar esta dicotomía?

Hungría se ve como víctima de una conspiración internacional, y los ultras húngaros se alinean siempre con el discurso de perdedor. El mundo entero está en contra de ellos, dicen, y la culpa de todo la tienen los judíos y los homosexuales.

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¿La crisis de los refugiados ha reforzado este fenómeno?

Hace unos años, la xenofobia generalizada no era una realidad, pero el antigitanismo y el antisemitismo ya estaban socialmente generalizados. El poder político promovió algunas campañas contra los refugiados y los inmigrantes el año pasado, y esto se trasladó a otras esferas de la sociedad —incluyendo el mundo del fútbol. Por ejemplo, la web Ultras Liberi pidió que se distribuyeran alimentos envenenados entre los refugiados.

Massive respect to #Hungary the fans support just amazing pic.twitter.com/qcesiF73JB
— Gower Surfing (@Gowersurfing) 26 de juny de 2016

Fans húngaros petándola fuerte durante el partido de su selección contra Bélgica en la Eurocopa de Francia

¿Qué relación tiene la federación de fútbol húngara con los grupos radicales?

Después de los incidentes en un partido entre Hungría e Isreal en 2012, la UEFA sancionó a la federación por los cánticos sobre Auschwitz. La situación provocó una especie de guerra entre el estamento y las asociaciones ultras. Desde entonces, la federación húngara aplica una política de tolerancia cero contra el racismo y sanciona de inmediato a cualquier club que tenga incidentes relacionados con este tema. También se ha instaurado una tarjeta de identificación para entrar en los estadios y se realizan muchas acciones contra la xenofobia.

¿Cómo reaccionaron los ultras frente a estas medidas?

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La mayoría han abandonado los estadios: los clubes no quieren exponerse a las duras sanciones que impone la federación si hay incidentes racistas, así que han hecho lo posible por expulsar a los fans de ultraderecha. Por ponerte un ejemplo: los ultras del Ferencváros de Budapest, el club más seguido del país, mantuvieron un boicot durante años en los partidos en casa. En los partidos fuera siempre hay líos.

¿Existen también las tarjetas de identificación que mencionabas para los partidos de la selección húngara?

No: por eso los hooligans van a esos partidos. La gran afición que existe también tiene que ver con la naturaleza de la actual generación de fans.

Gábor Király, Hungary: "A huge number of fans were behind us. We've enjoyed every bit of it." #HUN #EURO2016 pic.twitter.com/XtZSMmcjrX
— UEFA EURO 2016 (@UEFAEURO) 27 de juny de 2016

El portero húngaro, el 'excéntrico' Gábor Király, agradeció la movilización de los fans de su país durante la Eurocopa

¿En qué sentido?

Desde 1986, la selección de Hungría no ha participado en ningún gran torneo internacional, y los clubes del país tampoco ha conseguido grandes éxitos en Europa. La tradición futbolística del país, sin embargo, es muy rica, y a la gente le encanta ir al campo.

Para la generación actual, crecida después de los 80, se trata de la primera gran competición a nivel de selecciones: todos quieren estar presentes, por peligroso que pueda ser… y muchos, como nos dicen los análisis demoscópicos, tienen tendencia a ser de derechas. La combinación de esta afición y de esta inclinación política nos da como resultado la situación actual.

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¿Existen también fans de izquierda o antirracistas en Hungría?

El comunismo dejó muy poco espacio para los grupos políticos de izquierdas en Hungría. Incluso el antirracismo es un movimiento muy menor en el país; en todo Hungría apenas debe haber 10 000 personas que se identifiquen como tales.

¿Cuál es el futuro, pues, para el fútbol húngaro?

En vez de invertir en educación, Orbán ha destinado mucho dinero al deporte, y especialmente al fútbol. Creo que el futuro irá por aquí: viendo cómo han funcionado los regímenes autoritarios en el mundo, yo diría que Orbán ve el balompié como la perfecta herramienta de propaganda. Si la gente está feliz con su club y su selección, es menos probable que sean críticos y piensen en la política.

El hecho de que la federación húngara rompiera con nosotros el año pasado es indicativo: es muy duro decirlo, pero no queda ya ningún programa sólido capaz de combatir el racismo en el fútbol húngaro. El extremismo está creciendo aprovechándose del deporte… y no parece haber nada que lo frene.

Puedes seguir al entrevistador en Twitter: @BeneNie