Los gatos son nuestra única esperanza

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Los gatos son nuestra única esperanza

Un nuevo documental, ‘Kedi’, nos lleva al maravilloso mundo de los gatos callejeros de Estambul.

Últimamente estoy notando que, cada vez más, los vacíos de mi vida se van llenando con gatos, y eso que ni siquiera tengo uno. Ya sea viéndolos meterse en lugares imposibles o dando saltos inexplicables, los gatos han demostrado ser las mascotas estrella de internet, cautivadores y graciosos a partes iguales, e ideales para relajarse. Pero el nuevo documental de Ceyda Torun sobre la enorme y adorable población de gatos callejeros de Estambul, Kedi, sugiere que estas bestezuelas son mucho más que meros compañeros achuchables: son entidades con carácter y personalidad propios, intermediarios entre nosotros y Dios.

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Desde las esculturas del Antiguo Egipto a El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, de T. S. Eliot o el musical de Andrew Lloyd Webber, los felinos han inspirado todo tipo de obras de arte durante miles de años, y el documental de Torun pasa a engrosar esta crónica sobre la cautivadora naturaleza de los gatos. Como ocurre en la mayoría de países de mayoría musulmana, Turquía posee una considerable población de gatos; según el Islam, estos animales son considerados puros. Un relato del Hadiz cuenta que el Profeta Mahoma una vez llegó a cortar la manga de su túnica para no molestar al gato que dormía sobre ella. Hoy, vecinos y comerciantes dejan recipientes con comida y agua en la calle para estos visitantes de cuatro patas y les dejan ir y venir a sus anchas. Hay una escena muy graciosa en Kedi en la que un panadero explica que todos los vecinos del barrio tienen una "cuenta abierta" en el veterinario para pagar las revisiones de su felino amigo Gamsiz (el "juguetón"). En otra escena, los empleados de un restaurante explican entre risas que Duman (el "caballero") suele presentarse a la puerta del local y golpear el cristal con la pata para pedir comida, incluso cuando la puerta está abierta de par en par.

El atractivo de "la peli de los gatos de Estambul", como he acabado por llamarla, es innegable, y aunque más de uno soltará un "oooh" de pura delicia, Kedi no se limita a satisfacer nuestra faceta más tierna, y es que el documental lanza sutiles mensajes relacionados con el mundo que rodea a los pequeño felinos —tanto en el ámbito político (imágenes deliberadas de grafitis en los que se lee "Erdo-GONE") como el emocional (el testimonio de una cuidador que afirma que atender a los gatos le ayudó a superar una crisis nerviosa)— que dibujan discretamente el detallado retrato de una cultura que cambia a toda velocidad. Al final del metraje, puedes acabar enamorándote de los gatos de Estambul y preocupándote por las amenazas a su subsistencia a partes iguales. Hablé por teléfono con Torun antes del estreno de su documental en Los Ángeles.

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VICE: ¿Por qué quisiste hacer este documental?
Ceyda Torun: Crecí rodeada de gatos en Estambul, con lo que mi amor por ellos viene de largo. Pero la gente que no es de Turquía también se ha percatado de la relación tan especial que mantenemos las personas con los gatos. Nos pareció, además, que sería interesante explorar la ciudad desde la perspectiva de un espectador no humano, de una forma que no aparece en las noticias ni en las guías de viaje.

¿Cuáles fueron los retos logísticos a los que os enfrentasteis a la hora de crear esa perspectiva en primera persona felina? 
No teníamos cámaras instaladas en sitios concretos porque habría sido demasiado complicado. Hay demasiada gente y los gatos se mueven mucho dentro de su territorio. El mayor desafío fue el de emular su desplazamiento también en el eje vertical. Los gatos exploran la ciudad en un plano tridimensional muy complicado de imitar con cámaras.

La mejor forma de rodar las imágenes era disponer de un equipo móvil en una furgoneta que pudiera desplazarse por toda la ciudad. Contamos con la colaboración de los vecinos, que hacían de informantes, que nos llamaban y nos decían, "¡Psycho ha vuelto, venid a rodar!". Los gatos están tan unidos a los humanos con los que se relacionan que seguir la pista a estos nos ayudaba a encontrar a los primeros.

Fotograma de 'Kedi'. Foto cortesía de Oscilloscope Laboratories

¿Crees que se ha representado a los gatos en exceso? Son preciosos y me encantan, pero me pregunto si realmente se ven tantos por la ciudad.
No hicimos ningún esfuerzo adicional por hacer que aparecieran más gatos ni tampoco por eliminarlos de la película. En las zonas de la ciudad en las que hay mayor interacción entre personas y gatos, los programas de captura, esterilización y liberación suelen ser más efectivos, por lo que ves que abundan los gatos de mediana edad y avanzada edad. Muchos de los cachorritos que se ven en el documental estaban allí donde había pescado, en zonas portuarias donde los barcos descargan las capturas de la noche anterior. Allí no vive gente y las poblaciones de gatos están más descontroladas, por lo que hay más cachorros.

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Rodamos en abril y mayo, que es la época en la que dan a luz a las crías. Nos encontramos un montón de gatas embarazadísimas buscando un sitio seguro entre nosotros donde dar a luz a su camada. Los gatos dependen mucho de los humanos; una gata preñada se puede colar una mañana en tu casa por el balcón para dar a luz. Y claro, no vas a echarla.

Hacia el final del documental se habla de los cambios que está experimentando la ciudad y sugieres que la población de gatos puede verse amenazada. ¿Podrías explicar a qué amenaza te refieres?
No lo llamaría "gentrificación", porque no es el caso. Estamos más bien ante un caso de apreciación de la vivienda debido al crecimiento exponencial de la población humana. Cuando yo era niña, en Estambul vivían cerca de 4 millones de personas; ahora hay cerca de 20 millones. La amenaza a los gatos y su hábitat es simplemente el hecho de que prioricemos nuestras necesidades inmediatas o que necesitemos más espacio edificable, en lugar de pensar desde un punto de vista más estratégico.

De vez en cuando oyes a los del Gobierno decir, "Capturémoslos a todos y metámoslos en refugios, porque a la UE no le gusta que tengamos una población de gatos tan numerosa", y anuncian que van a llevarse a todos los gatos y perros de la ciudad. Entonces se manifiestan decenas de miles de personas. Es como un ciclo que se repite cada cinco años. Así que esa amenaza de que los gatos pueden desaparecer siempre está presente y es una de las razones que me llevó a hacer este documental.

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Fotograma de 'Kedi'. Foto cortesía de Oscilloscope Laboratories

Fotograma de 'Kedi'. Foto cortesía de Oscilloscope Laboratories

He leído en varias críticas que en la cinta no hay alusiones políticas. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
Creo que la gente ve lo que quiere ver, que está muy bien. Tampoco he pretendido hacer un documental sobre activismo. Los gatos de Estambul y su relación con los ciudadanos están por encima de cualquier gobierno o problema político. Obviamente, la política siempre ha influido en mis decisiones. Yo creo que existe una forma de hablar de política sin necesidad de impulsar un programa ni anunciarlo a los cuatro vientos en tu película. Yo quería que mi documental fuese más una experiencia, una especie de proceso mental. Mi motivación era hacer sentir al espectador lo mismo que sentiría un ciudadano de Estambul cuando un gato se le sienta en el regazo y se queda ahí una hora, sin dejar que se mueva. Es muy agradable. Son cálidos, ronronean, se dejan acariciar y hacen que te olvides de todo. De repente, te das cuenta de que no estás mirando el teléfono o de que has dejado a medias la conversación que tenías con tu amigo y te centras en la interacción con el gato.

¿Tienes gatos?
No, no tengo ninguno porque viajamos demasiado y no sería justo para el animal, pero sí que cuidamos de los gatos y los perros de otras personas.

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Traducción por Mario Abad.