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¿A dónde irá a parar la industria cannábica colombiana?

Por años hemos aliviado los totazos, chichones y tronchaduras criollas con ungüentos y pomadas a base de marihuana y coca que se consiguen en cualquier esquina. Pero apenas hasta ahora, cuando cursa en el Congreso un proyecto para regular los usos...
Cartel de principios del siglo XX en Colombia

En Colombia, mal que bien, ya existe una industria cannábica establecida. Más visible para el ciudadano de a pie que encuentra en las esquinas de los centros urbanos pomadas y ungüentos que prometen aliviar los totazos, chichones y tronchaduras criollas.

Ha estado allí por años, valiéndose del comercio informal, vacíos legales, sentencias que protegen usos ancestrales de las comunidades indígenas o intentando certificarse bajo los lineamientos del Invima. Solo ahora, cuando está de moda hablar de los beneficios terapéuticos de la marihuana y comienza a cursar en el Congreso el ​proyecto de ley redactado por Juan Manuel Galán, los legisladores y el Gobierno nacional parecen haberla notado.

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En Colombia la Ley 30 de 1986 permite el cultivo de hasta 20 plantas y hasta un kilogramo de semillas de cannabis, por lo que no supone un problema extraer la materia prima de la que se elaboran productos. El artículo tres de esa ley, establece que la "producción, fabricación, exportación, importación, distribución, comercio , uso y posesión de estupefacientes, lo mismo que el cultivo de plantas de las cuales éstos se produzcan, se limitará a los fines médicos y científicos, conforme la reglamentación que para el efecto expida el Ministerio de Salud".

Y fue a partir de allí que Juan Sebastián Mesa y Julián Posada comenzaron a crear ​Natura​l Drops, una empresa antioqueña que logró obtener el registro sanitario del Invima para uno de sus productos. La idea surgió durante la estadía de Sebastián, negociador internacional, en Canadá, en donde conoció las farmacias verdes y el movimiento del cannabis medicinal. Su abuelo sufría cáncer de tiroides, y le propuso a su familia elaborar unas gotas para calmarle los dolores.

"A mi abuelo por la edad ya no le podían hacer radioterapia", le contó Sebastián a VICE. "Aún así el médico lo felicitaba y le decía: ¿usted qué se está haciendo, qué se está tomando? Al punto de que el oncólogo quiso reunirse conmigo para que le explicara".

Un médico homeópata cercano a la familia de Sebastián, le dijo que en la academia todos conocían las propiedades antioxidantes y neuroprotectoras de la planta. Decidieron buscar contactos en el departamento de Química Farmacéutica de la Universidad de Antioquia. "Ellos se reían de nosotros y nos decían, ¿qué quieren? nosotros ya sabemos que es una planta que sirve, nosotros ya sabemos todas la propiedades, pero por las limitantes sociales y las connotaciones malas que se le ha dado, no la podemos utilizar", cuenta Sebastián.

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"Nos dijeron que los estudios no había que hacerlos, que ya estaban hechos", me cuenta Julián, socio de Sebastián y administrador de empresas. "Si ustedes se van a Science Direct, a PagNet, nos dijeron, y buscan en libros, se van a dar cuenta que ya todo está hecho".

Uno de los aportes que les ofreció el médico homeópata, fue que el 80% de las enfermedades eran causadas por el sistema nervioso: el estrés, la ansiedad, la depresión, entre otros; lo que redunda en migrañas, colon inflamado y otros males. "Si uno puede regular los nervios, las vibraciones energéticas del cuerpo, controlarlas y calmarlas, seguro que muchas enfermedades se van a controlar", me cuenta Sebastián, "por eso decimos llamar a los productos 'modulador vibracional'".

Debido a que las gotas tenían un contenido de THC el componente psicoactivo de la marihuana, y que el decreto 2266 que reglamenta los regímenes de registro sanitario del Invima establece que las preparaciones farmacéuticas a base de plantas medicinales no pueden contener sustancias con actividad estupefaciente o psicotrópica; no pudieron comercializarlas en el país. Así que desarrollaron una crema tópica para afecciones como la artritis, la artrosis, los dolores musculares y las venas varices; y lograron el registro Invima.

Fotografía cortesía de Natural Drops.

"Es relativamente fácil porque la normatividad colombiana en cuanto al Invima y los permisos sanitarios, está definida por la normatividad europea. Entonces si las materias primas que utilizas están regidas por la normatividad CosIng, no tienes ningún problema aquí", dice Sebastián.

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El ​CosIng es la base de datos de la Comisión Europea que contiene información sobre sustancias e ingredientes utilizados en productos cosméticos. Así que la certificación con el Invima la lograron presentando su producto como una crema cosmética a base de aceite de cannabis extraído de las semillas, que es la materia permitida por el CosIng.

Como el Invima les exigía buenas prácticas de manufactura con las que solo cuentan laboratorios certificados por esta institución, recurrieron al servicio de maquila del laboratorio ​Medick, que se especializa en la fabricación de medicamentos naturales, cosméticos medicinales, esencias florales, medicamentos vegetarianos.

Frente al proyecto de ley que entró en curso en el Congreso para regular los usos medicinales de la marihuana, ambos empresarios son optimistas. "Lo bueno de que el proyecto de ley llegara a pasar es que habría una regulación, lo importante es que se diga qué funciona y qué no, y cómo funciona. En lugar de que la gente esté experimentando e investigando por su propia cuenta y que a lo mejor llegue a conclusiones que no son", opina Sebastián.

Otro es el caso de Juan Pablo Guzmán, quien a partir de su trabajo con la asociación comunitaria Taller Libre que difunde la cultura y los usos industriales del cannabis, desarrolló sus productos bajo la marca ​Sannabis.

Desde Sannabis, Juan Pablo desarrolla las mismas gotas con concentrado de THC que tienen propiedades analgésicas, antibióticas y desinflamatorias. Pero además, a partir de otras partes de la planta ha desarrollado ladrillos, ropa y aceite de cannabis que, según me cuenta, contiene omega 6, 3 y 9, y el ácido linoleico que necesita la piel.

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Un ladrillo, fibra, tela y ungüentos producidos a base de cannabis.

"El cannabis es tallo, semilla, flor, hoja y raíz. La marihuana solamente es la flor de la planta, no es toda la planta para que vayamos sabiendo", me advierte Juan Pablo. "Y la flor de la planta tiene unos usos medicinales especiales que se pueden aprovechar de diversas maneras. Pero tenemos el tallo, la semilla, que tiene miles de usos".

Para Juan Pablo, el cultivo de cannabis podría ser un pilar de sustento para pequeñas comunidades, o hasta una nueva locomotora económica para el país. "Con esta planta reemplazamos todos los derivados del petróleo y no contaminamos. De ella todo se puede utilizar, y por una sola parte de la planta nos tienen estigmatizados".

Los productos de Sannabis se comercializan voz a voz y en algunas tiendas particulares, aunque no han logrado obtener el registro Invima. Según Juan Pablo esto se debe a que tanto el cannabis como la hoja de coca no se encuentran dentro del vademécum de plantas medicinales. Pero como dice, "hay que ponerle el pecho a la brisa, hacer las cosas y mostrar".

Y ponerle pecho a la brisa es que gracias a que los productos de Sannabis son elaborados por el resguardo indígena de Toéz en el norte del Cauca, pueden ser comercializados con un "concepto favorable" del Invima gracias a las sentencias C-176 de 1994 y C-882 de 2011 y a la Resolución 010 de 2013.

La C-176, entre otras cosas, protege los usos tradicionales lícitos de plantas como la amapola, la coca y la marihuana, los derechos y los desarrollos alternativos de las comunidades indígenas. Por su parte, la C-882 de 2011 aclaró las razones por las cuales el Acto Legislativo 02 de 2009 que reformó el artículo 49 de la Constitución sobre el porte y consumo de estupefacientes, no afectaba a las comunidades indígenas. Por último, a través de la Resolución 010 de 2013 el Gobierno nacional reconoció y apoyó las iniciativa empresarial indígena Expoindígenas.

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La pregunta con la regulación que busca el proyecto de ley 27 de 2014, es dónde quedarán estas iniciativas. A pesar de que en su primer paso por la Comisión Primera del Senado, llevada acabo este martes 11 de noviembre, se aprobó un inciso para prohibir las importaciones de productos a base de cannabis, seguramente estas pequeñas empresas tendrán que tecnificarse de acuerdo a los lineamientos que establezca el Ministerio de Salud y Protección Social por los que se rige el Invima, y en el peor de los panoramas competir con las grandes farmacéuticas en caso de que el Estado deje en manos privadas el negocio.

Es una de las preocupaciones que existe en el ​refugio ecocultural Heriberto de la Calle, donde han comenzado una empresa con habitantes de calle para la elaboración de productos a base de cannabis. "Hay que entender bien cómo es el proyecto de ley y qué es lo que están planteando desde allá", dice Francisco Sánchez del refugio. "Hasta ahora lo que conocemos es que la están trabajando desde el punto médico y nosotros como usuarios, como fumones, tenemos cierta preocupación de que dentro de esa ley podamos ser catalogados como enfermos".

Sin embargo, Francisco opina que es un gran avance que se esté reevaluando las propiedades de esta "planta de poder" como la llama. "No solo ella sino otras plantas que han sido catalogadas ilegales simplemente por el hecho de curar, y puede ser el golpe que le pega a las multinacionales de las farmacéuticas. Porque es bien sabido que Bayer o cualquier otra farmacéutica nos quiere mantener tomando ibuprofeno, mientras con un poco de cannabis podemos curar los dolores".

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En el refugio se está elaborando aceite a partir de la flor del cannabis con aceite de oliva y alcohol, para usos similares a los de Natural Drops y Sannabis. "Tenemos pensado trabajar otros productos, no solo cremas y lo tradicional, sino productos que directamente van a la medicina, como resina de marihuana cien por ciento resina".

El refugio está siendo asesorado por Denis Contri, un italiano que ha viajado por toda Europa recolectando insumos para la elaboración de productos medicinales a base de cannabis. Denis opina que en Colombia hay una gran ignorancia frente al tema de la marihuana medicinal, porque se confunde con la recreacional que tiene un concentrado de THC y CBD diferente.

Resina concentrada de THC. Foto cortesía del Refugio Ecocultural Heriberto de la Calle.

Frente al tema de la regulación, Denis dice que podría ser una solución frente al problema de las mafias, "porque la gente que quiere curarse con la marihuana, le toca comprarla en la calle. Pero si hay un lugar como un social club como los que funcionan en España, uno llega, le venden la marihuana y es legal, se paga impuestos sobre esto".

Para salir de algunas dudas o ahondarlas, VICE habló con el senador Juan Manuel Galán sobre la industria cannábica colombiana, el proyecto de ley que busca la regulación de la marihuana medicinal y los posibles alcances que podría tener.

VICE: Hola Juan Manuel. ¿Ha habido algún acercamiento a colectivos cannábicos y las pequeñas empresas que elaboran productos a partir de la marihuana?

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Juan Manuel Galán: Hemos estado dispuestos siempre y abiertos a hablar con todo el mundo que hemos podido establecer contacto, a todo el mundo que nos ha querido contactar para hacernos llegar observaciones al proyecto lo hemos acogido. Pero reconocemos que obviamente nos falta mucha gente, esperamos lograr ese contacto con el máximo de personas de aquí a que el proyecto termine su trámite para que salga muy en sintonía con la realidad colombiana en materia de cannabis. Nos interesa que sea un proyecto muy a la colombiana, no un proyecto solamente tratando de traer un modelo de regulación de afuera, sino construir ese modelo con la construcción de esos actores.

Tuvimos un foro en la comisión primera donde invitamos a todos los contactos disponibles que tenemos en este momento para que participaran, a todos les abrimos espacio hasta donde pudimos: psicólogos, pacientes, familiares, el ministro, hasta la Asociación de Empresas Farmacéuticas Colombianas. Nos interesa que todos los puntos de vista puedan estar incluidos, por lo menos escucharlos y recoger sus inquietudes. Otra cosa es que el proyecto los pueda incluir o no, eso no lo garantizamos.

¿Conoce el mapa de la industria del cannabis en el país?

Sí, algunos se nos han acercado, pero estamos lejos de un mapa total.

Hay un miedo de los pequeños empresarios que producen pomadas y demás a partir del cannabis. De aprobarse el proyecto, ¿qué sucedería con esas personas?

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Primero favorecer a los empresarios colombianos, eso nos interesa. No nos interesan multinacionales farmacéuticas llegando acá a hacer negocio; de hecho ya se nos han aproximado canadienses y empresas de dicho país con el tema de oportunidad de negocio, de exportación de marihuana colombiana, porque para ellos es muy atractivo tener variedades intactas de marihuana para poderlas manipular e investigar, porque las que tienen a su disposición ya han sido muy modificadas y muy transformadas. Entonces queremos marcar distancia sobre eso y en la medida de lo posible de la reglamentación establecer mecanismos de protección para que eso no vaya a ocurrir.

Y dentro de la industria colombiana, hay que mirar cuál sería el modelo para que esas empresas que tienen un camino recorrido tampoco se vayan a ver avasalladas por las grandes empresas.

Algunos opinan que la industria del cáñamo podría ser una locomotora económica, ¿ha explorado los otros usos del cannabis y el cáñamo?

No, en eso no hemos pensado.

En Colorado ya aprobaron el uso recreativo de la marihuana. ¿Por qué no acortar camino con este proyecto teniendo en cuenta las particularidades del caso colombiano?

Colorado empezó por lo medicinal y cuando lo medicinal se puso en marcha como modelo y arrojó una serie de lecciones aprendidas decidió meterse en lo recreativo. No empezó en lo recreativo y lo medicinal al tiempo. Y nosotros creemos que ese es un poco el enfoque a seguir. Ellos nos hablaban de los baby steps, la política de los pequeños pasos. Entonces eso a ellos les funcionó, y yo creo que a nosotros nos puede funcionar mejor si arrancamos por lo medicinal, vamos viendo cómo nos va y pues más adelante se abre el otro debate que tarde o temprano se abrirá. Pero por ahora nos queremos circunscribir a una población que está esperando una respuesta urgente que es la población de enfermos crónicos y terminales que tienen que pasar por un intermediario ilegal para acceder a una sustancia que les permite aliviar su dolor y mejorar su calidad de vida.

Pero usted habla de no adoptar modelos extranjeros sino hacer uno a la colombiana. Usted decía que la violencia la generaba la prohibición, no el producto. ¿Este proyecto en qué le gana la guerra a esas mafias, por ejemplo?

Yo creo que tiene una carga simbólica muy importante que este proyecto se debata acá en Colombia por la historia que tenemos. No es lo mismo hablar de un proyecto de memoria sobre el fascismo en Alemania, que en un país que no ha vivido un tipo de historia relacionada con el fascismo. Hablar de un tema de drogas ilícitas en Colombia, con la historia de víctimas y muertes que esto ha tenido en la guerra contra el narcotráfico, pues tiene una carga simbólica, histórica y emocional para mucha gente que ha sido víctima de esa guerra o ha tenido que ver con esa guerra. Yo creo que el paso que da Colombia no es el paso que da Uruguay o cualquier estado de los Estados Unidos, sino que lo da un país que ha tenido una cuota de sangre en todo este proceso prohibicionista y de guerra contra las drogas altísimo, el más alto del mundo.

La Comisión Global de Políticas de Drogas planteaba la necesidad de cambiar la perspectiva de la guerra contra las drogas. ¿Cree que este proyecto ayuda a ese giro?

Pues es una señal política muy fuerte, y desde Colombia más fuerte aún para el mundo, porque no la está dando cualquier país. La está dando un país que tiene cierta autoridad por la historia que ha vivido.​

​@martinsubmarine