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Cultură

Conoce al periodista que jode a los criminales de guerra

Una entrevista con Alla Nairn sobre cómo confronta a los asesinos dañándoles su carrera política.

Allan Nairn. (Foto vía).

Seguramente nunca has oído hablar de Allan Nairn. No muchas personas conocen a los periodistas activistas. De igual forma, la fama nunca fue su ambición; en cambio, se pasó los últimos años denunciando situaciones que necesitaban un cambio.

Su especialidad es delatar las atrocidades que patrocina Estados Unidos. Nairn ha cubierto los acontecimientos polémicos de Haití, El Salvador, Guatemala e Indonesia. Enfrentó a Henry Kissinger(diplomático y científico americano); ayudó a que diputados estadounidenses fueran a juicio; expuso la formación de entrenamiento de los escuadrones de la muerte de Estados Unidos en El Salvador y Haití; y en Guatemala, filmó al actual presidente del país hablando de su papel durante los genocidios de 1980. Lo irónico es que, aunque estos criminales quisieran torturar a Nairn, no podrían, porque de hacerlo, dejarían de recibir el apoyo de los americanos.

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Allan es conocido por su trabajo en Indonesia. En 1991, mientras cubría el conflicto en el Timor Oriental que, para ese entonces estaba ocupado por dicho país, sobrevivió a la masacre de Dili en Santa Cruz. El ejército indonesio, que cometía genocidios masivos, se acercó a un funeral. Creyendo que su posición de periodista lo protegería, Nairn se interpuso entre los armados y los asistentes. Fue inútil. Lo golpearon y luego mataron a 271 civiles. Después de esto, se unió a la fundación de la Red de Acción del Timor Oriental (ETAN), una organización que ayudó a impedir que Estados Unidos siguiera financiando el ejército indonesio, que propagaba la dictadura del presidente Suharto.

Recientemente, publicó una entrevista que realizó en 2001 con el general Prabowo Subianto, el hijastro de Suharto, el consentido de la Casa Blanca y uno de los dos candidatos presidenciales paras las elecciones en Indonesia. La entrevista contenía declaraciones fundamentales que evidenciaban la frustración de Prabowo cuando el ejército masacró a civiles en frente de la prensa (poniendo en riesgo su imagen) y su cuestionamiento frente a la dictadura de Musharraf.

Entrevisté a Allan el 9 de julio, el día de las elecciones en Indonesia. Hablamos sobre cómo confronta a los victimarios y de la entrevista con Prabowo.

Prabawo Subianto. (Foto vía).

VICE: Publicaste una entrevista que hiciste en 2001. ¿Por qué ahora?

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Allan Nairn: El hombre estaba a punto de convertirse en presidente y había dicho cosas que supuse serían de gran interés para los indonesios. Sentí que tenía la responsabilidad de hacerlo para que las personas pudieran reconsiderarlo. Hablé con Prabowo off the record, así que, en un principio fue muy difícil (pero a la vez muy importante) romper la promesa de no publicar lo que me había dicho. Pero al final, entre más lo pensaba, más me daba cuenta que haría más daño si me quedaba callado, que si lo sacaba a la luz.

El TNI (el Ejército Nacional de Indonesia) te amenazó, ¿verdad?

Sí, Dijeron muchas cosas. Me acusaron de ser enemigo de la nación y reportaron que yo había estado siete veces preso por haber entrado ilegalmente al país. He estado clasificado como una amenaza a la seguridad de la nación, bajo el régimen de Suharto. Parece que están llamando al TNI para capturarme, hace poco salió en la prensa que me soy el nuevo objetivo del ejército.

Te amenazan bastante, ¿cómo manejas eso?

Estoy a salvo porque soy extranjero y, al fin y al cabo, soy ciudadano americano. Vengo del mismo país del que vienen las armas y eso me da un buen margen de seguridad. Intento usar ese privilegio lo más que puedo para poder decir cosas que, en otros casos, podrían matarme.

Pero, algunos amigos míos han sido asesinados. Munir, que era una figura legendaria de Indonesia, un héroe de los derechos humanos, fue asesinado. Él estaba convocando a que las personas denunciaran los crímenes militares; era un tipo muy inteligente, quizá de los más inteligentes que he conocido en mi vida. Fue asesinado en un avión cuando la inteligencia militar puso una dosis de veneno en su comida y vomitó hasta morir.

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Otro amigo, Jafar Siddiq-Hamzah, de Aceh, estaba formando un movimiento político de civiles para la libertad en la ciudad. A mediados de 2001, Jafas desapareció. Yo estaba en Estados Unidos en ese momento y vine a buscarlo. Un mes después, su cuerpo apareció en el fondo de una quebrada, junto con otros cuatro (todos con las manos amarradas y mutilados). Ni su familia ni yo pudimos reconocerlo porque su rostro estaba completamente cortado. Podías ver múltiples apuñaladas en su pecho.  Supimos que era él por una cicatriz que tenía por una cirugía que tuvo en el estómago.

Por el heroísmo de estos hombres y el de mil personas como ellos, ha habido mucho progreso en las últimas décadas, así que hay algo de libertad de expresión ahora. Pero, ¿por alguien como yo? ¿un simple extranjero? No es mucho lo que he hecho.

Lavantamientos que derrocaron a Suharto. (Foto vía).

Dices eso, pero has hecho que se mitiguen los efectos del gobierno militar.

En 1990, fui al Timor Oriental. En ese momento, la zona recreaba el peor genocidio desde la época nazi. Un tercio de la población del Timor había sido asesinada, estaba desnutrida o muerta por alguna enfermedad terminal. Los militares invadieron el lugar con permisos concedidos por el presidente Ford, y el entonces jefe de seguridadHenry Kissinger. Cuando fui por primera vez, en 1990, estaba todavía bajo ocupación militar. Fue el peor y más intenso dolor que he visto en el mundo. Guatemala, en 1980, se le parece un poco, pero no llega a ser lo mismo.

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Después, en noviembre de 1991, volví y fue cuando sucedió la masacre de Dili, en el cementerio de Santa Cruz. Luego, ayudé a poner en marcha una red de base en Estados Unidos, llamada la Red de Acción del Timor Oriental (ETAN). Formar esta organización nos tomó ocho años (de1991 a 1999), y tuvimos éxito, temporalmente, cortando casi todos los militares estadunidense que colaboraban en Indonesia con campañas de lobby de la política. Eso tuvo un gran efecto, porque, de acuerdo con Admiral Sudomo, quien era el jefe de seguridad de Suharto, romper con esas ayudas de Estados Unidos debilitó al régimen de Suharto, en 1997 y 1998, y permitió que las personas se tomaran las calles a manera de levantamiento contra el dictador.  .

Recreación de la masacre de Santa Cruz, a la que Allan sobrevivió. (Foto vía).

Entrevistaste muchas personas que, seguramente, te ven como su enemigo. ¿Cómo hiciste para que te hablaran?

La situación varió en cada caso. Pero, nadie se había acercado a estos militares involucrados en las atrocidades, así que eso ayudó. En algunos casos, me veían como su enemigo, pero, por alguna razón, les gustaba hablar conmigo, expresar sus iras, mandar un mensaje o, tal vez, querían que uno de sus enemigos tuviera esa información. En el caso de Prabowo, creo que él disfrutó sentarse con alguien que fuera un adversario.

¿Es una experiencia perturbadora?

Siempre lo es. Siempre es duro tratar con masacres. Con Prabowo, dudé mucho en hacerla, pero luego pensé que hablar con este hombre me ayudaría a comprender algunos asesinatos.

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La mejor forma de abordarlos es ir por un camino diferente, uno más fácil. Un ejemplo de eso es mi reunión con el General Gramajo. Él fue uno de los comandantes cabeza de las masacres de 1982, en Guatemala, y era uno de los preferidos por los estadounidense para que fuera presidente. Tanto así, que los americanos lo llevaron a Harvard para que hiciera una maestría en administración pública. Mientras él estaba estudiando yo intenté demandarlo en Alien Tort Claims Act que, originalmente, peleaba contra piratas, lo que quiere decir que los victimarios pueden ser juzgados en cualquier país por delitos cometidos en otros lugares.

Le entregamos los papeles de la citación a juicio en su graduación. Voló al país y fue condenado. No fue un caso criminal, desafortunadamente, pero había una orden que lo obligaba a pagar $13 millones de dólares. Esto terminó destruyendo su carrera políitica. En un punto,en  un debate organizado en la Brown University, por el programa 60 Minutoss, él se me aceró e intentó saludarme con un apretón de manos. Pero me reusé a darle mi mano. Le dije; “no quiero saludar a un criminal”.

Eso debió ser satisfactorio.

Sí, eso parecía ser el mejor camino constructivo. Pero con Gramajo, porque era público, no creé la ilusión de amistad. Te acercas a las personas en puntos diferentes. Gramajo fue asesinado luego por un enjambre de abejas (historia real).

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