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Vice Blog

EN TUS SUEÑOS, TERMINATOR

Los periodistas se han emocionado mucho con la idea de una "ciberguerra", mencionando a los ataques recientes, como los dirigidos contra los opositores de organizaciones supervisoras de gobierno como Wikileaks, como el preludio de futuras batallas en la red que pondrán en peligro la infraestructura tecnológica del mundo y dejarán a países completos en un caos.

Pero tal vez la incesante repetición de escenarios de fin-del-mundo solo es un concurso. Eso es lo que el Times piensa, por lo menos. ¿A caso los ciberataques son una amenaza inminente a nuestro futuro, o solo alimentan a escritores de Hollywood con ideas para nuevas películas super culeras de desastres?

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"Pienso que es una terrible metáfora y que es un terrible concepto", dice Harry Schmidt, el principal oficial de ciberseguridad de Obama, sobre la idea de una ciberguerra que cambia el conflicto armado moderno a los confines de los datos y las redes computacionales. "No hay ganadores en ese entorno." Al hablar con Wired la semana pasada, llegó al grado de decir que "no hay ninguna ciberguerra."

Esta afirmación viene después de un reporte del lunes pasado, de parte de dos investigadores ingleses que concluyen que aunque siga esta tendencia, la probabilidad de que ciber ataques futuros dañen de una manera crítica infraestructura gubernamental y financiera básica, es, digamos, no muy plausible. En su investigación, el Sr. Sommer y el Sr. Brown simularon varios posibles escenarios de un conflicto, que incluían ataques digitales contra instituciones críticas como bancos, servicios y control de tráfico aéreo. En la mayoría de los casos, en los países económicamente avanzados representados por la OCDE, se determinó que tales instituciones se recuperarían en cuestión de días, si no horas, previniendo así el efecto cascada que llevaría a destrucción generalizada.

Pero en el caso de las ciber batallas cataclísmicas con las que a los medios les gusta fantasear, y que solo existen en ficción, no hay duda del impacto de este tipo de agresiones sobre como operan los gobiernos. Estonia, por ejemplo, ya está armada hasta los dientes para defenderse contra cualquier código malicioso que cruce sus fronteras. Y el nefasto gusano Stuxet, mientra que no terminó haciendo explotar nada, demostró como una pieza de código meticulosamente programado puede ser usado para detener un proceso industrial.

Sin embargo la amenaza "ciber" más temida fue autoinfligida. Para el ejército estadounidense, demasiada información, cuando no se maneja apropiadamente, puede ser más letal que el peor virus de computadora. El ataque de un vehículo aéreo no tripulado que mató a 23 civiles afganos fue debido a un influjo tremendo de información que los operadores del UAV no pudieron procesar a tiempo. Hubo reportes de que el grupo incluía niños, pero el equipo no se enfocó entre tantos datos, justo como un trabajador de cubículo que olvida un email importante debajo de un altero de cosas. El equipo estaba presionado para proteger a fuerzas estadounidenses en las cercanías, y al final determinaron, incorrectamente, que el convoy de los aldeanos era una amenaza, resultando así en una de las peores pérdidas civiles en la guerra de Afganistán.

Los ciber ataques y códigos maliciosos son amenazas, sin duda. Pero en lugar de disfrazar a estos atacantes como jinetes del Apocalipsis, tal vez deberíamos analizar el efecto inmediato y a corto plazo que nuestra información tiene sobre nuestra política, nuestra economía y nuestros negocios.