Bucarest se amotina por el Seguro Social.

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Bucarest se amotina por el Seguro Social.

Y la policía los madrea directito al hospital.

Llegué a University Square, en el centro de Bucarest, el domingo por la noche alrededor de las 10:00. Casi dos mil personas protestaban contra el presidente Traian Basescu, quien intentó hacer una reforma a los servicios de emergencia del sistema de salud, la única parte del sistema de salud rumano que funciona. Igual que en muchas protestas, los asistentes se dividían en dos bandos: los pacíficos y los violentos.

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Niños de cinco años, montados en las estatuas frente al Teatro Nacional, gritaban: “¡Abajo Basescu!”, mientras hooligans de veinte años armaban broncas en el metro. Enojados con los políticos, atentos con las señoritas, los chicos me pidieron que tomara su foto e insistieron que les diera mi Messenger. Les dije que me urgía ir a aventar ladrillos, y me dejaron ir.

Salí del metro y me topé con una aglomeración de personas y humo. Aunque los noticieros habían informado que los manifestantes violentos estaban organizados, a mí me pareció que regía el pánico y el caos. Los más agresivos bloquearon la calle con bardas de acero. Arrojaban ladrillos, bombas Molotov, petardos y cantaban canciones de futbol. Mil policías repelían el ataque con escudos, autos blindados, gas lacrimógeno y mangueras. La gente corría de un lado a otro, pero nadie sabía hacia dónde ni por qué. Algunos gritaban: “¡Simetría! ¡Escóndanse en las calles pequeñas!”, mientras otros respondían: “¡No, por ahí no! ¡Ahí la policía los atrapa y los golpea!” Sentí el gas en mis ojos y pulmones, mientras veía con impotencia cómo golpeaban con toletes a las personas en la cabeza. Intenté tomar fotos de los heridos, pero estos me evitaron. Supongo que no se sentían en su mejor momento.

Mientras tanto, Vlad Petri, el tipo que filmó las manifestaciones, y el fotógrafo George Calin, tomaban fotos en la línea de fuego, entre la policía y las piedras. Se quedaron con los manifestantes durante algunas horas sin problema. Cuando la violencia se desató en Union Square, algunos manifestantes, que no tienen aprecio por las cámaras, casi se madrean a George. Estaba parado junto a un reportero quien recibió un ladrillazo en la cabeza, casi le cae uno a él también pero de alguna forma logro zafarse de ésa sin un rasguño. Bueno, eso sin contar la asfixia y el cuello adolorido por el gas.

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Para la una de la mañana, había 33 personas heridas y 200 arrestados. Hoy, el pueblo de Bucarest se reúne de nuevo en el centro de la ciudad para su quinto día de protestas.