Gales y su embriagadora obsesión por el rugby
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Gales y su embriagadora obsesión por el rugby

Gales se enfrentará a Inglaterra este sábado en un partido crucial de la Six Nations en lo que será el día más importante del calendario galés. Sin embargo, no todo es celebración.

El próximo sábado será el día más importante del año para Gales. El equipo nacional de rugby —los enviados al mundo más allá del Puente del Severn— jugarán contra su acérrimo rival, Inglaterra, en Twickenham en un partido que probablemente decidirá al ganador del Campeonato Six Nations 2016. Pueblos y villas quedarán paralizadas por los fans que verán hombro a hombro el juego con vasos de cerveza chorreando hasta el piso de miles de bares. Si Gales gana, se emborracharán y cantarán; si pierden, se pondrán borrachos y cantarán.

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Es como el día de San David, pero con una cantidad ilimitada de alcohol y un evento deportivo importante de por medio. De hecho, el país querrá considerar mover el día de su santo patrón para que coincida con el enfrentamiento anual ante Inglaterra. Porque ese día, y no el primero de marzo, es el día más apropiado para dar a relucir el patriotismo; es un día que saca lo mejor y lo peor de los galeses.

El segundo verso del himno nacional galés que serán entonado antes del juego describe a Gales como una tierra de bardos y cantantes (gwlad beirdd a chantorion). Pocos considerarían a Kelly Jones de "The Stereophonics" como parte de esa descripción, pero su canción "As Long As We Beat The English", algo así como "Mientras le ganemos a los ingleses", utilizada en el pasado para promocionar el partido en la tele, resume el sentimiento nacional. El estribillo "Mientras le ganemos a los ingleses lo demás no nos importa" puede sonar como una hipérbole desproporcionada, pero es muy probable que sea la letra más honesta jamás escrita.

En toda Gales, en especial en el sur donde habita gran cantidad de personas, el rugby es más que un deporte nacional: raya en lo religioso. Es un símbolo del poderío galés como San David o Snowden, y es celebrado como una esfera en la cual los galeses no solo compiten, sino que a menudo triunfan. El ministro deportivo en Gales, Ken Skates, ha sugerido que mover la Six Nations al pago por evento podría "poner en riesgo la psique galesa." Una vez más, no se trata de una hipérbole. A la inversa, el inglés promedio no está tan metido en el juego. Les gustaría que Inglaterra ganase, pero no habría luto nacional si perdieran. El rugby union es un deporte que pasa a segundo plano en Inglaterra, sin duda es popular, pero sigue estando detrás de la obsesión nacional por el futbol.

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Cualquier psique nacional tan frágil como para pender del hilo de un evento deportivo por televisión claramente no es saludable. ¿Pero acaso se podría decir lo mismo de Brasil y el futbol, o de los Estados Unidos y el "Super Bowl"?

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No es gran sorpresa que los galeses se sienta psicológicamente frágiles, luego de haber pasado los últimos 200 años intentado descifrar su lugar en el mundo. La industrialización del siglo XIX generó una explosión en la población que transformó a Gales de una tierra de aldeas y villas a una nación moderna. El rugby comenzó a expandirse en todos los poblados en desarrollo en 1860. Conforme las industrias fueron creciendo, los migrantes comenzaron a llegar, muchos de ellos provenientes de bastiones de rugby ingleses como West Country, reafirmando la popularidad del juego en Gales. Pero el grupo más grande de recién llegados eran nativos de Gales quienes habían abandonado las partes más decadentes del país por las ciudades emergentes. Llegaron para presenciar la creciente escena del rugby y la adoptaron como suya.

Para principios del siglo XX, el rugby fue establecido como el deporte nacional. En 1905, Gales derrocó a los invictos "All Blacks" en Cardiff —una victoria que se mezcló con un sentido de prosperidad y confianza en la nación creciente industrializada que solidificó el lugar del rugby en la vida galesa—. Le proveyó a un pequeño país que se veía a sí mismo como duro y astuto una plataforma en la cual podría competir con los mejores en el mundo.

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La sociedad galesa experimentó otro cambio radical durante el siglo XX. La mina, la industria pesada, y la religión colapsaron, creando un vacío en la cultura de Gales. Pero el rugby quedó en pie, ofreciendo un vínculo al pasado para una nación que apenas lograba ponerse de acuerdo con su identidad postindustrial. También ofreció algo para el futuro: la oportunidad de más éxitos en el campo, más títulos de Six Nations, y hasta tal vez la Copa del Mundo.

La sociedad galesa cambió dramáticamente durante el siglo XX. El rugby presentó un vínculo tangible al pasado. PA Images

La importancia del rugby en la Gales de los pequeños pueblos para la psique nacional fue obvia. La fotografía enmarcada del ex seleccionado Leuan Evans colgaba del vestíbulo de mi escuela secundaria como un retrato iluminado de la Santa Virgen en una repisa católica; el día de San David en la escuela nos decían que vistiéramos de rojo, de preferencia de la misma forma que la playera nacional de rugby, y los dos clubes más poderosos del pueblo eran parecidos a las logias masónicas en donde consejeros y hombres de negocios cerraban contratos en cuartos oscuros.

Los jugadores de rugby eran las únicas estrellas que solían convivir para ser idolatrados sobre su propio campo. Además de Evans, existieron otro héroes de los 70, entre ellos, Ray Gravell, el hijo de un minero oriundo de la villa Mynydd-y-Garreg; Jonathan Davies, quien emergió de las tierras sin ley de Trimsaran para jugar como seleccionado en los 90, y que después forjaría una carrera como comentarista; y Ken Owens, el comportado chico que hablaba galés de Carmarthen. ¿A quién más teníamos? John Cale se había ido a Londres en la primera oportunidad que tuvo, después se esfumó para Nueva York para escribir música vanguardista. Los jugadores de rugby eran dioses que caminaban entre nosotros.

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En Gales, el rugby es un juego para los niños de la clase trabajadora, heredado de sus padres que trabajaron arduamente en la metalurgia quien a su vez fueron obligados por sus padres que trabajaban en las minas para llevar el pan a la mesa. En Inglaterra sigue siendo, en gran parte, objeto de las escuelas públicas donde nació. Las estrellas de rugby inglesas son como la realeza. Sus equivalentes en Gales piensan que Charlotte Church es un poco "fresa".

El rugby le permite a Gales enfrentarse y vencer a su viejo enemigo. "Mientras le ganemos a los ingleses nada más nos importa", ¿verdad? De cara al torneo de 2016, Gales ha ganado la Six Nations 26 veces, la misma cantidad que Inglaterra y más que cualquier otro competidor. Cuando se encontraron en un partido decisivo hace tres años, Gales contaba con récord ganador de 30-3. Para los fans, el hecho de que esto les aseguraba el título no fue más importante que el resultado por sí solo. Mejor aún fue enfrentarse el año pasado en la Copa Mundial, donde la escuadra galesa castigada por las lesiones venció a Inglaterra en Twickenham para eliminar al viejo enemigo del torneo. ¿Qué puede ser mejor que vencer a los ingleses en un juego que ellos inventaron y a domicilio?

♫ As long as we beat the English… ♫ | PA Images

El juego contra Inglaterra es el zenit del fervor patriota que genera el rugby en esta frágil nación postindustrial. Es un día en el cual los hombres y mujeres de Gales son los mejores. Se entonan cancones en galés e inglés, del himno nacional y del himno "Calon Lan" hasta "Deliah" de Tom Jones. Son joviales y sociables. Puedes ver mucho más mujeres en la multitud como jamás verás en un partido de la Premier League, y cómo es que no existe la distinción entre clases como sucede en Inglaterra porque los galeses son galeses, sin importar si eres doctor o la cajera de una tienda, siempre y cuando te guste el rugby.

Pero también saca aquellos atributos que los que han dejado el país, al igual que muchos que se quedaron, desean olvidar. El odio por los ingleses no es simplemente un uniforme a la hora enfrentarse. Existe un sentimiento significativo en contra de los ingleses y, aunque no todo el mundo siente lo mismo, a veces puede resultar algo incómodo hablar con un acento del oeste del Puente del Severn. El partido puede convertir a Gales en una nación primitiva que ve un partido de rugby como su única oportunidad para generar un impacto. Representa a Gales como nada más que 15 grandulones sobre un campo de juego, en lugar de una tierra pintoresca que ha producido volúmenes de grandiosa literatura, cientos de políticos radicales, y seis buenos álbumes de los Manic Street Preachers. Nos convierte en el día galés de San David: vestidos de rojo, ondeando puerros y narcisos inflables, y cantando borrachos en una lengua que nadie más comprende.

El domingo, la gente de Gales sufrirá de resaca y, quieran o no, harán de nuevo las paces con los ingleses. Pero el sábado será diferente. Todo lo bueno y malo de Gales será exhibido.

@jim_weeks