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Identidad

Un tribunal podría no creerse que te han violado si te gusta el sexo duro

Un tribunal de Alicante ha rechazado una acusación de violación en el seno de una expareja que practicaba sado. Preguntamos a una catedrática de derecho y a una activista sobre este caso.
Photo by Nemanja Glumac via Stocksy

Como te dirán muchas víctimas de violencia sexual, una de las cosas más difíciles a la hora de decidirse a denunciar es el miedo a que nadie las crea. Por cada historia que leemos sobre la desestimación de un caso, en la que el abogado defensor del acusado puede llegar a anular la personalidad de la víctima, hay una mujer sentada ahí afuera pensando, 'Si no la han creído a ella, ¿por qué me iban a creer a mí?'.

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A principios de la semana pasada, un tribunal de Alicante absolvió a un hombre de 21 años de edad que había sido acusado de violar a su exnovia de 17 años basándose en que la pareja había practicado anteriormente sexo duro consentido. Según lo publicado en medios locales, la pareja había practicado "relaciones sexuales que implicaban insultos, hostigamiento, fuerza física y cierto nivel de violencia aceptados por ambas partes" durante el transcurso de su relación.

Cuando la pareja rompió, el acusado invitó a la mujer a su casa donde, según los documentos del tribunal, "la sujetó por las muñecas, le arrancó las medias y la penetró". En su sentencia, el juez indicó: "No fue violación porque tales prácticas sexuales eran tan comunes entre los miembros de la pareja que no vemos ninguna diferencia en esta ocasión".

Las implicaciones de este caso resultan perturbadoras, especialmente para los millones de mujeres que practican BDSM en todo el mundo. Mientras tanto, la escena BDSM de EE. UU. se ha visto abocada a su propia denuncia por agresión sexual. Si eres una mujer y te gusta el sexo duro, ¿tienes menos probabilidades de que te tomen en serio si te violan?

Pregunté a la Profesora Clare McGlynn, experta en leyes sobre violación, acerca de este caso. Aunque resulta imposible establecer paralelismos directos dadas las diferencias legislativas entre un país y otro, afirma que el hecho de que el historial sexual previo de una mujer se tenga en cuenta en este caso es "muy problemático", añadiendo que "debe haber consentimiento en cada uno de los encuentros sexuales y jamás debería suponerse nada en base a actividades previas".

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En el Reino Unido, el historial sexual previo no suele admitirse en los tribunales, aunque en algunos casos los jueces pueden permitir que se introduzca como prueba, y en EE. UU. las leyes varían de un estado a otro, pero en muchos otros países como España la experiencia sexual previa puede admitirse como prueba ante un tribunal.

"No debería permitirse que nadie dijera, 'Bueno, esto es lo que solíamos hacer antes, así que pensé que no pasaba nada'", explica McGlynn. Sin embargo, el sistema judicial penal depende del modo en que los miembros del jurado —y la sociedad en general— definan el consentimiento. "Muchos jurados adoptarían la postura de que resulta razonable que el hombre, en este caso, pensara que era consentido porque había sido consentido en ocasiones previas, de modo que es preciso que se debata acerca de qué significa el consentimiento en todas las prácticas posibles y no solo en las actividades de BDSM".

Le pregunto si las mujeres que practican el BDSM se enfrentan a mayores dificultades en lo referente a las denuncias por violación. "Es mucho menos probable que aquellos casos de violación en los que ambas partes compartan un historial sexual previo en común desemboquen en una condena, porque a la acusación le resulta más difícil demostrar que no haya habido consentimiento. Eso se aplica a todos los casos, no solo a aquellos relacionados con el BDSM.

Para Sarah Green, portavoz de la asociación End Violence Against Women ("Acabemos con la violencia contra las mujeres"), el caso español es otro deprimente ejemplo de cómo no se cree a las víctimas de violación a menos que encajen en un modelo determinado. "El sistema judicial criminal y la sociedad en general tienden a no creer a las mujeres que no encajan en el estereotipo clásico de víctima. Esto puede implicar el modo en que se comportan, cómo visten, si consumen alcohol o drogas, si son trabajadoras sexuales o si manifiestan determinados intereses sexuales específicos, como la mujer de este caso".

Según su opinión, resulta imposible separar las actitudes que prevalecen en la sociedad del sistema judicial criminal. "Los problemas se extienden mucho más allá de la violación. Estamos hablando de mujeres y niñas: de qué deberían hacer, de cómo deberían comportarse. Mientras tanto, a lo largo de la historia nunca se ha cuestionado la conducta de los agresores".

Green afirma que es preciso invertir el paradigma tradicional. "En lugar de esperar que las víctimas sean, digamos, 'perfectas', parémonos a examinar a los agresores. Con frecuencia estos hombres son invisibles, no nos fijamos en ellos, no hacemos preguntas sobre ellos… Y eso es lo que les permite reincidir".

A pesar de las dificultades, Green cree que nos encontramos en medio de un cambio social, especialmente en lo relativo a la cuestión del consentimiento, pero la ley por el momento no puede hacer más por mantener la seguridad de las personas. "Me gustaría hablar sobre metas sociales más amplias en lugar de sobre cuestiones de legalidad. Debatamos acerca del consentimiento entusiasta, en cuyo contexto las mujeres nunca se sienten presionadas ni obligadas a hacer algo que no quieren, que nunca lo hacen porque deseen gustar a la otra persona".

"Ese es el debate que debería iniciarse fuera de los tribunales. Hablemos de lo que pasa en la sociedad bajo las sábanas. ¿Podemos aspirar a algo mejor para todos?".