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La pesadilla inmobiliaria

La pesadilla inmobiliaria del mes: vivir en un armario

Hoy nos centramos en el alquiler de habitaciones, un mundo igual de espantoso que el del alquiler de pisos, evidentemente.
Pesadilla inmobiliaria
Todas las fotos vía Idealista

'La pesadilla inmobiliaria del mes' es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es?: Tenemos ante nosotros un cuarto de unos 2 m² que es como una extensión del comedor tapiada con madera AKA. Vamos, un armario empotrado donde poner gente a dormir.
¿Dónde está?: Está situado en la ahora exquisita calle Joaquim Costa de Barcelona, ese trozo de tierra que antaño fue tremebundo y humilde y que albergó esa leyenda urbana sobre la vampiresa del Raval, una historia con asesinatos de bebés, brujería, prostitución e intereses extraños de la burguesía catalana. Ahora es el sitio donde se pasean jóvenes con tote bags de Rough Trade.
¿Qué se puede hacer por ahí?: Maldecir el hecho de que no tengas ni un maldito supermercado decente cerca. Eso sí, hay muchos bares donde beber cervezas artesanas y comer nachos con queso. También tienes cerca varios museos y centros de arte, ya sabes, todos esos equipamientos que han higienizado el barrio y, básicamente, han hecho que se revalorice y que los vecinos hayan tenido que irse para que tú les sustituyas viviendo en un jodido armario.
A todo esto, ¿cuánto cuesta?: Pues 385 euros al mes. El armario más caro del mundo.

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El interior del armario, ideal para el almacenaje de personas

Has quedado con un tal Joan a las cinco de la tarde para que te enseñe una habitación libre que ha quedado en su piso. Como dice tu madre —que no tiene ni idea—, "ahora en verano es la mejor época para encontrar una buena habitación, ya que es cuando muchos estudiantes dejan sus cuartos". Lo que tu madre no sabe es que un estudiante, después del verano o una vez terminada la carrera, seguirá necesitando un piso donde vivir. Da igual, el mito existe y ahí está, escupido con seguridad por todo tipo de gente sin criterio.

Joan se parece un poco a Bono, más bien a una especie de Risto Mejide que quiere parecerse a Bono (¿alguien en su sano juicio querría parecerse a alguna de estas dos personas?), y mientras subes a pie las escaleras hacia el primer piso te das cuenta de que el tipo lleva una de esas pulseras Power Balance y piensas que quizás te estás metiendo en problemas.

Las baldosas del piso molan, son de esas que sabes que fotografiarás en uno de tus primeros Instagrams como inquilino del barrio, con una frase tipo "baldosas del Raval que deberían estar en un museo". Cuando llegas al comedor te das cuenta de que el piso tiene mucha luz. Hay un sofá sencillo y una mesa de Ikea con un bote de madera con marihuana. Buena peña, piensas. Tus piernas empiezan a temblar cuando, después de preguntar, "Bueno, y ¿dónde está mi habitación?", el tal Joan se gira, abre un armario —en el que creías que había chaquetas y sombreros— y te descubre un almacén en el que hay una cama, y entonces Joan ha dicho esa frase que te ha hundido: "Es esto".

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Aquí es donde tienes que guardar toda tu ropa, quiero decir, tu camisa, tus pantalones de invierno y tu pantalones de verano. Si tienes más cosas, te jodes

El tío ha dicho "Es esto" en vez de "Es esta", "Es esta tu habitación". No, el tipo ha ignorado el sustantivo "habitación" y se ha limitado a decir que "Es esto". "Este pedazo de mierda, ESTO, es donde tienes que vivir si quieres compartir piso con un capullo con una Power Balance que deja un bote de hierba encima de la mesa más barata que se puede encontrar en la marca sueca para hacerse el molón cuando vienen visitas para ver el piso".

El armario mide unos 2 m², lo justo para meter una cama, un colgador y un pequeño armario (¿un armario dentro de otro armario? Menuda locura, menuda matrioska). Extrañamente, el cabecero de la cama está puesto en un lateral de esta, cosa que la dota de un aspecto extraño, como si fuera una cama cuadrada, algo totalmente incompatible con un cuerpo humano normal.

Si se supone que entre el colgador y el armario tienen que caber todas las pertenencias acumuladas durante una vida de unos 24 años, estás jodido. O estás jodido o es que tienes un desapego preocupante hacia los objetos. Si tienes dos libros, tres CD, un DVD de Wall-E, un pantalón, tres camisetas, un jersey y un gorro, entonces es tu sitio. Pasarás incontables veladas tumbado en la cama viendo series —es lo único que podrás hacer—y pensando, Este es el mejor sitio del mundo. Pero esto es altamente improbable.

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Joan: 'Ey, que tienes un par de rosetones, jajaja'

Gracias a Dios, los propietarios han tenido en cuenta que la gente necesita un poco de luz para vivir con un mínimo de autoestima y no verse obligada a suicidarse. Es por esto que el armario dispone de un par de entradas de luz o "rosetones", como le gusta llamarlos a Joan.

Cuando estés tumbado en la cama escucharás todo lo que se cuece en el salón, sentirás como una extraña anulación absoluta de tu intimidad. Cuando gires tu cabeza hacia la puerta corredera de madera, parecerá que tus compañeros de piso estén gritando con el rostro apoyado en ella. Si alguien hace el amor en el salón, te sentirás como Jeffrey Beaumont en Terciopelo Azul espiando un casquete ajeno desde un armario.

Cuando Joan da por terminada la visita y cierra de nuevo tu habitación, tienes la sensación de haber sido partícipe de una broma. Estás seguro de que te la ha colado. Piensas que te ha hecho una broma y que te ha enseñado un trastero de mierda o algo. Ahora te enseñará el cuarto que alquila DE VERDAD, no esta bazofia, algo para humanos y no para polizontes.

Le comentas, "Jajajaja, ahora en serio, enséñame la habitación". Pero lo peor es que Joan se limita a repetir: "Es esto", señalando al armario que acabas de ver. "Es esto", la frase retumba como desde las entrañas de una galaxia vacía y descomunal, un grito inhumano y salvaje se estremece a lo lejos, un aullido metálico y orgánico a la vez que simplemente dice, "Es esto".