Salud

¿Cuándo el 'exterior' se convierte en interior? Preguntamos a los expertos

Es cuestionable que los restaurantes puedan ofrecernos sus servicios de manera cómoda y libre de COVID en lo que se define realmente como "espacios exteriores".
Katie Way
Brooklyn, US
LC
traducido por Laura Castro
Personas con cubrebocas caminan junto a una estructura que funge como comedor exterior afuera de un restaurante en el Upper East Side
Foto de Cindy Ord vía Getty Images

Meses atrás, los expertos de los Centros de Control de Enfermedades nos dijeron que era seguro, al menos hasta cierto punto, reunirnos en exteriores, siempre que mantuviéramos distancia entre nosotros y usáramos cubrebocas. Esto dio como resultado la implementación de autocinemas, picnics, karaoke en el parque, caminatas largas, paseos en bicicleta, reuniones en porches y terraza, y vacaciones en la naturaleza… Entonces los restaurantes de todo el país tomaron nota y abrieron sus espacios con capacidad para dar servicio al aire libre.

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Pero a medida que el invierno se acerca a los lugares donde sí hay una temporada invernal fría (¡malditas zonas cálidas!), las comidas al aire libre han comenzado a ser un poco… diferentes. Un poco más… resguardadas. Atrás quedaron los días en que todo lo que un restaurante necesitaba para que sus comensales disfrutaran de una experiencia al aire libre eran unas sombrillas con alguna marca de cerveza y un equipo de meseros. Ahora, los restaurantes han adaptado las medidas relativas a la pandemia y los comensales que se encuentran al aire libre pueden contemplar maravillados: paisajes inundados de carpas con dosel y "cabinas" de vinilo, horizontes salpicados de cabañas improvisadas de madera y plexiglás y patios casi cerrados por un techo, equipados apresuradamente con calefactores y mantas de astronauta arrugadas, las cuales emiten un suave brillo de luces LED colgantes. ¿No es hermosa la naturaleza?

Ahora que proliferan los espacios invernales DIY para comer en el exterior y que, al igual que el escritor James Hamblin de la revista The Atlantic, cada vez más personas comienzan a preguntarse: ¿Sigue siendo comida al aire libre sin riesgo de contagio si ocurre dentro de una estructura? ¿A eso se le puede llamar siquiera estar al aire libre? Le preguntamos a expertos de algunas disciplinas relevantes si las tiendas de campaña, las cabañas, los cobertizos de tres paredes o los edificios sin puertas cuentan como espacios exteriores. Resulta que las respuestas cortas en este caso son bastante unánimes. ¿La mayoría de estas estructuras se encuentran al aire libre desde una perspectiva arquitectónica? No. ¿Desde un punto de vista regulatorio? Tampoco. ¿Desde el punto de vista de ser lugares seguros ante el COVID? ¡Definitivamente no!

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“Lo mejor que se puede decir sobre estas estructuras es que podrían (subrayo 'podrían') ser una mejor opción que el restaurante principal al que pertenecen”, le dijo a VICE Richard Corsi, decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Computación de la Universidad Estatal de Portland y experto en calidad del aire interior. "Ese solo sería el caso si tuvieran la capacidad para aumentar la distancia física entre los clientes, tener una tasa de intercambio de aire mucho mayor, facilitar que las familias cenaran aisladas de los demás y si estuvieran diseñadas para brindar protección a los empleados/camareros".

Puede resultar muy fácil decir: básicamente, si se ve como un espacio interior, y se siente como un espacio interior, de hecho estás en el interior. Pero, ¿en qué punto intermedio el exterior se convierte en interior? ¿Cuántas paredes son demasiadas? ¿Qué pasa si agregan ventanas? ¿Qué pasa si no hay techo? ¿Cuándo un kiosko se convierte en un cobertizo, el cobertizo en una cabina, la cabina en todo un almacén?

Desde la perspectiva del flujo de aire, dijo Linsey Marr, quien enseña ingeniería ambiental en Virginia Tech, los comedores “al aire libre” dejan de serlo una vez que entra en juego un recinto con múltiples lados. “Las carpas para comer al aire libre generalmente ofrecen una ventilación que se encuentra en algún punto entre la que hay en un edificio cerrado y un espacio completamente abierto”, le dijo Marr a VICE vía correo electrónico. Eso significa que los aerosoles son menos riesgosos de lo que serían en el interior de un edificio, pero la transmisión de gotas grandes continúa sobre la mesa (literalmente) e incluso podría amplificarse debido a la reducción del espacio que supone una tienda.

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“En cuanto a las carpas individuales, se trata de un espacio pequeño que aísla el aire en tu mesa del aire en otras mesas, por lo que es más seguro usarlas solo con otras personas con las que compartas tu casa o que sean parte de tu ‘burbuja’ COVID-19”, escribió Marr. Perfecto, ¡una mesa para mí y otras 100 personas, por favor!

Corsi dijo que cualquier estructura independiente para comer que tenga un bloqueo potencial del aire es inaceptable para él, al menos en cuanto a lo que significa el concepto de “estar al aire libre”, porque el flujo de aire restringido es mucho más propicio para la propagación viral que el que ocurre cuando realmente comemos en el exterior. Si una estructura tiene más de una pared y un techo, dijo Corsi, manténte alejado. “La inhalación de partículas de aerosol en interiores puede ocurrir en el espacio cercano (contacto cercano) o en el espacio lejano (contacto más distante donde las partículas de aerosol aún se acumulan)”, dijo Corsi. Si bien las cabinas o los asientos distanciados debajo de un toldo de madera pueden limitar el contacto de espacio cercano con los extraños, el contacto de espacio lejano sigue en juego por completo. “Las adaptaciones de los comedores exteriores que mencionaste anteriormente conducirán, en comparación con los espacios al aire libre, a una mayor acumulación de partículas de aerosol en el espacio lejano y a una menor mezcla en el espacio cercano. Por ello, NO son entornos al aire libre”, dijo.

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La epidemióloga de enfermedades infecciosas Saskia Popescu concordó con lo anterior: las estructuras para comer al aire libre no permiten el flujo de aire. (Repítete eso cinco veces cuando tu amigo fanático de las salidas a almorzar te invite a salir el próximo fin de semana). “En última instancia, el objetivo de comer al aire libre es tener un flujo de aire continuo”, le dijo Popescu a VICE. "Por lo que he visto, las estructuras con tres paredes no permiten que el aire se mueva a través de ellas, por lo que las tiendas y las cabinas en su mayoría frustran ese propósito". Popescu también dijo que la capacidad de mantener una distancia considerable con los demás sigue siendo importante, incluso si te encuentras sobre un piso de grava en lugar de uno de tersas baldosas. "No se trata solo de la ventilación, sino también del espacio", dijo. "Son espacios pequeños donde las personas realmente están encerradas y no pueden mantener una distancia considerable entre ellas".

Muchas estructuras “libres de COVID” para comer en el exterior tampoco cumplen con las perspectivas regulatorias. “Cualquier espacio que tenga cerrado más del 50 por ciento de su perímetro total, o más de 1 metro de altura, medido desde el piso, se considera interior”, según Andrés Ulises Cortés, arquitecto principal del grupo Agencie, con sede en la ciudad de York. Esa es una definición de "estar al aire libre" menos restrictiva que la de Corsi, pero de todos modos saca inmediatamente de la carrera a tiendas de campaña, cabinas personales y cualquier cosa de tres paredes, un estándar que parece basarse en el flujo de aire y la experiencia epidemiológica… aparte de la realidad. 

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“Veo tu punto al señalar que colocar estas estructuras afuera y esencialmente encerrar los espacios con plexiglás, policarbonato u otros materiales no los convierte en espacios ‘al aire libre’”, le dijo Cortés a VICE después de ver algunas fotos que ejemplificaban las estructuras.

Cortés dijo que hay algunos factores no negociables que son necesarios para que él considere comer en una estructura al aire libre. “Los factores determinantes deberían ser: Uno, ¿hay suficiente espacio entre los grupos de mesas? Dos, ¿hay algún mecanismo que permita la circulación libre del aire? Tres, ¿hay suficiente espacio para que los operadores del lugar trabajen sin acercarse demasiado a los grupos de clientes? Cuatro, ¿los materiales de las superficies se ven del tipo que se puede limpiar de manera rápida y eficiente?

De modo que el consenso general (con la excepción de una fuente, que no consciente que haya ni siquiera una pared) es que dos paredes están bien; tres paredes generan una zona de peligro; cuatro son inaceptables. Está claro que muchas de las estructuras improvisadas que fungen como comedores en este momento, especialmente las que son básicamente edificaciones anexas, no son en realidad una alternativa de comedor libre de COVID; son una opción involuntariamente engañosa que a veces se ajusta a definiciones legales que no concuerdan con la realidad.

Lo triste aquí es que es difícil culpar a los restaurantes por aferrarse a cualquier maniobra que les permita mantener a los clientes en circulación, aunque obviamente deberían hacerse responsables de mantener la salud de su personal, algo que no concuerda con enviarlos a interactuar con los clientes en pequeños espacios mal ventilados. Debido a que no hay apoyos federales suficientes para las personas o las pequeñas empresas, todos estamos atascados en esta situación, creando nuestras propias soluciones, ya sea que nos mantengan a salvo o no.

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