FYI.

This story is over 5 years old.

News

Vi cómo un hombre ardía vivo en Tel Aviv

El estado de Israel lo condenó al hambre y a la calle.

El 14 de julio del año pasado, una chica llamada Daphni Leef instaló su tienda de campaña en el Bulevar Rothschild en el centro de Tel Aviv. Protestaba contra el elevado costo de vida en Israel que la había dejado sin poder pagar su renta, y la falta de oportunidades para jóvenes que llevó a una amiga cercana al suicidio.

A las semanas, medio millón de personas se unieron a lo que se convirtió en la manifestación más grande en la historia de Israel. Ese fue el comienzo de un nuevo movimiento por justicia social en el país, llamado J14, y sus miembros exigen el fin del gobierno de los empresarios y el regreso del estado de bienestar.

Publicidad

El fin de semana, el J14 celebró su primer aniversario con otra manifestación a gran escala. El resultado no fue tan masivo como el año pasado, pero se estima que unas diez mil personas se reunieron en el Bulevar Rothschild para marchar por la calle Kaplan hacia el distrito financiero, gritando cosas como: “¡Justicia social para el pueblo!” y “¡El pueblo unido en oposición!”, mientras marchaban.

Daphni Leef (al frente y a la izquierda)

Cuando la marcha llegó a su destino, se convirtió en una gigantesca fiesta en las calles, con música y gritos que emanaban de todas direcciones.

Pero, repentinamente, las llamas se elevaron junto a la multitud. No se trataba de un basurero que unos chicos hubieran incendiado, como pensaron muchos de los que corrieron hasta el lugar para ver lo que sucedía. En lugar de eso, encontraron a un hombre de cuarenta y tantos, Moshe Silman, en llamas.

Aquellos que habían estado parados junto a Silman cuando estalló en llamas, nos dijeron que les había entregado varias copias de una carta antes de vaciarse una botella de líquido en la cabeza y prenderse fuego. Tras unos segundos de pánico, los espectadores lograron apagar las llamas con agua antes de que llegara el equipo de rescate.

Tenía fuertes quemaduras pero todavía se podía mover y, antes de que se lo llevaran en una ambulancia, se sentó en el pavimento con una paleta congelada que los paramédicos le habían dado para enfriarlo.

Publicidad

La carta que repartió antes de inmolarse era una carta de suicidio. Tenía su nombre y su información personal, y decía lo siguiente (la carta original fue primero traducida del hebreo al inglés):

"El estado de Israel me ha robado, me ha dejado sin nada, y la corte del distrito de Tel Aviv evitó que recibiera justicia. El encargado de admisión en la corte del distrito de Tel Aviv rompió la ley, obstaculizó los procedimientos legales, por mera condescendencia. Ni siquiera quieren ayudarme con mis cargos por alquiler.

Dos comités del ministerio de vivienda me han rechazado, a pesar de que sufrí un derrame cerebral y me concedieron discapacidad laboral al cien por ciento. Pregunten al director de Amidar [compañía inmobiliaria del estado], en Haifa, en la calle de Hanevi’im.

Culpo al estado de Israel.

Culpo a Bibi Netanyahu y al [ministro de finanzas] Yuval Steinitz, ambos basura, por la humillación que atraviesan los ciudadanos desfavorecidos todos los días, por quitar a los pobres y dar a los ricos, y a los servidores públicos, aquellos que sirven al estado de Israel.

Al instituto nacional de seguros [NIS], en especial al director de operaciones, y al director de su departamento de reclamos, en la calle Lincoln en Tel Aviv, quienes tomaron de forma ilegal mi equipo de trabajo de mi camioneta.

A la rama del instituto nacional de seguros en Haifa, quienes abusaron de mí durante un año hasta que me otorgaron discapacidad laboral. Pago al NIS 2,300 al mes en impuestos por mi seguro médico y todavía más por mis medicinas. No tengo dinero para medicina ni renta. No puedo reunir el dinero después de pagar millones en impuestos.

Publicidad

Estuve en el ejército, y hasta los 46 años estuve en servicio de reserva. Me niego a ser un indigente, por eso protesto contra todas las injusticias realizadas por el estado contra mí, y otros como yo…”

La manifestación del J14 debía ser una celebración por el inicio del movimiento por justicia social, pero, en lugar de terminar con una gran fiesta, todos se dispersaron cabizbajos. A Daphni Leef se le vio partiendo del lugar en lágrimas.

Qué efecto tendrá el acto desesperado de Moshe Silman en el movimiento es algo imposible de anticipar. Es difícil no compararlo con la inmolación del vendedor de fruta tunecino, Mohammed Bouazizi, que diera inicio a la Primavera Árabe. Podría dar fuerza al movimiento y acrecentar el celo de los manifestantes, o podría ahuyentar a las personas de las protestas, por miedo a que algo similar ocurra de nuevo.

Sólo 50 personas se unieron a la vigilia en el hospital, y se ofendieron por la rapidez con la que la multitud se había dispersado. Un manifestante me dijo:

“A la policía le tomó menos de una hora ‘desalojar la calle para el tráfico’, a pesar de que algunos activistas pidieron que nos dejaran quedarnos para absorber lo que había ocurrido. Que la vida continúe como si nada para aquellos en el poder no nos sorprende, pero lo que a mi me sorprende somos nosotros; un movimiento de protesta que se hace a un lado para dejar que el tráfico fluya.

"La distancia geográfica de la [adinerada calle] Rothschild hasta [el vecindario de la clase trabajadora] Hatikva es muy pequeña, pero hoy sentí, más que cualquier otro día, la verdadera distancia entre nosotros y ellos, y cómo, a pesar de todos nuestros esfuerzos por cerrar esa brecha, hemos fracasado por completo.

"Moshe Silman, el hombre que se prendió fuego, no está ‘loco’ ni ‘desquiciado’, es un ser humano completamente normal como tú y yo, que se había tropezado pero que no tenía a nadie que le extendiera una mano. Pasa todos los días, a toda hora, a muchas personas con historias distintas y variadas: un refugiado de Sudán, una mujer palestina en Jaffa, un beduino en un pueblo desconocido o Moshe de Haifa”.

El día de ayer se organizó otra manifestación a las 8pm frente a las oficina del gobierno en la calle Kaplan.

Sigue a Milene, Dan y Alice en Twitter.