Zlatan Ibrahimovic: Un héroe épico en nuestra era absurda
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Zlatan Ibrahimovic: Un héroe épico en nuestra era absurda

El Manchester United podría ser la última batalla para el guerrero nórdico.

Si viviéramos en los días de las sagas nórdicas, Zlatan Ibrahimovic habría tenido la mitad de una biblioteca dedicada a él. Es el niño que se crió en la nada para convertirse en rey. El niño que armado con su voluntad y talento se convirtió en un hombre capaz de destruir todo a su paso. En algún tiempo lejano, los hombres como Zlatan guiaban a sus peleadores a través del mar, tomaban pueblos por la fuerza, blandían hachas, bebían jarras de cerveza y comían cerdos salvajes sobre extensas mesas de madera.

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Pero esos tiempos se han esfumado. Vivimos en una era donde todo tipo de contenido tiene que vender, donde los hombres como Zlatan practican un deporte mercantilizado en todo el mundo, y donde las compañías de autos buscan a hombres como él para consagrar sus mitos en las mentes de los fans que miran cautivados.

El domingo pasado, al mismo tiempo que el celebrado sueco hizo acto de presencia en el futbol inglés por medio de un tremendo cabezazo en Wembley, recordé los comerciales de Volvo que plasman a Zlatan como lo que es: uno de los héroes épicos de nuestra absurda, fascinante, apasionante, atroz y capitalista época. Dos comerciales me vienen a la mente en particular. El primero se llama "Prólogo"; el segundo "Epílogo".

Sólo Zlatan puede tener dos comerciales de cuatro minutos con esos nombres dedicados en su honor. Sólo Zlatan puede hacer que estos comerciales se vean como escenas tomadas de Batman inicia, donde el sueco intenta encontrarse a sí mismo como Christian Bale en las aguas congeladas. Como sus nombres lo sugieren, los dos comerciales son el principio y el final de un mismo recorrido, acompañado de frases que sólo Zlatan puede decir: "Esta no es mi casa", pronuncia al principio de "Prologo", "provengo de un lugar diferente".

El héroe emerge de las sombras listo para la batalla. // PA Images

De hecho, proviene de la que fue alguna vez un complejo habitacional de asistencia social en Rosengård, Malmö. La narración continúa: "Mi madre es de Croacia". Un acorde cambia en la música de fondo, hay una pausa: "Y mi padre es de Bosnia" (de una villa cuya etnia sería exterminada tiempo después). Un padre musulmán que bebía, una madre católica propensa a arranques violentos: "Y crecí en este pequeño suburbio en Suecia".

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El "Epílogo", muestra a Zlatan en la cancha disputando su último partido con la selección sueca. Saluda a los fans, entra a los vestidores y después a las regaderas. Una vez más es el guerrero vikingo. Es el mismo hombre que en otro comercial de Volvo, recita el himno nacional de Suecia mientras acecha a un alce en los gélidos bosques del norte.

Sale del estadio donde encuentra a su esposa e hijos. Desde París hasta Malmö: el GPS los lleva a su destino. Atraviesa las calles de la capital francesa, los paisajes de la campiña, y se dirige al norte. Mientras maneja sobre el inspirador y aterrador puente de Copenhague a Malmö, la cámara mezcla imágenes de la casa donde Zlatan creció.

Después la cámara nos presenta el Rosengard Centrum. El guerrero ha llegado a casa. Cuelga su playera de Suecia sobre la reja de la cancha de futbol 5 —pagada por él y la cual porta su nombre—, y se retira con sus dos hijos: un mito moderno de Suecia realizado por una icónica compañía de autos; compañía ahora propiedad de una corporación china.

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Estos comerciales te dan una idea del porqué la llegada de Ibrahimovic a Inglaterra es tan atinada. Ninguna persona es tan épica como Zlatan. Ninguna liga hace las cosas como la Premier League. Ambos lo hacen con una ayuda enorme y absurda: en el caso de Zlatan, todos los sabemos; en el caso de la Premier League, lo reconocemos con toda seriedad.

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Tal y como la brillante y reveladora entrevista para Morwenna Ferrier de The Guardian demostró —concedida para el "evento mundial" de la presentación de la marca del sueco—, Zlatan es un hombre con una vida privada que dice cosas escandalosas por su efecto y que hace cosas de otro mundo simplemente por su deseo y talento.

Es el maestro del espectáculo, pero como el hombre inteligente y perspicaz que es, lo sabe a la perfección. Siempre ha destacado por su poca modestia en un país definido por su humildad. Suecia, a pesar de su celebrada democracia social, ha recibido a muchos inmigrantes pero ha tenido problemas para integrarlos. Zlatan, como siempre, es una excepción. A pesar de ser hijo de inmigrantes, se ha convertido en el sueco más famosos del mundo.

La carrera a nivel selección de Zlatan terminó, pero pasará mucho tiempo para que otro jugador sueco logre eclipsarlo. // Tolga Bozoglu/EPA

La Premier League —y las compañías de televisión que la han impulsado hacia la cima financiera— parece menos consciente de sus excesos. Se ha transformado en el vehículo para el lavado de dinero y en un escondite abierto para los abusadores de los derechos humanos. Cada vez más se define por personalidades extranjeras y cuotas infladas de transferencias. Manchester es ahora el punto focal de todo esto —la rivalidad entre Pep Guardiola y José Mourinho ha sido descrita en términos bíblicos—. Cada transferencia que pagan por un solo jugador podría alimentar y proveer un hogar a toda la población de indigentes de la ciudad por el resto de sus vidas. Mientras el país colapsa, su liga de futbol provee una distracción deslumbrante y embriagadora.

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Zlatan está fuera de esto pero también es un emblema de ello. Por una parte, odia a Guardiola y será un jugador clave para el desarrollo del psicodrama Pep vs. Mou. Por otra, es todo un líder rodeado de jugadores sin carácter. Es el mejor amigo de las marcas en una de las ligas favoritas de las mismas. Es un gran individuo en una cultura obsesionada con lo individual, a pesar de que la hazaña la realizó un conjunto llamado Leicester City.

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Zlatan cumplirá 35 años en octubre. Es muy factible que sea su última batalla. Es un nombre reconocido pero no es el futuro del futbol, y por lo mismo existe la sensación de que el Manchester United es como la Major League Soccer para Zlatan: una leyenda que da su último respiro antes de encaminarse al sol; un fichaje que satisface los bolsillos de unos cuantos, en lugar de ayudar al equipo.

Pero a pesar de todo esto —es decir, la decisión absurda de la Premier League para aventar cantidades obscenas de dinero en tiempo políticos difíciles; la sensación de que los últimos días de Roma están siendo repetidos ante nuestros ojos y la sospecha de que Zlatan no puede ser el jugador que alguna vez fue— es tóxico y peligroso tener a la leyenda nórdica caminando entre nosotros. Además, dado que en el Barcelona cubrió menos terreno, en una ocasión, que el portero Víctor Valdés, sería estúpido pensar que Zlatan requiere del vigor de un joven para crear peligro en la portería rival. Pues como dijo para MUTV —unas 50 veces— en una entrevista, él ha llegado para "ganar", para ser un "dios" comparado con el rey que fue Eric Cantona.

No hace mucho pescó la recompensa más grande de su vida. Sin duda es un gran presagio. Odín está satisfecho. Zlatan sigue siendo su hijo favorito.

@oscarrickettnow