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FIGHTLAND

El Culto: Ricky Hatton

El miembro de esta semana en "El Culto" es Ricky Hatton, un chico común y corriente que nació con un talento peculiar para los golpes.
Illustration by Dan Evans

El miembro de "El Culto" de esta semana es un hombre sencillo que nació con un talento de clase mundial para subirse a un cuadrilátero. Puedes encontrar las demás entregas aquí.

Grado de culto: Un tipo común y corriente

Existe una fotografía de Ricky Hatton que sintetiza su personalidad mejor que mil palabras. Ricky, alias "The Hitman", yace sentado en una cantina, con los ojos morados e hinchados como un panda, mirándote sin comprender y sosteniendo un tarro de Guinness. No sólo es un tanto aterrador —como cuando le tiras a alguien su cerveza en un bar localizado en la parte más ruda de la ciudad y todos los presentes se quedan callados observándote—, también es reconfortante, como cuando comentes el mismo error de la cerveza pero esta vez el dueño del tarro no tiene la menor intención de abrirte la cabeza con el mismo.

Engloba a la perfección lo que es Hatton. A lo largo de su carrera siempre se comportó de las dos formas: aterrador y reconfortante. Aterrador en el sentido en que en sus mejores tiempos lució, habló y peleó como si hubiera practicado boxeo a mano limpia desde que tenía tres años; reconfortante por el hecho que nunca se tomó las cosas tan en serio, siempre tuvo un gran sentido del humor —se burlaba de sí mismo sin piedad—, y en general se veía como el tipo con el que te gustaría tomar una cerveza bien fría.

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A pesar de haber viajado por todo el mundo durante su carrera como boxeador, el calificativo "chico del barrio" resume lo que es Hatton. Nacido y criado en Hyde, Ricky jamás ha vivido lejos del área de Greater Manchester. Su representante siempre fue su padre, Ray, quien también supervisó a su hermano menor y compañero de profesión Matthew Hatton; su querida madre aún trabaja en el puesto de alfombras de Glossop Market. El entrenador que lo acompañó en el 90 por ciento de sus peleas fue otro hombre del mismo lugar, Billy Graham, en cuyo gimnasio entrenó casi toda su carrera. Su actual morada es una mansión llamada "Heartbreak Hotel", localizada a la vuelta del lugar donde creció y donde vive con su prometida también nacida en el mismo barrio. Es seguidor del Manchester City, su canción preferida para entrar al ring era "Blue Moon", y siempre vestía colores azul cielo.

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Ricky está tan arraigado a su lugar de nacimiento que su amigo famoso más cercano es Wayne Rooney, a quien probablemente conoció un día cuando fueron a comer al mismo lugar. Incluso cuando era boxeador activo no le importaba desayunar en uno de los lugares baratos de la ciudad llamado The Butty Box. Ricky es tan sencillo que su pasatiempo preferido consiste en jugar a los dardos mientras toma unas cuantas cervezas en The New Inn. Si comparas a Hatton con Floyd Mayweather, a quien enfrentó una vez, la diferencia en sus estilos de vida es tan radical que no lo creerías. Mientras que el mejor amigo famoso de Mayweather es Justin Bieber y su pasatiempo es comprar las cosas más costosa en el mundo, Hatton sale a platicar con Joey Barton. Mientras Mayweather siempre pareció vivir para el boxeo sin descansar un solo día, Hatton subía 40 libras entre peleas, bebía como pez y, no es broma, su comida previo a una pelea era su desayuno completo, o fry-up como se le conoce por esos lares. Definitivamente no es una buena idea comer algo así antes de tu juego dominguero de futbol, y mucho menos antes de 12 asaltos donde vas a recibir golpes.

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Punto de entrada: Medio

Su forma de ser es lo que termina siendo el único problema para el legado de Ricky. En ocasiones su personalidad desinteresada —un chico más de Hyde al que le gustaban los golpes— se percibe como un impedimento a la hora de discutir su lugar como uno de los más grandes boxeadores de Gran Bretaña. Aunque sus logros lo colocan entre los mejores, inevitablemente la gente siempre termina hablando de aquella vez cuando subió al ring con su traje de gordo para burlarse de su apodo "Ricky Fatton" y de su estilo de vida.

Si estás buscando una comparación directa con otro deporte, entonces Ricky Hatton es el equivalente de Gazza. A menudo la gente olvida que en sus mejores tiempos Gazza fue un futbolistas talentoso que cualquier equipo en el mundo habría querido tener. No era Messi, Maradona o Cruyff, pero de todos modos era de clase mundial. Lo mismo Ricky Hatton.

Sin embargo, Gazza no es tan conocido por sus habilidades, sino por su humilde personalidad, su sentido del humor, y los demonios de sus adicciones que se liberaron cuando ya no eran apaciguados por la pasión de toda su vida.

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Hatton comparte algo de esto. A pesar de haber sido uno de los mejores peleadores de su generación con un talento natural, una pegada tremenda y un corazón aferrado, la gente suele recordarlo por sus payasadas y sus problemas con el alcohol y las drogas.

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Pero también se trata de un ex campeón mundial en dos divisiones diferentes, nombrado Peleador del Año por The Ring Magazine en 2005, poseedor de los cetros junior wélter AMB, FIB, OIB, al igual que el cinturón wélter de la AMB. Es cierto, su estilo de pelea frontal y a base de presión constante tal vez no haya sido tan habilidoso como el de algunos boxeadores de su división, y tal vez su estilo de vida le impidió alcanzar la élite del boxeo como a Pacquiao y Mayweather.

No obstante, su golpeo letal y astuto al cuerpo fue suficiente para ganar grandes batallas ante peladores como Castillo, Collazo, y Kostya Tszyu, y debería ser suficiente para nombrarlo el mejor peleador de peso wélter en la historia de Gran Bretaña. Nada mal para un chico común y corriente de Hyde.

El momento: Hatton vs. Tszyu, pelea por el campeonato junior wélter FIB, 4 de junio de 2005

A pesar de las dolorosas derrotas ante Pacquiao, Mayweather y Senchenko, la pelea de Hatton que será recordada es su sorpresiva victoria ante uno de los peleadores libra por libra de aquel entonces: Kostya Tszyu. Hatton llegaba a la pelea como el menos favorito, como era costumbre. Había ganado algunas peleas con nocauts impresionantes antes de ese enfrentamiento, pero el ruso-australiano Tszyu sólo había perdido una vez en su carrera y había sido campeón por más de una década.

Con todas las probabilidades en su contra, Hatton disputó la pelea de su vida ante 22 mil fanáticos que abarrotaron la Manchester Evening News Arena y entonaron el nombre de su peleador. Luego de un rápido inicio por parte de "The Hitman", Tszyu poco a poco recuperó el control de la pelea a base de experiencia. Conforme la batalla se fue desarrollando, ambos boxeadores jugaron sucio, conectando golpes bajos y utilizando tácticas agresivas, pero la presión de Hatton, su corazón y sus letales golpes al cuerpo comenzaron a mermar al campeón.

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Después de unos cuantos asaltos al puro estilo de Rocky, Tszyu ya no salió de su esquina en el round doce, provocando la celebración de Ricky. Suponemos que celebró con un tarro de cerveza en mano y unos cuantos juegos de dardos.

Últimas palabras

"Tengo problemas con mis piernas, no puedo pasar de largo un negocio de comida".

Lo bello y malo de la carrera de Ricky Hatton resumido en una oración.

Texto @williamwasteman / Ilustración @Dan_Draws