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Música

En la era del internet, todos vivimos en una cultura de la indignación

La moral virtual es a la virtud real lo que el sexteo es al sexo real.

En el internet, tú eres el juez, jurado y verdugo, y no puedes dar tu veredicto con un sólo clic. Como la indignación generalizada en las redes sociales esta semana en torno al productor lituano de house Ten Walls y sus estúpidos comentarios respecto a la homosexualidad nos recordaron, vivimos en la cultura de la indignación.

Para adecuarse al lapso de atención en constante detrimento de la audiencia del Internet, hay menos espacio que nunca para las insinuaciones o las sutilezas en el estado actual del ciclo del contenido digital. Las historias vienen preparadas en rebanadas, bocados cortados listos para ser masticados y escupidos para al final de tu lectura. Con eso surge un patrón inquietante. ¡La ofensa! ¡La indignación!¡La respuesta! ¡La defensa!¡Lo que sigue!

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No hay nada inherentemente malo con la indignación - las declaraciones de Ten Walls fueron innegablemente indignantes e incorrectas - pero la forma en que la generación del internet avanza a través del proceso de amonestación electrónica utiliza un discurso bastante superfluo. En muchas maneras, es una formulación de nuestra banal relación con el desapego de la vida real.

Así te ves en el internet // foto vía Twitter

En la cultura de la música electrónica en particular, la indignación puede tener menos que ver con un profundo sentido de la moral y más con la inclusión de una comunidad virtual. En el más general de los términos, es una comunidad cuya membresía se encuentra definida por un "nosotros" y una reflexiva exclusión de "ellos". Cuando algo desagradable ocurre, el actor malo se convierte en una piñata mala; son pararrayos digitalizados de situaciones mucho más grandes, forzados a pasar el día entero en la horca sin importar lo sinceras que hayan sido sus disculpas. Se forma un zeitgeist temporal alrededor del contenido que solía ser la vida del acusado.

La cultura de la música dance siempre ha sido una institución para los raros, y hasta cierto punto los rituales como estos, son la forma que tenemos para protegernos de los invasores en los márgenes y definir qué somos y que no somos. La cultura de la música electrónica alguna vez fue el lugar donde los raros encontraban un hogar, pero a menudo, en nuestros esfuerzos por mantener ese santuario, negamos nuestro deber mayor para guiar a algunas almas hacia la iluminación. Memes y 140 caracteres a menudo son suficientes para mostrar los verdaderos problemas detrás de todos esos fervientes clics.

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La cacería de penachos

Photo via EDMSauce.com

En 2014, Lightning in a Bottle se convirtió en el primer festival en prohibir abiertamente la gente usando penachos de culturas nativas americanas, una moda casi omnipresente en los festivales de todo el planeta. Más adelante el mismo año, Bass Coast Festival siguió la tendencia. Casi igualando los niveles de sentimentalismo desde una perspectiva estilística, la práctica no fue realizada en nombre de la moda, sino debido a los 500 años de subyugación por parte de los gobiernos americanos y canadienses que siguen soportando en la actualidad los indígenas norteamericanos.

Con respecto a LIB, éste fue un noble gesto por parte del DoLaB, una promotora que ha promovido la cultura progresista y tiene fuertes conexiones con las tribus indígenas, cuyas tierras han sido utilizadas para organizar eventos en el pasado. Sus fans canalizaron su apoyo a través de las redes sociales y la vida real, utilizando frases pegajosas como "apropiación cultural" y "refuerzo de estereotipos" en una tormenta de virtud. Acertadamente, en 2015, alguien que porte un penacho en cualquier festival grande de la costa oeste, será causa de ira por parte de sus semejantes, o al menos se ganará un sermón relacionado a la sensibilidad cultural.

Aún así, si la consideración de la cultura de los festivales hacia las comunidades de nativos americanos y primeras naciones, fuera un pensamiento consumado, aún habría acciones que se extienden más allá de la prohibición de los penachos. En eventos como Lightning in a Bottle, existen varios talleres dirigidos y en honor a un sentido general de espiritualismo indígena. En un festival más mainstream como Coachella, sin embargo, la mayoría de la gente sabe que es incorrecto usar penachos por que es algo "ofensivo", pero rara vez consideran por qué. o analizan lo que podría ser insensible o irrespetuoso hacia la gente en esta tierra antes de que los europeos se adueñaran de ella.

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Los creativos estilos de los Burners // Foto vía Scott London

Otra tendencia de moda que no tiene rival en la cultura rave del desierto es mejor descrita como el "chic beduino", una adaptación de franjas decorativas en telas con colores claros, que a menudo se usan en la cabeza. Creada originalmente como una forma para competir con el calor y los entornos llenos de viento y arena en los cuales habitaban las tribus nómadas de los desiertos arábigos y norafricanos. Como es del conocimiento de algunos americanos, muchos civiles de la península arábiga incluso han sido desalojados como un resultado directo de las políticas exteriores de América y Europa en el Medio Oriente. En teoría, tomar prestado de un pueblo oprimido por el gobierno de EEUU, podría caer en el mismo escrutinio que los penachos de los nativos americanos. Aún así, sin haber ingresado al ciclo de la indignación, el problema ni siquiera ha sido considerado.

Finalmente, politizar la vestimenta de un festival es una labor superficial. Sería de mayor utilidad para la comunidad si nos involucráramos en un análisis más profundo acerca de nuestro pensamiento global. Tomar prestado de otras culturas, cuando se hace de forma considerada y respetuosa, puede fomentar un crecimiento cultural, y es una piedra angular de las identidades americanas y canadienses. La cultura de los festivales, se encuentra construida sobre la premisa de la libertad de expresión desenfrenada. Al menos, podemos estar de acuerdo en que los penachos, incluso como apropiación cultural, son una trasgresión de ignorancia, sin la intención de causar daños, pero ¿qué tal cuando la indignación es provocada de una manera mucho más agresiva?

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Comer, dormir, indignarse, repetir

Al cubrir el primer fin de semana en Coachella este año, publiqué en Twitter una foto de un tipo con una camiseta con la que ahora se ha convertido en una infame frase: "Eat Sleep Rape Repeat" (comer dormir violar repetir).

Una vulgar adaptación del track de 2013 de Fatboy Slim titulado "Eat Sleep Rave Repeat", la foto en Twitter de la ofensiva camiseta fue rápidamente utilizada por medios de todo el mundo y la avalancha de indignación fue veloz e innegable. Las reacciones fueron en gran medida de shock, repugnancia, y desaliento. Aún así, una minoría vocal sugirió ejercer alguna forma de violencia hacia el portador de la camiseta.

Por supuesto, la gente dice mierda en el internet que a menudo no es verdad. Aún así, si aquellos ofendidos por la representación de violencia sexualizada estuvieran genuinamente interesados en limitar el mensaje, el hecho de sugerir que alguien ejercerá violencia vengativa sobre su portador es algo hipócrita. Los mensajes violentos no se resuelven a través de actos de violencia, física, verbal o digital.

Aunque la respuesta del internet hacia la camiseta y el portador fueron vehementes, la reacción en la vida real en Coachella fue dócil en comparación. ¿Alguien le dijo que la camiseta era ofensiva? ¿Alguien del festival le pidió que se volteara la camiseta o se retirara? ¿Fue acosado por hordas de gente defendiendo los derechos de las víctimas de abuso sexual? No que sepamos. En un espacio donde la indignación podría haber tenido un impacto, la indignación no ocurrió. En contraste, la indignación del internet se ha convertido en una pantomima. THUMP nunca identificó al portador de la camiseta, pero otros medios sí, orillándolo a desaparecer de las redes sociales, y llevándolo hacia el anonimato (tanto como es posible en la era digital).

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Tanto como la pantomima, la indignación es a menudo terminante, mal dirigida, y mal informada. Muchos individuos (y algunos blogs) identificaron erróneamente al fotógrafo (yo) como el portador de la camiseta. Personalmente, pude soportar la avalancha de tweets y mensajes de Facebook enfurecidos, pero si alguien no se toma el tiempo de leer un enunciado para ponerse en contexto, ¿qué derecho tienen para opinar de manera tan agresiva en el asunto? En línea, nuestras críticas en contra de objetivos humanos (virtuales) es amplificada, pero no se requiere rendir cuentas para aquellos que emiten su juicio. Las ramificaciones de las acciones de la gente en el internet ocurren en la vida real, pero para muchos, estas virales cacerías de brujas son juegos que jugamos en Facebook y Twitter parecidos a Angry Birds o Farmville.

La locura mediática y la caída de Ten Walls

Nada de esto es con el fin de reducir la importancia de estos problemas, pero a veces la respuesta hacia ellos opaca su resolución. El jueves, 4 de junio, el medio Gay Star News escribió un artículo acerca del productor lituano de house quien escribió un delirante mensaje de Facebook lleno de odio en contra de la homosexualidad. La publicación original en lituano, no fue entendida hasta unos pocos días después, cuando un activista lituano le diera una traducción al inglés a Gay Star News . Incluso en ese momento, la historia no llegó a los medios musicales hasta la noche de domingo y mañana de lunes - casi una semana después de que se publicara el mensaje ofensivo.

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Una vez que fue recibido, la historia viajó a través de todos los medios de la música electrónica de forma casi instantánea. Mientras se esparció la historia, los organizadores de festivales, artistas, y promotores se movilizaron tan rápido como fue posible para cancelar los eventos de Ten Walls y distanciarse de él antes de que los alcanzara el público indignado.Luego de años de trabajo continuo como productor y DJ, y sólo un año después de publicar el tema que lo llevo a la fama, "Walking With Elephants", un track del top 10 en Reino Unido, la carrera de Ten Walls se acabó en cuestión de horas.

Ciertamente, Ten Walls no fue el primer homofóbico dentro de la cultura de la música dance. Aunque la escena se originó en clubes gay, desde entonces fue dirigida por heterosexuales, algunos de ellos indiferentes ante los orígenes de la cultura gay. Ten Walls tampoco será el último homofóbico dentro de la cultura de la música dance. Pero la firme reacción a sus comentarios tampoco fue parte de un esfuerzo mayor para frenar las políticas y sentimientos anti-gay, sino que fue una demostración de una solidaridad limitada y tal vez superficial en contra de la expresión de una idea que es considerada (justificadamente) como inapropiada para la audiencia de mente abierta y teoréticamente inclusiva de la música dance.

Esta evolución del compromiso social a través de la ira en internet ha sido simbiótica entre los medios y las audiencias. Justo como las publicaciones impresas alguna vez se encontraron motivadas por los suscriptores, los medios del internet, se encuentran motivados por los clics. Los clics mantienen las luces prendidas. Dado el apetito por la indignación, avergonzar a alguien por su homofobia puede ser un golpazo de tráfico, junto con la prosperidad de tráfico causada por las historias secundarias acerca de cómo la industria o la comunidad lucharon por la causa. El imperativo para cualquier medio es seguir los números. Si la gente sigue dando clic, las publicaciones seguirán llegando.

En gran medida, la prohibición de los penachos no hq tenido efecto en la vida de los nativos americanos. La tsunami de tweets en torno a la tonta camiseta de este tipo en Coachella, ha tenido muy poco efecto en el predominio de la cultura de la violación en América. Ten Walls, al igual que el gobierno de su país de origen, Lituania, muy probablemente siga siendo homofóbico (aunque tal vez ahora sea lo suficientemente listo para no publicar al respecto en Facebook). La cultura de la indignación que se alimenta con estas historias está limitada a su efectividad porque opera en un vacío en línea. El clamor de las redes sociales no se manifiesta en el mundo real donde ocurre la vida real, y las lecciones que podríamos aprender y el progreso que podríamos lograr podría desaparecer tan rápido como las historias desaparecen de tu línea de tiempo. Es como si el mundo real le sirviera al mundo en línea, y no al revés.

¿Cómo convertimos la indignación del internet en un cambio verdadero en la vida real? Si algo te parece ofensivo, ten una conversación verdadera al respecto con gente de verdad, escucha las opiniones de los demás y entiende las implicaciones de lo que casi siempre es una situación disfrazada. La indignación por el bien de la indignación es una labor inútil, pero se adecúa a los cortos intervalos de atención y paso veloz del internet también. Tal vez si todos asumimos responsabilidad por nuestra indignación, podamos utilizarla para impactar a la sociedad. Gritar con una horda de extraños digitales en el vacío no lo está logrando.

_¿Ofendidos? ¿Indignados? Cuéntenselo a Jemayel Khawaja en Twitter._