Hey, ¿qué tal va? ¿Guay todo? Ya sé, la semana es durilla, sí. Pero bueno, estar sentado delante del ordenador no es tan malo como, qué sé yo, estar colgado de un aro de baloncesto y sin camiseta. Por decir algo.No tengo ni idea de por qué este buen hombre quedó atrapado en lo alto de una canasta con una camiseta menos y un martillo más de lo que suele ser habitual entre los seres humanos, pero creo que una explicación posible podría tener que ver con las drogas. Con muchas drogas. Cuáles exactamente no lo sé, pero hay unas cuantas a las que perfectamente podríamos asignar la culpabilidad de esta especie de combate de ocho minutos entre un hombre y un círculo de metal.La policía, posiblemente aturdida por el surrealismo de la situación, se quedó mirando el suceso cuando llegó. Parecían tan impotentes como el hombre al que miraban, seguramente porque estaban reflexionando sobre la vacuidad de la existencia y sobre la cadena de decisiones que habían llevado a ese individuo a terminar subido a una canasta de baloncesto.Al final se presentaron los bomberos y rescataron al hombre como si de un gato se tratara. Probablemente se tratase del gato más triste y jodido que hayáis visto en la vida —y seguramente el único que llevase un martillo consigo, eso también.