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Mi primera pelea: Rory MacDonald

En la primera edición de nuestra nueva columna sobre peleadores y sus historias de origen, conversamos con Rory MacDonald sobre su niñez, el hockey y la kimura que lo cambió todo.
Photo by Brandon Magnus/Zuffa LLC

Todos —o casi todos— aman una buena historia de origen. Desde el Nuevo Testamento hasta las infinitas muertes de los padres de Bruce Wayne y el tío de Peter Parker, estamos fascinados por los catalizadores, epifanías, y momentos clave que hacen a las personas lo que son.

Con esto en mente, Fightland ha decidido conversar con nuestros peleadores profesionales y amateurs favoritos, y entusiastas sobre el primer momento que los marcó y que los inició en su viaje por las artes marciales. Ya sea que haya sido su primera pelea oficial, su primera sesión de sparring, o incluso un pleito cualquiera en la calle o en el patio de recreo, ¿cuándo fue la primera vez que estos guerreros del futuro se dieron cuenta que el combate era algo que querían y podían hacer?

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En "Mi primera pelea" de hoy, conversamos con el peleador de peso wélter de la UFC (por el momento) Rory MacDonald sobre una clase que lo cambió todo.

Raya en los melodramático decir que Rory MacDonald estará peleando por su vida cuando entre en el octágono para enfrentarse a Stephen Thompson en el combate principal de la cartelera UFC Fight Night, vendida por completo, en Canadá el 18 de junio, pero es cierto que peleará por su sustento. La pelea es la última de su actual contrato con UFC, y MacDonald, quien pronto será agente libre, sabe que una victoria sobre su amigo y compañero contendiente a la corona de peso wélter será una herramienta de negociación bastante efectiva para enfrentar su siguiente paso en su carrera.

"Esta pelea tiene un toque diferente. Después de la última pelea, supongo que tomaré las cosas una forma un poco más seria financieramente hablando", dice MacDonald sobre la pelea. "Al final del día también es mi trabajo. Esta carrera es muy corta a pesar de la diversión que es entrenar y ser exitoso, por todas las dificultades y dichas en todo el proceso. Si los ves de un perspectiva más amplia, no sólo tengo que ver por mi mismo para llegar al final de mi carrera, sino también dejar algo para aquellos de los que cuido".

Para MacDonald no se trata de una pelea por el dinero, ni tampoco un caso de insensible oportunismo. Simplemente intenta ver por sí mismo y por aquellos cercanos a él mientras se mantiene firme en lo que cree. Después de todo, es lo único que siempre ha querido hacer.

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Foto por Mike Roach/Zuffa LLC

Al igual que muchos canadienses, la primera incursión de MacDonald, nacido en Columbia Británica, dentro del mundo deportivo fue por medio del hockey. Sin embargo, a diferencia de sus compañeros Canucks, su corazón nunca estuvo entregado por completo a dicho deporte. "Mi padres querían que jugara hockey por muchos años, así que estuve un tanto distraído por eso, pero empecé a perder el interés a los 13 o 14 años".

Para el joven fanático de UFC y futuro Red King, las artes marciales mixtas le proveyeron la inmediatez y el poder que el deporte nacional de invierno del gran norte blanco ni siquiera estaba cerca de replicar. "El hockey es un juego divertido, pero no es tan real como combatir. Creo que [las artes marciales] son puro instinto humano, sin duda".

Las peleas a puño limpio sobre el hielo tampoco eran particularmente una opción llamativa —o legal— para él en aquel punto de su vida deportiva. "No nos dejaban pelear a esa edad" recuerda. "Pero era un niño rudo".

Sin embargo, debió satisfacer ocasionalmente su agresividad e instinto asesino por medio de actividades menos admirables en aquellos días. "Solía buscar pleitos", dice con una carcajada.

Cuando Rory tenía 14 años, encontró una mejor salida para sus atributos. Su padre lo llevó a Toshido MMA en Kelowna, BC, para su primera clase de artes marciales. MacDonald aprendió una kimura desde la guardia aquel día. Después tomó clases de muay-thai y lanzó sus primeras patadas. Desde entonces no ha parado.

"De verdad me di cuenta por qué amaba hacer esto. Era algo que quería hacer", opina de aquel momento. "No sabía si podría hacerlo porque no tenía la confianza, tal vez. Pero supe que era algo que realizaría por el resto de mi vida".

Doce años después, su único arrepentimiento es que tuvo que esperar tanto tiempo para tomar el primer paso. "A veces deseo haber empezado más chico, en lugar de haber jugado hockey. Aunque el hockey fue divertido por unos años, creo que mi interés real fue siempre las artes marciales".