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Los dueños del quiosco de Brooklyn que vendió marihuana sintética nociva temen represalias

Los propietarios de los comercios, en su mayoría de origen yemení, están preocupados por las consecuencias del último incidente que resultó en el ingreso de urgencia de 33 personas afectadas por una sobredosis de la sintética sustancia.
Foto di Frank Franklin II/AP

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La semana pasada el negocio funcionó como cualquier otra en los pequeños colmados y quioscos como el Day&Night Delidel barrio de Bed-Stuy, en Brooklyn. Hasta que apareció un vídeo filmado a través de Facebook Live en el que se veía a decenas de personas dando tumbos como zombis por las calles del barrio. Gente que se desmayaba y gente que convulsionaba. La cosa se volvió viral. Y entonces llegó el turno de los policías y de las unidades móviles de periodistas.

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Al final fueron hospitalizadas 33 personas tras haber padecido una sobredosis infligida por una mala remesa de marihuana sintética, una sustancia que se comercializa habitualmente bajo nombres como K2 o Spice. Los quioscos más cercanos a la intersección de Broadway y Myrtie Avenue habrían vendido la sustancia ilegal por detrás de sus mostradores. Sin embargo, cuando el miércoles pasado la policía registró cinco quioscos de Brooklyn no encontró nada. Solo se detuvo a tres personas por vender cigarrillos de contrabando.

Sami al-Zindani, que trabaja en el quiosco Day&Night, reconoce que algunas tiendas venden K2 y Spice, pero él presume de no ser uno de los que lo hace. "La gente me pregunta si tengo y cada día tengo que lidiar con ellos, es un dolor de cabeza. He atrapado a mucha gente intentado robar en el quiosco, la mayoría colocados de K2".

"Para mí la respuesta está clara: haram", dice empleando la voz árabe que significa prohibido. "Desde que trabajo aquí jamás lo he vendido", añade.

La mayoría de los quioscos de la zona son propiedad de ciudadanos yemeníes como Zindani. A él le preocupa que, en adelante, sean ellos quienes sean acusados por las grotescas sobredosis. Basta con hablar con un trabajador de otro quiosco cercano para comprobar que sus sospechas tienen razón de ser.

Una mala remesa de marihuana sintética convierte Brooklyn en tierra de zombis. Leer más aquí.

"Son los que trabajan en los quioscos, en los colmados árabes, los que están vendiendo K2", asegura Eddie Blanco, un tatuador del barrio. "Es una manera de mierda de hacer dinero rápido. Estamos viviendo una nueva era en cuanto a drogas. Y da mucho miedo. Es nocivo y perjudica a la imagen del barrio"-

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El problema del K2 en Nueva York no solo existe en Brooklyn. La droga es barata — un porro cuesta un euro— y se la responsabiliza de haber provocado más de 6.000 sobredosis a lo largo y ancho de la ciudad desde 2015. Dos de ellas terminaron con la muerte de sus respectivos consumidores.

El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, suscribió una normativa el pasado mes de octubre, que ilegalizaba una serie de fármacos que se emplean para producir la marihuana sintética. Por su parte, las autoridades de la ciudad presumen de haber cortado el suministro", tras haber redoblado la persecución sobre los proveedores. Solo este año, el departamento de policía de Nueva York ha llevado a cabo más de 180 detenciones relacionadas con el K2 y se habría incautado de más de 13.500 kilos.

'La gente me pregunta si tengo y cada día tengo que lidiar con ellos, es un dolor de cabeza. He atrapado a mucha gente intentado robar en el quiosco, la mayoría colocados de K2'.

Pero a pesar de las represalias, el K2 sigue gozando de la misma popularidad y se puede conseguir por todas partes. Uno de los problemas que genera, es que sus productores, casi siempre laboratorios indios o chinos, se dedican a cambiar constantemente el principio activo de la sustancia. De tal manera, logran emplear ingredientes que todavía no han sido prohibidos por la legislación estadounidense, lo cual genera un vacío legal. Este lunes, el senador Chuck Schumer ha comentado que planea introducir una nueva legislación en la que se prohibirán otros 22 componentes que se emplean para producir K2.

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Los vendedores, por su parte, intentan eludir problemas legales y prefieren no vender K2 en bolsitas que llevan inscrita la leyenda que reza: "no destinado al consumo humano". Las bolsas contienen una mezcla de hierbas que han sido rociadas con una misteriosa combinación de químicos, lo cual se traduce en que los efectos y la potencia del K2, varía mucho entre remesa y remesa.

Según estipula la ley actual de Nueva York, cualquiera que sea apresado vendiendo K2 se enfrenta a ser acusado de una falta que puede ser castigada con hasta un año de prisión y con multas que rebasan los 100.000 dólares. "Los vendedores también se exponen a ser perseguidos legalmente y a ser desalojados de sus edificios por ser un "estorbo público".

En declaraciones a VICE News, el asistente del inspector jefe de la policía de Nueva York, Patrick Conroy, ha asegurado que su fuerza de seguridad planea redoblar su presencia en Bed-Stuy para combatir la plaga de K2. "La verdad es que en ese barrio en particular y en esa intersección en concreto hemos llevado a cabo múltiples registros legales y hemos detenido a mucha gente. De hecho, muchos de nuestros equipos trabajan en la misión de combatir ese problema", ha comentado. Conroy también ha comentado que a lo largo de las próximas semanas existirá una mayor presencia policial en la zona.

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VICE News se ha paseado por cinco quioscos distintos de la zona donde se declararon las sobredosis en masa. Todos sus empleados han negado vender K2. Uno de ellos empezó a actuar erráticamente solo escuchar la palabra.

"No lo he vendido en mi vida — no es bueno para el negocio ni para nosotros", asegura Hafez Mozab, otro propietario yemení. "Puede arruinarte la vida y tu reputación. Yo tengo un hijo. No me puedo permitir vender eso aquí".

Muchos vecinos de Bed-Stuy que han conversado con VICE News han señalado al quiosco Big Boy Deli — situado en las inmediaciones de la boca de metro de Myrtle Avenue — como el centro neurálgico de la distribución de K2 por el barrio. El quiosco fue uno de los registrados por la policía la semana pasada. Yeyhi Thabet, el hijo del propietario de la tienda, fue detenido después de que la policía descubriera 11 paquetes de cigarrillos desprovistos del certificado legal necesario.

Thabet está trabajando detrás del mostrador. Le preguntamos por lo sucedido, pero niega vender K2 y se niega también a decir nada más. Frente a él, unos metros más allá de la caja registradora puede leerse hoy un cartel rojo y negro que le ha suministrado el ayuntamiento. El cartel lee: "K2: 0 por ciento de marihuana. 100 por ciento perjudicial. Aquí no se vende K2".

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