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VICE World News

Sobre cómo el ejército de Estados Unidos se está preparando para las amenazas hostiles a sus satélites

El ejército está tratando de fabricar y lanzar satélites pequeños de forma rápida y barata. El problema es que llegar y operar en el espacio no es rápido ni barato.
Imagen vía ORS

El ejército de Estados Unidos es muy dependiente de su tecnología en el espacio exterior. En concreto, de los satélites que permiten las comunicaciones en lugares de difícil alcance, que suministran un sistema de teledirección para las armas de precisión y que generan la valiosa inteligencia necesaria para mantener a sus enemigos bajo control

Esto no ha escapado a los enemigos de los EEUU, que estarían encantados de neutralizar las actividades militares norteamericanas en el espacio. Durante su reciente comparecencia en el Capitolio, el general John Hyten, comandante de la Fuerza Aérea Espacial, reiteró algo que con frecuencia es comentado por el alto mando en el ámbito de la seguridad espacial: el espacio ya no es un santuario. Los adversarios están desarrollando habilidades para combatir la ventaja asimétrica que el espacio proporciona a los cazas espaciales norteamericanos. El comandante Hyten afirmó que el espacio se está convirtiendo en un lugar cada vez más "congestionado, disputado y competitivo".

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Los actuales satélites estadounidenses son máquinas grandes, caras y complejas que pueden costar más que los bombarderos furtivos -y, en algunos casos, casi tanto como los portaaviones. Las razones por las cuales el gobierno sigue produciendo estos gigantes y costosos satélites abarcan una compleja variedad de motivos, en los que se mezclan la estrategia adquisitiva del gobierno, la física y la política. Sin embargo, más allá del auténtico motivo, parece que ahora existe un impulso deliberado por romper moldes y dejar atrás esos comportamientos.

Comoquiera que construir la actual generación de satélites militares lleva tantos meses, reemplazar un satélite caído por culpa de alguna acción hostil [o por las toneladas de desechos orbitales - es decir, de basura espacial - comprimida alrededor de la Tierra que viaja a miles de kilómetros por hora] también significaría una gran inversión de tiempo. De tal manera, la oficina del Espacio Operacional Receptivo (ORS) está estudiando de qué maneras combatir la lentitud de la reacción. "Receptivo" es la palabra clave del acrónimo, la que subraya el deseo de presentar una nave espacial nueva, sencilla y económica capaz de responder rápidamente a las necesidades de un comandante militar, y ahorrarse el derroche de décadas y millones de dólares que cuesta la tarea habitualmente.

Una de las mayores lagunas del departamento de Defensa norteamericano (DOD) - al cual pertenece la ORS - es el abismo que separa el equipamiento que las tropas necesitan realmente, y la manera en que ese nuevo equipamiento es obtenido a través del enrevesado proceso de adquisición del departamento de Defensa. La ORS espera que gracias a su aproximación receptiva al espacio, se puede mejorar el vínculo entre los Comandos de Combate Unidos (UCC), que son los que se encargan de batallar, y la infraestructura de adquisición espacial.

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La oficina fue constituida en 2007 y desde entonces ha lanzado dos satélites de fabricación propia y se ha hecho cargo de proyectos de lanzamiento rápido como el programa TacSat [Satélite Táctico]. El Tac-Sat-3, originalmente presentado en 2009, fue diseñado como una plataforma de imágenes capaz de obtener fotografías extremadamente sofisticadas de la Tierra bajo cualquier tipo de condiciones. Sin embargo, la auténtica novedad del Tac-Sat 3 no era su cámara; era su chasis estandarizado, más conocido como satélite artificial, que constituía la parte nuclear del satélite y que era la parte responsable de sus funciones básicas. El satélite artificial facilita que se puedan añadir las necesarias piezas de hardware de instalación automática, lo que refleja la creciente popularidad del diseño modular en el espacio.

En cualquier caso, fabricar un satélite económico y fácil de ensamblar constituye solo la mitad de la batalla. La otra mitad consiste en poner el satélite en órbita. Hasta la fecha, la ORS ha privilegiado el uso del lanzador orbital Minotaur. El Minotaur es un vehículo de lanzamiento de misiles, cuyo perfil de vuelo está alterado para poder poner satélites en órbita terrestre baja.

Pese a que el Minotaur ha sido un éxito, la ORS sigue abierta a estudiar más alternativas. El próximo lanzamiento de la ORS, previsto para este otoño, será una importante prueba de fuego para definir las prestaciones de un nuevo cohete llamado Super Strypi. El hecho de que el departamento de Defensa haya asumido el enorme riesgo de probar un nuevo vehículo cuando no se trata de una necesidad absoluta, demuestra su vocación experimental cuando se trata de temas espaciales.

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Las primeras reacciones de la industria espacial a los experimentos de la ORS sugieren que el futuro de los pequeños satélites no se reducirá a los modelos que pertenecen al gobierno y a lanzadores como los empleados hasta ahora por la ORS para sus experimentos. Para empezar, Hyten dijo que los pequeños satélites compartirán vuelos con satélites más grandes y serán proyectados desde grandes lanzadores que ya están operativos. Claro que todo ello requiere una gran preparación a largo plazo, así que los fabricantes de lanzadores del sector privado se han dedicado a probar con lanzadores pequeños para intentar solucionar el problema.

Por ejemplo, Virgin Galactic Launcher One es una plataforma que comparte orígenes con el vehículo de pasajeros suborbital Virgin SpaceShip Two [ambos utilizan el mismo transportador aéreo para alcanzar una altura elevada durante el despegue]. Su fabricante asegura que el LauncherOne "despertará la revolución de los satélites pequeños". Mientras tanto, startups como Rocket Lab están utilizando nuevas tecnologías, como motores de cohete impresos en 3D y fibra de carbono para el cuerpo de los cohetes.

Tanto si son las compañías privadas como si es la ORS, quienes implementen maneras para conseguir que la arquitectura del satélite sea más resistente y adaptable - la financiación de la ORS ha sido puesta en tela de juicio durante los últimos años, aunque en sus presupuestos de 2016 el presidente Obama le conceda 6.5 millones de dólares -, no cabe duda que el departamento de Defensa estará hambriento por mejorar sus prestaciones en satélites y mantenerse así a la cabeza de la carrera espacial.

Sigue a Steven Tomaszewski en Twitter: @stevetomski

Imagen vía ORS