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Todo lo que sabemos sobre el ataque con cuchillo en Japón que dejó al menos 19 muertos

Esta masacre es el resultado de la negligencia por parte de las autoridades japonesas que no pudieron actuar a pesar de las repetidas advertencias.

La policía fuera del centro residencial en Kanagawa. Foto vía Getty.

Alrededor las 2 de la mañana del martes, Satoshi Uematsu rompió la ventana de su antiguo lugar de trabajo con un martillo. Tras recorrer primera planta, abrió una bolsa llena de cuchillos. El chico de 26 años de edad, presuntamente motivado por las ganas de erradicar las personas con discapacidad, se puso a cortar gargantas. Al final, mató al menos a 19 personas e hirió gravemente a otras 20 en un centro residencial para personas con discapacidad ubicado a una hora de Tokio.

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Después de atacar a casi una tercera parte de los residentes del centro, Uetmatsu condujo hasta la estación de policía de Sagamihara y confesó a uno de los crímenes más mortales en Japón desde la Segunda Guerra Mundial. El país tiene una de las tasas de homicidios más bajas del mundo, según la ONU, y algunos informes describen el ataque como la masacre más grande que ha enfrentado el país. Independientemente de su escala, el hecho de que ocurriera es el resultado de la negligencia por parte de las autoridades japonesas que no pudieron actuar a pesar de las repetidas advertencias.

En febrero, Uetmatsu mandó una carta a un político japonés pidiendo permiso para matar a los discapacitados. "Sueño con un mundo donde los discapacitados pueden morir en paz", decía en su carta. "Voy a llevar a cabo el plan sin perjudicar a los empleados y voy a entregarme después de matar a las personas con discapacidad".

La carta exponía un elaborado plan para matar a 470 personas con discapacidad que formaba parte de una "revolución". Lo que quería era que el político garantizara que podía salir de la cárcel argumentando demencia, un pago de 5 millones de dólares y una cirugía plástica para comenzar una nueva vida.

Días más tarde, la policía lo interrogó por haber repartido volantes con mensajes similares cerca del centro residencial y finalmente fue internado en un hospital siquiátrico, donde se le diagnosticó como paranoico y adicto a la mariguana. A pesar de trabajar en un centro para el cuidado de las personas con discapacidad y de haber expresado su deseo de asesinarlos, según los informes, el primer problema que tuvo Uematsu con su jefe fue por sus tatuajes en el pecho y la espalda.

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Yuji Kuroiwa, el gobernador de la Prefectura de Kanagawa, se disculpó por no actuar con antelación, según la agencia de noticias Associated Press. Los nueve hombres y diez mujeres que murieron tenían entre 18 y 70 años de edad.

El ataque de Uematsu duró alrededor de 40 minutos y lo más probable es que hubiera cobrado muchas más víctimas si las leyes de control de armas de Japón fueran más laxas. Es totalmente ilegal poseer un arma de fuego en el país y el proceso para obtener una escopeta o un rifle es muy complicado (de hecho, los miembros de las pandillas yakuza más influyentes rara vez cargan armas de fuego). En 2014 hubo sólo seis asesinatos con armas de fuego en todo el país y en 2015 sólo hubo ocho delitos que involucraban disparos con armas de fuego. Por eso, los cuchillos son las armas que se utilizan en la mayoría de los delitos del país. En 2001, un ex portero mató a puñaladas a ocho niños en su escuela. En 2008, un hombre mató a ocho personas en un centro comercial con una daga.

Por otro lado, en Japón, las confesiones son extremadamente comunes. La policía no tiene permitido intervenir las líneas telefónicas ni llevar a cabo operaciones encubiertas. Además, el sistema legal no permite negociaciones. Por lo tanto, las autoridades dependen de una presión cultural por entregarse uno mismo después de cometer un delito. Quizá es por eso que el país tiene un índice de condenas del 99 por ciento. Uematsu presuntamente dejó muy claro a la policía que él era el culpable diciendo: "Yo lo hice".

Si bien Uematsu hizo comentarios alarmantes y consistentes a los políticos y a sus compañeros de trabajo, su cuenta de Twitter revela que estaba obsesionado con una serie de cosas que creía que dañaban a su tierra natal, como el SIDA y el envenenamiento por radiación. El 23 de julio, Uematsu dijo que el tiroteo donde un adolescente mató a nueve personas en Múnich, Alemania, "habría sido divertido si fuera un juguete".

Su último comentario fue justo después de que un empleado del centro residencial llamó a la policía el lunes por la mañana. "Que haya paz en nuestro mundo", escribió. "Hermoso Japón!!!!!!".

Sigue a Allie Conti en Twitter.