Barragán: el arquitecto al que sacaron de la tumba para convertir en joyería

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Barragán: el arquitecto al que sacaron de la tumba para convertir en joyería

Un porcentaje de los restos de Luis Barragán fue extraído por la artista Jill Magid para transformarlo en un diamante negro montado en un anillo como parte de una propuesta enredosa. ¿Por qué? Ahí les va.

Jill Magid, The Proposal, 2016. Diamante azul, 2.02 quilates, sin cortar con la inscripción micro-laser "I am wholeheartedly yours", anillo de plata, caja para anillo, documentos. Diseño montura: Anndra Neen. Imagen cortesía de la artista y de LABOR, Cd. México; Raebervonstenglin, Zurich; Galerie Untilthen, París. Foto: Kunst Halle Sankt Gallen/ Stefan Jaeggi.

La telenovela en boga para cultos, vouyeristas y chismosos gira entorno al legado del arquitecto tapatío, ganador del Pritzker en 1980, Luis Barragán. Falleció en 1988 y eventualmente sus cenizas fueron depositadas en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, en Guadalajara, donde "descansaban en paz" hasta hace poco. En septiembre de 2015, un porcentaje de sus restos —aproximadamente 500 gramos— fue extraído por la artista norteamericana Jill Magid para transformarlo en un diamante negro montado en un anillo como parte de una propuesta enredosa. El soltero codiciado, quien nunca tuvo intenciones de casarse, es ahora, porcentualmente, un símbolo característico de la institución del matrimonio. ¿Por qué? Ahí les va.

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Luis Barragán, genio, figura e irrefutable dandi mexicano, fue un hombre digno de competir con los personajes más elegantes que haya interpretado Mauricio Garcés. Distinguido y conservador, el arquitecto salía de casa con un blazer a cuadros, camisa de seda, corbata delgada y lentes de pasta. Se pasaba los fines de semana en el hípico. Enfocó mucha de su obra en proyectos para "la élite mexicana" y cuando Elena Poniatowska le señaló el hecho de que solamente hacía casas para ricos, Barragán contestó, con gran elocuencia y perfecta mamonería: "Para ricos y caballos, y los caballos no son ni ricos ni pobres, son caballos".

Al fallecer Barragán, como parte de su legado, dejó su archivo profesional, incluyendo todos los derechos de autor de su obra, en manos de su socio Raúl Ferrera quien terminó por suicidarse pocos años después. Aparentemente el archivo contiene más de 32,700 elementos entre fotos, dibujos, negativos, transparencias y modelos. La viuda de Ferrera, quien recibió entonces el botín, lo ofreció al gobierno mexicano pero no hubo interés por comprarlo. En aquellos años, el archivo finalmente fue consignado a Max Protecht, dealer de arte neoyorkino.

El archivo de Luis Barragán es la manzana de la discordia de esta historia. En 1996 fue adquirido por Rolf Fehlbaum, director de la empresa mobiliaria Vitra, a petición de su pareja, Federica Zanco. Los rumores cuentan que después de una visita a Casa Luis Barragán en la Ciudad de México, Zanco cayó redonda a los pies del difunto. En respuesta al interés que despertó en su mujer, Fehlbaum compró el archivo por cerca de tres millones de dólares. Se rumora que fue un regalo de bodas, convirtiéndolo así en una suerte de anillo de compromiso simbólico. El archivo viajó de Nueva York a Suiza, donde reside desde 1996 custodiado por la denominada Barragan Foundation (así, sin acento).

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Jill Magid, The Exhumation (2016). Filmado por Jarred Alterman. Comisionado por Field of Visioin. Imagen cortesía de la artista y de LABOR, Cd. México; Raebervonstenglin, Zurich; Galerie Untilthen, París.

En principio, la adquisición prometía ser algo positivo para el legado del arquitecto: el archivo estaría bien resguardado y Zanco se comprometía a estudiar los contenidos del mismo para generar un catálogo razonado de la obra de Barragán. La página web de la supuesta fundación declara, al día de hoy, que dicho catálogo será publicado en 2013. Habría que poner al corriente la información, pues aún no existe tal.

El acceso al archivo se ha convertido en un problema. A pesar de que la propia fundación asegura que académicos e investigadores pueden solicitar una cita para visitarlo, la realidad aparenta ser otra. Zanco, celosa de su posesión, ha rechazado numerosas peticiones. Sin entradas ni salidas al búnker, la labor principal de la fundación parece ser la de cobrar regalías por el uso de las imágenes de las obras de Barragán. La propia Casa Luis Barragán está sujeta a un marco legal turbio que aparenta otorgar a Barragan Foundation un control absoluto de la reproducción fotográfica de la obra. Como parte de un artículo escrito por Alice Gregory para The New Yorker, Zanco justifica el excesivo control sobre los derechos de autor al declarar que "Barragán se está convirtiendo, cada vez más, en la Frida Kahlo de la arquitectura. La gente solicita imágenes y las quiere ahora. Uno accede y después las encuentra en una revista de moda ilustrando algo sobre cómo el rosa es el nuevo color para la primavera". (Irónico para quienes hayan notado que una de las campañas más recientes de la marca Louis Vuitton se realizó en la Cuadra San Cristóbal.)

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En 2013, la artista norteamericana Jill Magid da con el archivo gracias a la ubicación de su galería en México, LABOR, la cual se encuentra en la misma calle que la Casa Luis Barragán. Interesada en las posibles implicaciones que puede tener el que una corporación como Vitra sea dueña del legado de un artista, Magid solicita acceso al archivo en Suiza y la petición es rechazada dos veces. En la segunda ocasión, la negativa de Barragan Foundation viene acompañada de una amenaza sobre los posibles problemas de derechos de autor a los que podría atenerse Magid.

Determinada a llevar el asunto al extremo, la artista desarrolla The Barragán Archives (esta vez con acento), proyecto multimedia que ha ido tejiendo una narrativa enredosa y novelesca en cuanto a la historia del archivo. La idea de que fuese un regalo de compromiso para Zanco es la base sobre la cual Magid comienza a tramar The Proposal, una pieza que pretende ofrecer el cuerpo del artista a cambio del cuerpo de trabajo, convirtiendo los restos de Barragán en un diamante negro para un anillo de compromiso. El anillo no está a la venta, se ha creado específicamente para Zanco a cambio de que abra el archivo e incluso lo devuelva a México.

Jill Magid, The Exhumation (2016). Filmado por Jarred Alterman. Comisionado por Field of Visioin. Imagen cortesía de la artista y de LABOR, Cd. México; Raebervonstenglin, Zurich; Galerie Untilthen, París.

Las ambiciones del proyecto son románticas aunque simbólicas. La iniciativa levanta una serie de cuestionamientos sobre posesión, accesibilidad y memoria. ¿Quién debe resguardar el archivo y con qué fin? ¿Este pertenece o no a México? ¿Debería o no ser abierto al público? ¿La memoria de Luis Barragán se ve afectada por el paradero de sus pertenencias y derechos? Las respuestas podrían ser igual de enredosas que el proyecto mismo. Sin embargo, existe un clarísimo absurdo: ¿Qué hace Federica Zanco decidiendo desde Suiza quién puede o no adquirir el autodenominado estatus de "Frida Kahlo"? Sería más sensato contestar "es mío y no lo presto" que asignarse, como lo ha hecho ella, la labor de vigilante (con pronunciación gringa porque tiene más caché).

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Generar preguntas y reflexiones es una de las labores más importantes del arte. En este aspecto, Magid comenzó un proyecto exitoso. Sin embargo, la acción de exhumar a Barragán y convertirlo en reliquia ha provocado muchas opiniones encontradas que han alejado la atención de lo que se suponía era el punto central de la historia para enfocarse en los procesos de la misma y cuestionar las intenciones de Magid. ¿Por qué una artista conceptual de Brooklyn ha exhumado y transformado a su gusto los restos de uno de los arquitectos modernistas más importantes de la historia?

Jill Magid, Ex-Voto: Miracle of the Diamond (2016). Pintado por Daniel Vilchis. Imagen cortesía de la artista y de LABOR, Cd. México; Raebervonstenglin, Zurich; Galerie Untilthen, París. Foto: Diego Padilla.

La propia idea de sacar a alguien de la tumba es causa natural de morbo. Es un gesto extremo, aunque no exclusivo de esta historia. Barragán se ha sumado a un club entre cuyos miembros famosos se encuentran: Eva Perón, Jesse James, El Che Guevara, Pablo Neruda, Charlie Chaplin, Haile Selassie y Cristobal Colón. Enterramos y desenterramos cuerpos y cenizas por diferentes motivos, pero siempre con cierto recelo. Al Che lo enterraron en una tumba sin nombre para evitar que su lugar de descanso se convirtiera en mecca y en 1997 sus restos fueron identificados y trasladados a Cuba para ser colocados en un mausoleo. A Neruda lo exhumaron para definir si había sido o no asesinado por el gobierno de Pinochet. A Chaplin lo robaron de la tumba y pidieron rescate. La historia del cuerpo de Eva Perón es digna de otro musical. Y a pesar de que en realidad el valor que le otorgamos a los restos humanos es enteramente relativo, hay algo que nos llega a las entrañas cuando se trata de lo que queda de nosotros después de la muerte.

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Jill Magid, Ex-Voto: Miracle of the Diamond (2016). Pintado por Daniel Vilchis. Imagen cortesía de la artista y de LABOR, Cd. México; Raebervonstenglin, Zurich; Galerie Untilthen, París. Foto: Diego Padilla.

El anillo ha sido el gatillo para los escépticos. En el siglo 21 las posibilidades son infinitas. El estado póstumo del ser humano viene en todos tamaños, colores y sabores. Una vez muerto, uno puede terminar convertido en un vinil, en tierrita para que crezca un árbol, tinta para tatuajes, balas, flotando en el espacio o, ya de perdis, dentro de una lata de galletas. En el caso particular de Barragán, es importante señalar que su vida personal es un enigma rodeado de infinitos rumores. Nunca se casó, aunque aparentemente no le faltaron las candidatas. Sin embargo, se dice que era gay, aunque nadie se atreve a confirmarlo. Sea lo que sea, el hombre que jamás optó por casarse, ha sido irónicamente transformado en un objeto ostentoso y clave para una propuesta de matrimonio. Está de más decir que nadie le preguntó, aunque es probable que desde donde esté le importe poco. Y a pesar de que la familia de Barragán estuvo de acuerdo con todo el proceso, el paradero contradictorio de los restos del arquitecto es considerado ofensivo para algunos.

Jill Magid, Ex-Voto, 2016. Vista de la exhibición en LABOR, Ciudad de México. Imagen cortesía de la artista y de LABOR, Cd. México; Raebervonstenglin, Zurich; Galerie Untilthen, París. Foto: Diego Padilla.

El proyecto de The Barragán Archives, incluyendo la exhumación, ha sido documentado por Field_of_Vision, la productora de Laura Poitras, directora del documental sobre Edward Snowden, Citizenfour. Las imágenes de la acción llevada a cabo en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres muestran el proceso de como fue abierto el nicho de Barragán y el contenedor de sus restos. Antes de cerrar la caja un pequeño caballo de plata, pesando exactamente lo mismo que lo 525 gramos extraídos de cenizas, es insertado en la urna, tal vez para que Barragán no se sienta despojado.

Mientras la conversación con Zanco no ha otorgado resultados tangibles, en la galería LABOR se expone actualmente y hasta el próximo 3 de septiembre, Ex-Voto. Una muestra que pertenece a The Barragán Archives donde Magid presenta el video de la exhumación y una serie de cuatro ex-votos, representaciones que tradicionalmente se le otorgan a un santo o divinidad en agradecimiento por cumplir una petición. En este caso, la serie se conforma por cuatro caballos de aluminio pintado agradeciendo a la familia Barragán, al Gobierno de Jalisco, al caballo de plata insertado en la urna de Barragán y al diamante mismo. Existe la posibilidad de que un quinto caballo sea producido, en el remoto caso de que Zanco aceptara el anillo. Mientras tanto, Barragán pasea por el mundo, para gusto de cultos, vouyeristas y chismosos, en una cajita de terciopelo.