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VICE World News

La hibernación de los osos podría ayudar a desarrollar un tratamiento para el Alzheimer

Cuando los mamíferos emergen de la hibernación, una proteína llamada RBM3 ayuda a regenerar las conexiones entre las células cerebrales latentes - lo que podría ayudar a tratar otras enfermedades neurodegenerativas en seres humanos como el Alzheimer.
Image via Flickr

Si has pasado algún invierno en un lugar de frío, es probable que hayas tenido que luchar contra el frío debajo de las sábanas, acurrucándote como hacen los osos en estado de hibernación.

Pues bien, según afirman los científicos, la hibernación como tal podría darnos algunas lecciones para abordar el tratamiento de los cinco millones de estadounidenses que sufren Alzheimer y otros trastornos neurodegenerativos.

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Un grupo de investigadores británicos de Leicester simularon el proceso de hibernación en ratones, animales que no hibernan de forma natural, e identificaron un proceso para prevenir la pérdida de neuronas y las conexiones entre ellas.

Cuando un oso hiberna durante el invierno, la temperatura de su cuerpo desciende drásticamente y la sinapsis (o conexión) entre las células cerebrales disminuye, lo que permite al mamífero caer en un profundo sopor durante prolongados períodos de tiempo sin necesidad de alimentarse. Pasado el invierno, cuando su temperatura corporal aumenta de nuevo, se regeneran las conexiones entre sus neuronas, haciendo que el cerebro vuelva a funcionar con total normalidad.

Este proceso de hibernación tiene lugar gracias a una proteína asociada al frío, identificada como RBM3 que, según afirman los expertos, ayuda a regenerar las conexiones entre las neuronas.

Los investigadores usaron dos grupos de ratones, uno de ellos infectado con priones para desarrollar trastornos neurológicos y otro que estaba sano. Redujeron la temperatura corporal de todos los ratones entre 16 y 17 centígrados durante 45 minutos, y detectaron que la sinapsis de las neuronas de los ratones sanos degeneró durante el enfriamiento, pero al recobrar la temperatura se regeneraron de nuevo. En los ratones criados para contraer trastornos neurodegenerativos, sin embargo, encontraron un deterioro en la regeneración de las neuronas a medida que la enfermedad avanzaba, como hacían también los niveles de RBM3.

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Entonces los investigadores usaron un grupo de ratones con riesgo de desarrollar un trastorno neurológico y aumentaron sus niveles de RBM3. En este grupo de ratones, encontraron que al aumentar la proteína, las neuronas y las conexiones entre ellas se protegían contra el deterioro.

Los expertos concluyeron que la RBM3 podría ayudar a proteger la función cerebral sin la necesidad de reducir la temperatura corporal. Dichas conclusiones fueron publicadas en la revista científica Nature.

"Se sabe desde hace algún tiempo que el enfriamiento puede retrasar o incluso prevenir el daño neuronal", afirmó Giovanna Mallucci del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido (MRC). "Pero la reducción de la temperatura corporal es raramente factible en la práctica: es desagradable e implica riesgos tales como la neumonía y el desarrollo de coágulos de sangre."

"Al identificar cómo la refrigeración activa un proceso que evita la pérdida de neuronas, ahora podemos trabajar para encontrar un medio para desarrollar fármacos que puedan emular los efectos protectores de frío en el cerebro", dijo Mallucci.

No se conoce ninguna cura para la enfermedad de Alzheimer y se estima que el coste del tratamiento se encuentra en torno a los 186 billones de euros anuales.

Actualmente se están llevando a cabo 225 estudios clínicos que buscan identificar posibles tratamientos para combatir la enfermedad de Alzheimer, según datos de la Fundación Americana de Alzheimer. Estamos hablando de la sexta causa de muerte en los Estados Unidos, afirma el Centro para la Prevención y el Control de las Enfermedades (CDC) de EE.UU.

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La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, causa la pérdida de memoria, problemas con el lenguaje, desorientación y cambios de humor. El riesgo de padecer Alzheimer aumenta significativamente después de los 65 años de edad. Los mayores de 85 años tienen un 50 por ciento de posibilidades de contraer esta enfermedad.

"La línea neuroprotectora identificada en este estudio podría suponer un gran paso adelante", dijo Hugh Perry, presidente de Neurociencias de la MRC y la Junta de Salud Mental. "Ahora tenemos que encontrar una forma de reproducir el efecto del enfriamiento del cerebro. Del mismo modo que los fármacos anti-inflamatorios son preferibles a los baños fríos para bajar la fiebre, tenemos que encontrar los medicamentos que puedan inducir a los efectos de la hibernación y la hipotermia."

Pensar en ello cuando os acurruquéis este invierno.

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Sigue a G.Vaughn en Twitter: @gingervaughn100

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