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Obama, en pie de guerra contra la drogadicción

El presidente de EEUU ha desvelado un ambicioso plan para combatir las adicciones a la heroína y a los analgésicos desde una perspectiva más de salud pública y menos centrada en la lucha contra el delito. Solo en 2012 se recetaron 259 calmantes...
Imagen por Olivier Douliery/EPA
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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha descubierto un nuevo plan para combatir la adicción a los opiáceos en Estados Unidos basado en la importancia de diseñar un sistema de programas de rehabilitación del que se puedan beneficiar usuarios de cualquier procedencia social o económica. El plan pretende combatir la escalada de muertes por sobredosis de heroína y de analgésicos recetados que ha sacudido últimamente al país.

El anuncio de Obama se produjo en el marco de su intervención en la cumbre nacional sobre drogodependencias y heroína celebrada en Atlanta. La reunión de cuatro días entre políticos, médicos, investigadores, asistentes sociales y educadores se lleva celebrando anualmente desde 2012, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC en sus siglas inglesas) proclamó que la adicción a los opiáceos se había convertido en una crisis de salud pública nacional.

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El presidente convocó a estos grupos, que trabajan para rehabilitar a los adictos a los opiáceos y al comisionado de salud de Baltimore, para que se incorporaran a un comité moderado por el doctor Sanjay Gupta, un neurocirujano y corresponsal médico. Los profesionales han discutido extensamente sobre las adicciones y sobre posibles tratamientos alternativos para combatirlas.

Obama ha insistido repetidamente sobre la importancia de abordar las adicciones como un tema de salud pública antes que como un problema delictivo, y ha reconocido que anteriores epidemias de drogas declaradas en el país — asociadas habitualmente a comunidades negras o hispanas — han sido combatidas mediante tan draconianas como ineficaces sentencias judiciales.

"Espero que a la gente no le moleste que me ponga contundente", ha contado Obama. "Pero uno se deja ir un poco más durante su último año de mandato".

"En ocasiones anteriores lo que ha dificultado enormemente abordar el tema desde una perspectiva de salud, y lo que ha llevado a tratarlo erróneamente como una cuestión de justicia criminal, es que hasta entonces se creía que se trataba de un conflicto asociado con las minorías más pobres. De manera que, a menudo, se ha considerado que la epidemia era achacable a la debilidad de las personas que viven en vecindarios castigados", ha sentenciado.

"Uno de los cambios fundamentales en el debate sobre los opiáceos es que estos afectan a todo el mundo", ha añadido. "Estamos comprobando que se trata de un problema que afecta a gente procedente de todos los estratos imaginables. Y ahora mismo estamos contemplando que no debemos abordar el conflicto en términos de criminalización y de encarcelamiento", añade.

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Según los datos más recientes, se estima que 28.647 estadounidenses murieron por sobredosis de opiáceos en 2014. De esas muertes, se presume que 18.893 estarían relacionadas con el consumo de analgésicos como OxyContin y Vicodin, mientras que otras 10.574 muertes estarían vinculadas al consumo de heroína.

Las investigaciones publicadas por la Administración de Abuso de Sustancias y de Salud Mental (SAMHSA por sus siglas en inglés) han concluido que en 2014 un total de 1,9 millones de estadounidenses era adicto a los analgésicos prescritos con receta médica, mientras que otros 586.000 eran adictos a la heroína.

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El Congreso acordó un plan a principios de este año destinado a incrementar la inversión federal en 100 millones de dólares para combatir la epidemia de opiáceos que asola el país, lo que ha elevado el presupuesto total destinado a la causa hasta los 400 millones de dólares.

La administración Obama busca ahora recabar otros 1.100 millones de dólares para incluirlos al presupuesto fiscal de 2017 y consagrarlos a expandir los programas de tratamiento para la adicción a los opiáceos. La propuesta triplicará la actual financiación destinada a la adicción de la adictiva sustancia.

Una de las estrategias fundamentales que ha propuesto la administración Obama consiste en plantear una aproximación a varias bandas que se concentre en expandir el acceso a la naltrexona, un medicamento que aniquila el síndrome de abstinencia, disminuye el deseo de volver a consumir, y bloquea los efectos de la heroína y de otras drogas parecidas.

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Actualmente, los médicos facultados para recetar la sustancia solo la están recetando entre 100 pacientes. El departamento de Salud y de Recursos Humanos (HHS en sus siglas inglesas) pretende doblar el límite de pacientes consentido.

Por su parte, la Casa Blanca emitió un comunicado el martes en el que proclamaba que el HHS ha distribuido 94 millones de dólares en más de 300 centros de salud vecinales de todo el país. Su intención no es otra que conseguir que la naltrexona sea más accesible para los adictos a los opiáceos.

"No basta con suministrar la arquitectura y la estructura para el tratamiento. Necesitamos, en primer lugar, facilitar una infraestructura para prevenir que la gente caiga en la adicción", ha comentado Obama en Atlanta.

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El año pasado la administración Obama fulminó una prohibición federal que llevaba muchos años en uso. Se trataba de la prohibición que se había decretado sobre los programas de intercambio de agujas — un programa que permitía que los drogadictos que se inyectaban la sustancia de manera intravenosa pudieran cambiar sus agujas usadas por otras nuevas.

De tal manera, se aseguraban de prevenir el contagio de la hepatitis y del virus del VIH. El Congreso se avino entonces a invertir dinero federal para equipar con personal y con el equipamiento necesario a las dependencias federales creadas para la prevención de riesgos. Sin embargo, nunca llegó a aprobar que aquellas partidas presupuestarias se invirtieran también en agujas limpias.

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Ambos programas, en cualquier caso, serán fortalecidos gracias a la nueva estrategia de Obama.

El martes pasado el presidente suscribió un memorándum que contemplaba la creación de una agencia especial que se dedique a explorar la conexión entre la salud mental y el abuso de sustancias. El movimiento supone una retirada de las posturas adoptadas por el ejecutivo estadounidense durante su desastrosas campaña de "guerra contra la drogas", en la que se tachaba a la adicción como a un problema delictivo.

La nueva fuerza especial estará consagrada a encontrar nuevas protecciones federales que garanticen la existencia de planes sanitarios estatales que cubran de igual manera los problemas de salud mental y el de abuso de sustancias, algo que ya sucede en temas médicos y quirúrgicos.

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La Administración de Abuso de Sustancias y de Salud Mental también invertirá un total de 11 millones de dólares en campañas de financiación en estados que deseen almacenar y distribuir la naloxona, una sustancia diseñada para revertir el curso de las sobredosis. Se espera que los mismos fondos sirvan también para incrementar el entrenamiento destinado a combatir los casos de sobredosis entre los paramédicos y los enfermeros de primeros auxilios.

Obama también ha advertido que muchos doctores están recetando medicamentos extremadamente pesados sin contemplar otras alternativas. "Me ha dejado muy impactado, en el peor sentido, observar el poco tiempo que los estudiantes de medicina invierten en formarse en la gestión del dolor", ha proclamado el presidente estadounidense.

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"Nuestro sistema de asistencia médica se transforma demasiado a menudo en un sistema de asistencia a la enfermedad", ha asegurado. "No invertimos la suficiente cantidad de tiempo para pensar en cómo preservar la salud, en como conseguir un equilibro preventivo. Necesitamos repensar nuestro sistema de asistencia médica en su totalidad".

El presidente también ha señalado que 60 facultades de medicina de todo el país se han comprometido a convertir la disminución del dolor en uno de los núcleos de sus programas.

"Vivimos en una sociedad donde existen demasiados problemas que se combaten a fuerza de medicamentos. Y tenemos una tendencia a automedicarnos para solucionar cualquier contratiempo", ha subrayado. "El vínculo entre el abuso de medicamentos y los problemas mentales es muy importante. Y la línea que separa al alcohol del Vicodin y de otras sustancias ilegales más potentes, es mucho menos afilada de lo que parece".

"Yo me considero una persona afortunada por no haber caído nunca en las garras de la adicción, con la excepción del tabaco, que es también una adicción enorme, pero que no se manifiesta de maneras tan virulentas", ha confesado.

Obama dejó de fumar después de asumir su cargo como presidente de Estados Unidos — de hecho, el presidente ya reconoció en 2009 que a menudo siente deseos de fumar y que lo pasa tan mal, que en alguna que otra ocasión ha sucumbido.

Obama también ha comentado que los agentes federales seguirán combatiendo con mano de hierro su lucha contra el narcotráfico, aunque también ha reconocido que lo más importante que se puede hacer "es reducir la elevada demanda de drogas que existe hoy en día".

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La nueva apuesta por combatir la adicción a los opiáceos a nivel federal se produce dos semanas después de que el CDC emitiera sus primeras directrices federales para los médicos federales facultados para prescribir opiáceos. La normativa estipula las consideraciones a seguir por los facultativos. Están han sido concebidas para disminuir el exagerado abuso de medicamentos que afecta a la sociedad estadounidense.

Los datos recabados por el CDC han concluido que los médicos y los dentistas estadounidenses prescribieron nada menos que 259 millones de prescripciones de analgésicos elaborados con opiáceos durante 2012 — una cantidad suficiente para que todos y cada uno de los ciudadanos adultos estadounidenses tuvieran su propia dosis.

Además, el CDC también concluyó que cuatro de cada cinco adictos a la heroína caen en la adicción después de haberse hecho adictos a los analgésicos.

De tal forma, el CDC ha concluido que los facultativos solo deberían de prescribir opiáceos en los casos más graves, como en el tratamiento de enfermos terminales. Igualmente, la agencia también ha emplazado a los médicos a que contemplen otras formas de tratamiento del dolor, y les ha recomendado que intenten aplicar terapias alternativas, como la de emplear la marihuana para uso terapéutico, habida cuenta de que se trata de una sustancia más segura y mucho menos adictiva.

Este lunes pasado, Nueva York se convirtió en el primer estado de Estados Unidos en el que los facultativos tendrán la obligación de enviar sus prescripciones electrónicamente a las farmacias. La medida fulminará una dilatada y sospechosa tradición de recetas escritas a mano. Las recetas electrónicas son cada vez más habituales en todo el país, sin embargo Nueva York es el único estado en que ya son imperativas.

Las nuevas medidas pretenden combatir el abuso de analgésicos y prevenir a los usuarios de falsificar sus recetas.

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