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Cultură

Jugarse la vida para hacer una peli

La Cueva da miedo de verdad.

Hipotermias, crisis de ansiedad, riesgo de morir ahogados, golpes, suciedad, cortes, humedad… Ese es el panorama que se encontraron en el set de rodaje los actores y el reducido equipo técnico de La Cueva. Al director, Alfredo Montero, no se le va olvidar fácilmente: “Rodar allí fue desquiciante y agotador. Un verdadero sufrimiento”. El trabajo fue rápido, solo 17 días, porque tenían poca pasta y porque habían estado trabajando una año en pre-producción para que todo estuviera bien atado. Era el año 2012.

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“Ángel Sala, el director de Sitges, confió en nosotros y la incluyó en la sección Panorama. La segunda en competición más importante. Montamos rápido y terminamos el sonido para que pudiera ir al festival. Allí la descubrió Juan Gordon, de Morena Films, al que le gustó, y nos propuso rodar material nuevo y mejorar lo mejorable de la película. El coproductor y actor Marcos Ortiz y yo nos queríamos morir. Volver otra vez a esa cueva, a repetir parte de un rodaje que fue criminal”.

Se tomaron dos días y dijeron que sí. Podían haber mandado todo a la mierda y no lo hicieron. Cambiaron la forma de trabajar, se incorporaron un coguionista y un montador, y comenzaron un proceso que incluía escribir, rodar y montar de manera consecutiva. Por partes, fueron dando forma a la nueva película. Y así se tiraron un año más. Pero antes Alfredo tuvo que volver a reclutar a los actores que las habían pasado canutas para que volvieran otra vez hasta esta cueva de Formentera. Y esta vez sin billete de vuelta.

Clautrofobia nivel 20

“Estaba convencido de que me mandarían al carajo. Ellos no han cobrado, sus ingresos están sujetos a los beneficios que tenga la película, a que se pueda distribuir. En ese momento, no había nada de eso, y dijeron que sí”. Vuelta al tajo y vuelta a la cueva. Interpretan a cinco excursionistas, domingueros que sin tener ni idea del terreno que pisan, se internan en una cueva con unas linternas, pocas baterías y una cámara de vídeo, a través de la que el espectador recupera la historia.

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Estamos hablando de una película de 'found footage', por lo que su director la emparenta un poco con Rec y El proyecto de la bruja de Blair. Que transcurre en una cueva, por eso en la conversación aparece The Descent, y que hace que cualquiera con un mínimo problema con la claustrofobia se quede pegado a la butaca. Y también Alfredo Montero cita 127 horas y Buried.  Al igual que estos dos últimos títulos, La Cueva funciona como un tiro y la historia no desfallece ni un solo segundo.

Imagen vía

Catálogo de pasarlas putas en un rodaje

Volviendo al asunto de los riesgos laborales, Alfredo recuerda un par de anécdotas. Cómo una actriz, Marta Castellote, se quedó paralizada porque el agua en marzo no está precisamente templada en Baleares y “no tenía ni fuerza para nadar”. O la otra chica del reparto, Eva García-Vacas, que tuvo que rodar con ansiolíticos, “porque no que no me confesó que tenía claustrofobia”.

La cueva en pantalla asusta, se parece al interior de la nave de Alien. Alfredo advierte que es más estrecha todavía de lo que parece. Para encontrarla tuvo que hacer algo bastante original: un casting de cuevas. “Estaba decidido a hacer una película aprovechando los recursos que tenía más cerca de mí, en mi propia isla. Y entonces apareció la idea. Hasta allí me llevó un amigo, que la conocía perfectamente. Al principio, cuando entraba para buscar ideas para el guion, tenía que entrar con hilos para no perderme. No me orienté hasta que me hice un plano”.

El tembleque de la cámara en mano

El estilo de la película tiene ese aire documental propio del género de 'found foutage' y está basado en largos planos sin cortes. Con la cámara nerviosa que se supone maneja uno de los personajes. “En la cueva entrábamos muy poca gente. Yo, que llevaba la cámara, y dirigía un poco de oído, porque había poca luz. Solo la de la antorcha y las linternas de los actores. El ayudante de dirección tenía que estar escondiéndose todo el rato para no salir en plano; y el microfonista fue el que peor lo pasó porque era el más alto”.

Año 2014. La Cueva vuelve a verse en los festivales, con nuevo final, y la reacción del público es muy buena. Se estrenará en julio. Alfredo Montero ha conseguido una peli de terror sin elementos paranormales, ni zombis, ni siquiera pistolas o cuchillos. Le ha dado una vuelta al género, para explicar una historia muy vieja, pero que nunca pasa de moda. El hombre enfrentado al propio hombre. Y ahora los americanos ya preparan un remake (que aún no tiene director), que se rodará en un confortable estudio, no en una maldita cueva.