Imagen vía Wikimedia Commons
Yo: Verá, doctor. En un alarde de auto superación y sinceridad, quizá en plena fase maníaca, se me ocurrió que podía escribir un artículo sobre mi experiencia como enfermo mental. La idea surgió tras leer el libro Estrictamente bipolar del psicoanalista Darian Leader, que acaba deeditar Sexto Piso. En él se define la época actual como la "era bipolar", que ha sustituido a la "era de la ansiedad" de la posguerra y a la "era de los antidepresivos" de finales del siglo XX. El caso, doctor, es que yo soy un producto más de esta nueva era, otro juguete (digamos) roto, un joven diagnosticado como bipolar en la era bipolar. Sin embargo, en contra de lo buenamente establecido, no comulgo demasiado con mi diagnóstico, por lo que tiene de uniformador, por lo que conlleva estar y formar parte de una categoría tan concluyente como movible. Como ve, no es fácil asumir la etiqueta que le cuelgan a uno cuando la inestabilidad y cierta fragilidad definen su comportamiento en sociedad.Y como no es fácil hablar sobre ello he recurrido a usted para que nos explique por qué hemos llegado a esa cierta creencia popular que asume, con resignación pero también con alivio, que todos somos un poco bipolares. Eso sí, lo primero que he hecho antes de venir aquí ha sido tomarme una pastilla de Aripiprazol 5 mg, porque llevaba varios días sin hacerlo y empezaba a sentirme peor. Este antipsicótico matutino junto a un antiepiléptico, cuyo principio activo es lamotrigina, son la base de mi tratamiento actual.
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