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Los pleitos en el beisbol ya no son lo mismo. ¿Qué salió mal?

Los pleitos han sido parte del beisbol, pero los incidentes de este año han sido diferentes. La liga y sus fans deberían tomar nota.
Photo by Evan Habeeb-USA TODAY Sports

Digamos que apareces listado en el programa oficial con 1.8 metros de altura y 83 kilos, y supongamos que eso es cinco centímetros y nueve kilos por encima de lo que se requiere, pero no es malo. También imaginemos que eres un pícher extremadamente talentoso que lanza grandiosas bolas rápidas y posees en tu haber un par de buenas participaciones en postemporada. No hay nada de qué preocuparse.

Además, finjamos que la temporada pasada decidiste que era productivo utilizar el tiempo de tu equipo para meterte en problemas con Mike Trout, Brett Lawrie, y Adam Eaton en un período de casi un mes como pícher abridor. Supongamos que la razón por la que decidiste meterte con ellos fue por los roces que provocaste o agravaste, y tu equipo tuvo que ayudarte todo el tiempo porque no sabes soltar las manos. Para dejarnos de rodeos: el equipo del que hablo con los Royals de Kansas City, y tú eres Yordano Ventura. ¿Acaso eres un incidente aislado o un síntoma de algo mayor cocinándose en el beisbol?

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El martes por la noche, Ventura clavó una bola rápida de 99 millas por hora sobre las costillas del jugador de cuadro de los Orioles de Baltimore, Manny Machado, después de que ambos intercambiaran palabras durante uno de los turnos al bate de Machado. El jugador de los Orioles corrió hacia la lomita, sin la intención de detenerse, esquivó un derechazo de Ventura, conectó con su propia derecha la cara del pícher de los Royals, y después lo sometió con un tipo de llave al cuello que puso a Ventura sobre el piso mientras los dos desaparecían entre la multitud. Ve la repetición. El campocorto de Baltimore conectó un tremendo golpe sobre la humanidad del abridor más detestable de Kansas City.

Well then. Yordano Ventura hits Manny Machado…and Machado charges the mound swinging. — Chris Lilly (@wibwChrisLilly)June 8, 2016

Todo ocurrió a menos de un mes de la pelea entre los Rangers de Texas y los Blue Jays de Toronto: la superestrella de los Jays, José Bautista, se barrió de forma agresiva en segunda base, se paró insultando, y obtuvo su merecido cuando el segunda base de los Rangers, Rougned Odor, le conectó una rápida derecha.

Cuando la gente piensa en peleas de beisbol, generalmente se imaginan a tipos encarándose y después lanzándose golpes incesantemente por unos segundos hasta que sus respectivas selecciones intercedan para separarlos. Sin embargo, Odor-Bautista y Machado-Ventura no fueron pleitos de esos donde tus amigos te impiden pelearte, sino peleas de verdad —es decir, confrontaciones donde los dos tipos buscan lastimarse y, en la mayoría de los casos, saben cómo hacerlo—. Odor golpeó a Bautista con un claro y contundente derechazo, y el golpe convertido en llave de Machado mostró una técnica decente de lucha y la voluntad por intentar que algo serios sucediera en el diamante. Derribar a alguien, en cualquier contexto, no es divertido. Si se hace de la forma incorrecta, el cuello de la persona podría sufrir daños graves. Afortunadamente, a Ventura no le pasó nada.

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Es posible que Machado se quede en la banca una semana después de su altercado, y Ventura reciba el castigo estándar de cinco o seis juegos fuera. Encararse en el montículo siempre se ha castigado de forma más severa que golpear a alguien con la pelota. El resto ha ocurrido como suele ocurrir. Machado se ganó el respeto en los vestidores por sus acciones, correcta o incorrectamente, y dado el titubeo y las cuidadosas palabras por parte del clubhouse de los Royals, es poco probable que a Ventura le queden muchos amigos en su propia organización.

La cara que pones cuando estás ansioso por recibir un segundo golpe de alguien más grande que tú. Foto por Evan Habeeb-USA TODAY Sports

¿Es esto acaso una señal de un salto peligroso en torno a las peleas en el beisbol? No forzosamente. Existe un argumento que dice que la proliferación de los deportes de contacto, tanto como entretenimiento como actividad física a nivel amateur, podría ser la responsable del derechazo de Odor o del derribo de cuello de Machado, pero sinceramente no es convincente, además quién demonios cree que esto es un argumento en primer lugar. Odor se ha peleado en las ligas menores —de forma increíblemente similar— y Machado tal vez sólo tenía ganas de tirar a alguien al piso mientras lo ahorcaba. Cuando se trata de Yordano Ventura, Machado no es el único que quisiera hacerlo.

Ni siquiera es la primera vez que alguien llamado Ventura es sometido al piso. Sin duda, Nolan Ryan no sabía nada de la UFC cuando sometió a Robin Ventura con un candado al cuello en 1993. El infame pleito entre los Orioles y Yankees en 1998 provocado por Armando Benítez no es el mejor ejemplo de una pelea de MMA, pero todos los involucrados tenían la intención de lastimarse.

Rougned Odor y José Bautista. Foto por Peter Llewellyn-USA TODAY Sports

Sin embargo, nuestras posturas sobre las peleas de beisbol podrían cambiar. No se tratan de espectáculos graciosos. Lo chusco (y el flujo de adrenalina) inherente en estos zafarranchos es probable que no cambie pronto, pero el meollo del asunto de un gusto culposo es que la culpa se siente tanto como el placer. El beisbol no es un deporte de contacto, y la gente que lo practica no debería lanzar golpes por todos lados sobre el diamante. Hay un recinto apropiado para ello, y es verdad sin importar qué tanto detestes a Yordano Ventura.

Lo que significa que Machado aceptará su suspensión ganada a pulso, y esperemos que Ventura haga lo mismo —ojalá se trate de una suspensión que tome en consideración su comportamiento pasado, y lo que hizo para provocar el pleito del martes por la noche—. Las peleas no brotan de la nada: son la culminación de malas vibras y malos actos. La liga deberían tomar todo esto en cuenta.

A final de cuentas, a pesar de la justicia convertida en fetiche que implica vengarse de un pelotazo, es responsabilidad de la liga monitorear estas cosas. Este tipo de peleas seguirán sucediendo porque los beisbolistas son beisbolistas y la gente tiende a hacer cosas estúpidas. Estos pleitos no son significativos para el deporte, y qué bueno que así sea. Pero ya no son lo que alguna vez fueron: ahora se trata de riñas más serias, y por ende deberían tener sanciones más severas, ya que las consecuencias podrían ser lamentables.