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Seattle Seahawks

Carolina Panthers y su capacidad para hacer cosas que ningún otro equipo de la NFL lograría

Los Carolina Panthers dominaron la temporada regular - y gran parte del juego contra Seattle-. Tal vez es tiempo de creerse importante.
Photo by Sam Sharpe-USA TODAY Sports

Estamos a mitad, más o menos, de la postemporada de la NFL, lo que significa que estamos casi por concluir la porción de análisis más pesada de la temporada y del deporte más analizado en la historia de Estados Unidos. Innumerables personas, desde radio locutores en Binghamton hasta los ex jugadores en Bristol, tienen un escandaloso trabajo que hacer antes de los juegos de conferencia del domingo, y así lo harán. Estarán desde temprano analizando las fortalezas y debilidades, patrones, y pronósticos.

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Estos tipos seguro se deleitaron cuando, después de llevar una ventaja de 31-0 en la primera mitad de su partido divisional en Charlotte, las Carolina Panthers dejaron que los Seattle Seahawks regresaran con todo para dejar el juego en 31-24 en los momentos finales. Dicho regreso les dio una excusa para su elección preferida de evaluación, el cual se reduce a escoger un slogan y repetirlo con diferente énfasis siempre que se necesite. "Los equipos de Super Bowl juegan 60 minutos", y todo eso.

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Si, para la mitad del último cuarto, fue fácil olvidar lo bien que se vieron las Panteras al inicio del juego, será todo menos imposible recordar esto después de unos cuantos días más de ardua reestructuración. Aquel inicio tempestuoso será presentando como el trabajo de un equipo con casta de campeón pero sin temperamento. Los primeros cuatro touchdowns del primer tiempo comenzarán a parecer casi insaciables. La primera media hora será examinada en lugar de celebrarse.

En ese caso, celebrémosla aquí, porque, por un buen rato, Carolina jugó un futbol que fue casi perfecto y totalmente distinto. No fueron bendecidos por una serie de anomalías; simplemente jugaron una primera mitad con la mejor versión de sí mismos. Y vaya que la mejor forma de este equipo es algo maravilloso de ver, un miedo y admiración naturales. Es como una piedra rodando colina abajo, como si hubiera empezado su recorrido a la altura del Everest y terminado en las costillas de Marshawn Lynch.

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Parece demasiado hacer esto en cada pase completo, pero no importa. —Foto por Bob Donnan-USA TODAY Sports

La mayoría de los jugadores de las Panteras, incluso aquellos que juegan en posiciones diferentes o en diferentes lados del campo, o cuyo peso difiere por 100 libras, parecen moverse igual. No quiero decir que están en sincronía estratégica, aunque sí lo están y lo hacen. Lo que digo es que sus movimientos corporales, sus despliegue idiosincrático de movimiento, parecen conjuntarse.

Las Panteras no son el conjunto más veloz, pero comparten una rapidez que es difícil distinguir de la consciencia; es como si pudieran ver la fuerza y dirección de sus movimientos en intervalos más cortos que otros jugadores. Son fuertes pero no demoledores, menos inclinados en realizar un golpe desmedido que realizar uno que simplemente detenga el avance de su blanco. Tienen el poder en ciertos momentos para mover a la gente a donde les plazca.

Esta habilidad se vio en la primera jugada en la línea de golpeo en el partido del domingo, cuando el fullback de las Panteras, Mike Tolbert, un humano con las proporciones y el daño potencial de un balón medicinal, bloqueó a un linebacker de los Seahawks para dejar a Jonathan Stewart correr 59 yardas en el pasto lodoso. También se vio en la jugada donde la línea ofensiva de Carolina hizo un hueco en el frente de Seattle para que Stewart arrollara a Earl Thomas y anotara un touchdown. Estuvo presente en el primer snap ofensivo de los Seahawks cuando Star Lotulelei llegó al fondo del campo a base de fuerza, y en el segundo, cuando Kawann Short logró penetrar la línea defensiva y presionó a Russell Wilson quien lanzó un pase desesperado a mitad de campo. El linebacker Luke Kuechly lo atrapó y lo regresó a la zona de anotación; repentinamente ya iban 14-0.

Los fans no están abucheando. Ni tampoco están gritando "Luke". Tienen miedo de molestarlo. —Foto por Jeremy Brevard-USA TODAY Sports

Su quarterback y probable MVP de la liga no fue la excepción. El resto de los encargados de las señales que quedan en los playoffs están separados de sus equipos por jerarquía o tipo —por ejemplo, los Broncos de Denver tienen un plantel de atletas en su apogeo el cual encabeza Peyton Manning—, pero Cam Newton para una síntesis de la estética de los Panthers. Al presentarse una segunda oportunidad y 2 a mitad del segundo cuarto, con el marcador 24-0, Newton realizó una formación escopeta, analizó sus bloqueos, y de la nada se inclinó para llegar al primero y diez. Cuatro jugadas después, en tercera y 14, ordenó un ataque recto de doble marcación para proteger a Greg Olsen y anotar un touchdown. El pase fue tan fuerte que, si algún defensivo de Seattle hubiera interpuesto su mano, la habría golpeado y seguido su recorrido.

La originalidad de las Panteras se debe a la coherencia de su estilo, a la forma en que cada jugada parece un plan estratégico y la defensa de toda una ideología. En su peor versión, dicho despliegue casi permite que Seattle remonte. Sin embargo, en su mejor versión, puede generar tanta ventaja en un juego que cualquier intento para remontar será imposible. Los próximos días, durante la etapa más discutida del futbol americano, serán dedicados para debatir si los Panthers deberían estar más contentos por su habilidad para ganar ventaja o deberían estar preocupados por su incapacidad para mantenerla. El par de semanas siguiente acabará con la pregunta.

Pero aquel juego de división, por más disparejo que fue, reforzó lo que un récord de 15-1 en temporada regular ya nos venía diciendo. Carolina es capaz de hacer cosas en la NFL que nadie puede hacer en el presente. El resto de los equipos en playoffs destacan por sus componentes de primera; confunden con sus formaciones, hacen coberturas complejas y fintas para disfrazar a sus corredores. Las Panteras, en su mejor versión, no engañan a nadie. Simplemente van a donde les place.