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¿Por qué lo llaman tráiler cuando quieren decir spoiler?

Si estás interesado en una película, lo primero que tienes que evitar a toda costa es ver su tráiler.
El tráiler de 'Lo imposible', una obra maestra de arruinarnos una peli

Promocionar una película no debe de ser nada sencillo. En una lista de empleos ingratos, estaría por debajo del redactor de los discursos de Rajoy y por encima del encargado de limpiar los perdigones que dicha alocución provoca (suponiendo que, por aquello de los recortes, ambas funciones no sean desempeñadas por la misma persona). En una sociedad expuesta a tantos estímulos, hacer mella se antoja muy complicado. Para ello, la industria cinematográfica sigue confiando gran parte de su estrategia comercial al tráiler. Al que, como concepto, muy pocas pegas se le pueden poner: un breve avance, preferiblemente destacando algún aspecto llamativo, que logre suscitar curiosidad por la película. Hasta ahí todo perfecto. ¿Cuál es el problema? Pues que, como con las tortillas precocinadas, de la teoría a la práctica va un trecho insondable.

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La realidad es que casi todos los tráileres desvelan mucho más de lo que deberían. Igual que las sinopsis, por cierto, pero esa es otra batalla. Por favor, ya basta. Actualmente, si estás interesado en una película, conviene evitar por todos los medios el visionado de su tráiler. Quizás se piensan que, como el personal va tan ocupado hoy en día, es buena idea contarle el principio, desarrollo y (a veces) hasta final en menos de tres minutos. Como aquel capítulo en el que Homer comprimía dos kilos de espagueti en una cómoda barrita del tamaño de su boca. Lo que parecen obviar es un detalle sin importancia: si ya conozco la mayoría de cosas que suceden en la película, ¿para qué gastarme el dineral que cuesta la entrada?

Para ejemplificar esto, ahí va una selección de casos flagrantes, auténticos destrozos sin sentido ni perdón. Así que, a partir de ahora, doble ración de spoilers. Los del tráiler y los míos.

Hasta el último hombre (2016)

Qué mejor que empezar por una recién estrenada. No la he visto, pero eso no es óbice para saber absolutamente todo lo que Mel Gibson, el director, desgrana en ella. Por obra y gracia de un tráiler de dos minutos y medio, claro.

El protagonista siempre quiso ser médico, pero no pudo estudiar. Gracias a la enfermera con la que sale, merodea por un hospital y suponemos que aprende alguna cosa. Cuando le da el pronto de irse a la guerra, su padre le expresa su negativa frente a un cementerio (en el que probablemente esté enterrado otro hijo muerto en combate). El protagonista asegura que servirá a la patria salvando vidas. Durante la instrucción, el muchacho se niega a utilizar armas (al menos nos esconden el motivo, pero imaginamos algún traumático suceso previo, que será revelado durante la película mediante un oportuno flashback o charla de trinchera).

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A partir de ahí, el ejército es un infierno para él. Incluso hay un tío sieso que le llama cobarde. La cosa se va de madre cuando unos compañeros le echan la cara abajo, y encima al que encierran es a él. Pero esto es América, y siempre puedes recurrir ante las injusticias. Finalmente, le dan permiso para ir a la guerra sin pistola.

Vemos muchas explosiones, porque esto es la guerra. Los soldados que escalan no van a hacer rápel, van a matarse con quien haga falta. Aunque la ofensiva tuvo que salir regular, porque hay heridos a cascoporro. El protagonista no se amilana y monta un hospital de campaña, salvando a los compañeros que lo despreciaban. Incluso al sieso. Ya en las postrimerías de este "avance", vemos al médico (superando las dudas del principio del tráiler) en el fragor de la batalla. Ni siquiera se cortan al desvelar una poderosa escena, que seguro supone el clímax de la película: el protagonista despejando granadas con la mano abierta, como el que espanta moscas en el campo. Y ya está. Un verdadero héroe americano. Apostamos a que antes de los créditos aparecen algunos datos con música, preferiblemente militar, de fondo: a cuántos soldados salvó y, si ninguna granada se lo llevó por delante, cuánto y dónde vivió felizmente casado con la enfermera. Qué peliculón le ha vuelto a quedar a Mel Gibson, joder. Y vaya ahorro de tiempo y dinero esto de los tráileres.

Náufrago (2000)

Tengo que reconocer que este es uno de mis favoritos. Es que ni queriendo se puede destripar más eficazmente una película. Tom Hanks se despide de Helen Hunt antes de subirse a un avión. Por supuesto, nos muestran el accidente aéreo y cómo termina en una isla desierta. Antes de continuar, un ejercicio. Parad la lectura y tratad de recordar tantos momentos de 'Náufrago' como podáis. Porque todos, sin excepción, aparecen en el tráiler. Que se hace amigo de una pelota pintada, que logra hacer fuego, que aprende a pescar y, claro está, que construye una barca para escapar.

Alguien en su sano juicio se detendría aquí (probablemente antes), pero estos genios pensaron que no era suficiente. ¿Qué tal si enseñamos a Tom Hanks navegando con la rudimentaria embarcación? Perfecto. Completamente venidos arriba, decidieron coronarse. Revolucionar el marketing cinematográfico, por qué no. Si alguien paga por ver la película de un náufrago, la duda final es si conseguirá salir de la isla. Pues bien, en el tráiler aparece un tipo… ¡contándole al protagonista rescatado que pasó fuera cuatro años, que incluso celebraron su funeral! Con dos cojones. Y no sólo nos enseñan que vuelve sano y salvo, sino también su reencuentro con Helen Hunt. Es una absoluta maravilla, el David de Miguel Ángel de los tráileres de mierda. Que esto saliese a la luz sólo puede responder a dos factores: droga ingerida en altas cantidades, o una apuesta. O una peligrosa mezcla de ambas.

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La cara oculta (2011)

Si no habéis visto la película y tenéis el mínimo interés en hacerlo, ni se os ocurra darle al play. En caso contrario, sigamos.

Este es de los que mosquean. Insisto, no sigáis leyendo si pretendéis verla, porque la voy a reventar. Existe un giro crucial de la trama, que se desvela a los cincuenta minutos de una película que dura menos de noventa. Pues el tráiler consiste, literalmente, en mostrar ese giro por completo.

En Bogotá, Clara Lago deja a Quim Gutiérrez, que la olvida rápidamente gracias a una muchacha local. Ésta se va percatando de que en la casa ocurren cosas extrañas. En la primera mitad de la película, la historia se narra desde el punto de vista de la colombiana. Cuando conocemos que Clara Lago se ha quedado involuntariamente encerrada en un búnker interior de la casa, desde donde ve todo, la película cambia. Para el que conozca esa información, toda la atmósfera, las pistas previas y los juegos de guión (realizados con mayor o menor acierto), no tienen sentido.

Si conoces el paradero de Clara Lago, la película está arruinada. Pues justo eso es lo que desvelan en el tráiler. Como si en 'El sexto sentido' ya supieras de antemano que el protagonista está muerto. Encima, como guinda del pastel en este disparate, algo que sucede con cierta frecuencia en los tráileres: mostrar cosas que luego no aparecen en el montaje final de la película. En este caso, un funeral. Es decir, que cuentan todo lo que tienen que esconder y muestran algo que no existe. Matrícula de honor en estulticia.

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Lo imposible (2012)

Todo arranca con una familia modélica en un lujoso hotel del sudeste asiático. Es tan paradisíaco que incluso han evitado incluir turistas sexuales entre la clientela. De repente, un temblor, palmeras que se caen y una ola gigantesca que se abalanza sobre la perfección occidental hecha familia. Un zoom nos muestra a Ewan McGregor gritando mientras piensa que lo van a quitar del tabaco. A partir de ahí, música triste y el encuentro del padre con dos de sus chiquillos. Por otro lado, también se reúnen la madre y el hijo que faltaba.

La única gracia que le queda a la película es saber si podrán regresar todos juntos a su adosado con garaje y piscina, y el tráiler narra los avances en pos de ese objetivo. ¿A que no os lo imagináis? Efectivamente. En los instantes finales se muestra el reencuentro del padre y la madre (felizmente recuperada, claro). Es decir, te cuentan el inicio y el final de la película, dándote bastantes pistas de lo que ocurre entre medias. Quizás lo de menos aquí es la historia, que te sorprendan o que disfrutes descubriéndola. Esto un negocio y, si pudieran, para complementar la pornografía emocional, insertarían un mensaje durante toda la proyección: "Llorad, hijos de puta. Llorad muy fuerte. Y contádselo a vuestros conocidos para que vengan y paguen por llorar también".

Brothers (2009)

Ni los maestros del cine como Jim Sheridan se libran de esta absurda plaga. En este tráiler te desvelan, como si no fuese importante, que un soldado que todos daban por muerto, en realidad no lo estaba y regresa a casa. Allí se encuentra a su mujer (Natalie Portman), sus hijos y su hermano (Jake Gyllenhaal). Que digo yo que, con semejante pareja protagonista, no era necesario utilizar el reclamo del actor que encarna al militar.

Resulta que, durante su ausencia, el hermano ha ocupado su lugar, incluso teniendo un desliz con su cuñada. Todo aparece en el tráiler, insistimos. También que el militar regresa y se entera de lo sucedido, volviéndose completamente loco. Entre eso y el clásico estrés postraumático, una noche se pelea con su hermano y acaba empuñando un arma en frente de la policía. Lo que finalmente ocurre es casi lo que parece. En definitiva, otra ocasión en la que lo que debe de ser un aperitivo de la película muestra el inicio, el nudo y casi el desenlace.

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Liberad a Willy (1993)

Esto es como la estupidez humana, que aunque ahora cuente con más medios de difusión, no significa que no existiese hace veinte años. Lo mismo ocurre con los tráileres destripadores. Esta película, en el recuerdo de todos los niños de aquella generación, era salvajemente reventada en los escasos dos minutos que dura su tráiler.

Ya no es que veamos toda la trama, sino que una voz en off nos va narrando, paso a paso, lo que siente la orca. Willy era feliz en libertad, hasta que unos malvados la capturaron para convertirla en espectáculo de entretenimiento. En su acuario, se hace amiga de un niño, que comprende el sufrimiento del animal. El zagal urde un plan perfecto para liberarle, y por supuesto en el tráiler nos lo muestran con pelos y señales. Una vez que la huida tiene éxito, el más difícil todavía. Deciden enseñarnos, literalmente, el final de la película: la orca saltando por encima del niño, en busca de un velero llamado libertad. Sí, esa imagen icónica, también te la muestran en el tráiler.

Vale, ya sé que alguno saltará diciendo que escojo casos muy exagerados para demostrar mi teoría. Pero es que se quedan fuera otros muchos, siendo algunos de obligado nombramiento, a modo de accésits. Por ejemplo, 'Speed', una película de un autobús que lleva una bomba pero en cuyo tráiler se ve a los pasajeros, ya a salvo, observando cómo explota el vehículo. O el de 'El negociador', que enseña cómo unos enfrentados Samuel L. Jackson y Kevin Spacey finalmente aúnan fuerzas, algo que modifica la película por completo bien avanzado el metraje.

No podía faltar la revelación de que Richard Gere, agente de la CIA, es también el asesino al que se supone que persigue, lo que representa el punto de giro de 'El doble'. Si es que ejemplos hay a puñados. Cualquiera que haya visto 'Hijos de los hombres' se echará las manos a la cabeza con la luz que puede dar su tráiler (vaya juego de palabras que me he marcado). El terror tampoco se libra, o si no que le pregunten a los que mostraron en el avance de 'Carrie' la escena inolvidable. Por no hablar de las comedias, claro. Ya no sólo es que te destripen la trama, es que te cuentan los mejores (y a veces los únicos) chistes de la película. Por citar un caso reciente, 'La fiesta de las salchichas'. Luego, en la sala, como la gente ya conoce los gags, no se ríe nadie. Así, cuando sus amigos preguntan si les ha gustado, se encogen de hombros.

Y un encogimiento de hombros nunca ha sido algo que incite a ir al cine.

Desde aquí, un ruego, una súplica, a los publicitarios de la industria cinematográfica: dejad de tocarnos los huevos. Con esa estrategia demencial condenáis a los que vamos frecuentemente al cine a actuar como si padeciésemos trastornos mentales mientras se proyecta el tráiler de una película que nos interesa. Cerrar los ojos o mirar hacia el techo, taparnos los oídos, tararear compulsivamente y demás conductas anómalas. Mientras, el resto de espectadores te mira fijamente, con más miedo que curiosidad. Y tampoco es plan.