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Cultură

Lo que aprendí siendo virgen a los 25

Si Hugh Hefner esperó hasta los 22 años para perder su virginidad, entonces los vírgenes no tenemos de qué preocuparnos.
Photo by Flickr user Jennifer Lee

Está en todas partes. En posters de películas, en la música que suena en la radio, en comerciales de carros y de ropa… El sexo siempre está presente en las campañas de mercadeo de nuestros líderes corporativos. No importa cuánto lo tratemos de ignorar las personas vírgenes, la sociedad parece estar dispuesta a restregar sus genitales en nuestras inocentes caras.

Excepto que yo no como cuento. Tengo 25 años y sigo siendo virgen.

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En el caso de mucha gente que llega a este punto de su vida sin haberse comido a nadie hay cierto grado de decisión involucrado: se "están manteniendo puros por razones religiosas" o están esperando al "amor de sus vidas". Esas personas todavía podrían tener una primera vez placentera y satisfactoria. Pero si eres como yo —es decir, si el celibato no es tu meta—, entonces te empiezas a dar cuenta de que probablemente tu primer encuentro sexual será incómodo, de afán y plagado de falsas expectativas.

El camino a las relaciones sexuales también está lleno de otros descubrimientos. A continuación algunos:

Sientes que estás teniendo una crisis de la mediana edad.

Recién empezando mis años 20, pensé que era inmune al tipo de ansiedad que provoca la adultez. Estaba aceptando mi pérdida de pelo (no calvicie, maldita sea) y el inexplicable hecho de que subo un kilo de grasa con cada cumpleaños que pasa. Pero en lo que respecta mi vida sexual, que no existe, entro en pánico. Me estoy acercando al crepúsculo de mi juventud y aún no he follado. "Apúrate", pienso para mis adentros, lo cual es una horrible forma de pensar.

Este tipo de pánico significa salir con la mayor cantidad de mujeres posibles, a menudo sin sentir una conexión verdadera pero queriendo tenerla desesperadamente. Es el mismo sentimiento que deben tener las mujeres cuando a su reloj biológico se le empieza a acabar el tiempo.

Cuando eres virgen a tus veintitantos, el mejor escenario posible es que una mujer con la que sales rechace una oferta de sexo casual. Si la mujer sigue siendo agradable después de la primera cita, corres el riesgo de clavarte. Y cuando te decepcione —algo que inevitablemente va a pasar—, sentirás lo mismo que sienten las personas cuando acaban una relación de mucho tiempo, solo que no ha sido una relación nada larga. Esa clase de altibajos sentimentales hace que se te quiten las ganas de tener una relación y que quieras perder tu virginidad como sea solo para callar a tus amigos.

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Tus amigos te la van a montar un poco, pero en verdad no les importa

La gente siempre se sorprende cuando les digo que soy virgen. Casi puedo escuchar la pausa que hacen para tratar de asimilar ese descubrimiento. Es casi como si les hubiera dicho que nunca he visto televisión, tan increíble, tan ajeno, que hace que la gente se tome unos segundos para imaginárselo. Después de un rato, se ponen a pensar a cuál de sus amigas me pueden presentar.

Pero eso no significa que mis amigos entiendan por qué soy virgen. No les parece muy complicado porque perdieron su virginidad cuando eran adolescentes en un sótano mientras escuchaban Postal Service o lo que sea. Al final del día, nadie se pone pesado con el tema. Lo peor que puede pasar es que la conversación sea algo como: "Mira, no tiene nada de malo ser virgen, algún día vas a encontrar a alguien", lo cual es lo mismo que decirle a alguien con depresión que tiene muchas razones por las cuales vivir. El consuelo se siente poco genuino y no significa nada.

Tus expectativas son erradas porque tu única idea del sexo es el porno

Espera, ¿me estás diciendo que las mujeres en la vida real no tienen tetas y culos perfectos, que sus estómagos no son planos y que no disfrutan estar en las posiciones más incómodas y dañinas para la columna como en el porno? ¿Qué vas a decir después? ¿Qué los movimientos de kung fu que aprendí imitando a Jackie Chan no sirven en una pelea de verdad?

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Mi relación con el porno ha sido muy complicada, no sé por qué, y lo uso dependiendo de qué tan triste me sienta (sin contar el estado de mis bolas). Si me siento motivado como para disfrutar la vida de soltero y todo lo que implica —como enfocarme en los proyectos que me apasionan, cumplir metas profesionales o mantenerme en forma para sentirme atractivo y poder coquetear de vez en cuando—, entonces no lo veo tan seguido. Sin embargo, de vez en cuando me da un periodo de pesimismo acompañado de soledad y hace que todo lo que hago parezca una simple distracción.

A veces, el porno es todo lo que tenemos los vírgenes. Es el equivalente digital de un booty call para los que no follamos. No tengo idea de qué esperar del acto real, pero no necesito que mis amigos me cuenten anécdotas para darme cuenta de que el porno es una exageración del sexo. (Aún así no estoy seguro de cómo se siente tener sexo de verdad).

Tu virginidad pone mucha presión en la persona con la que estás saliendo

Cuando esperas mucho tiempo para perder tu virginidad, quieres que cuando pase sea maravilloso. Y por eso, los polvos de solo una noche no son una opción. Aunque parte de mí quiera perder la virginidad con cualquier desconocida sólo para saber qué se siente, algo me impide hacerlo. Me parece raro tener sexo con una chica —que probablemente tiene más experiencia que yo— solo una vez, sabiendo que ambos vamos a quedar insatisfechos. No es como que este esperando el amor de mi vida, solo alguien que me entienda.

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Parte de mí quiere perder su virginidad con cualquier desconocida para saber qué se siente pero algo me impide hacerlo. Siento que sería raro hacerlo con una chica —que seguro tiene mucha más experiencia que yo— una sola vez, sabiendo que los dos vamos a quedar inconformes. No es que esté esperando a "la indicada", sólo a alguien que lo entienda.

¿Quieres un consejo sobre cuándo revelar tu secreto? Pues sigo trabajando en eso. Casi nunca tengo una segunda cita, y la última vez que le conté mi secreto a una chica nos volvimos muy buenos amigos. Aún así prefiero seguir buscando una chica comprensiva en vez de tener sexo una noche y ya.

Hablar de sexo siempre es incómodo

¿Alguna vez has escuchado a alguien hablar de sexo? O, mejor aún, te has escuchado a ti mismo? Casi todo lo que una persona promedio tiene qué decir sobre el sexo está muy trillado y es una forma de desviar una conversación que pudo haber sido enriquecedora:

"¿Qué opinas de la película?"

"Una narrativa muy bien hechacon excelente valor de producción"

"Sí y Channing Tatum está una delicia, ¿no?"

Aunque, la verdad, me gustaría poder unirme a este tipo de conversaciones. Me gustaría poder hacer una broma de "that's what she said" sin sentirme un pervertido y un fraude al mismo tiempo. No creo que todos los que me conocen se den cuenta de inmediato de que soy virgen pero estoy seguro que me delata mi incomodidad cuando la conversación se desvía hacia el campo de lo sexual.

Ser virgen es (más que todo) tu decisión

Entiendo lo agradable que es sentirse la víctima, como cuando te roban algo. En este caso, es mas fácil creer que a todos nos deben amor e intimidad física y que cuando no lo recibimos tenemos derecho a estar bravos. Pero así no es la vida: eres tú el que no se quiere bajar los pantalones.

La razón por la que aún conservo mi virginidad se resume a la falta de autoestima. Cuando era adolescente, la edad perfecta para perder la virginidad, las chicas se acercaban a mis amigos pero no a mí. Eso destruyó mi autoestima. Ahora sufro de un trastorno de ansiedad que hace que cualquier posible encuentro sexual o romántico termine así: "Oh, veo que conociste a una persona atractiva. ¿Crees que vas a tener suerte esta noche? ¡Pues no! ¡Vuelve a participar, idiota!". Es un círculo vicioso y en serio tengo que superarlo antes de poder formar un vínculo sentimental —y físico— con alguien.

No digo que no haya otras razones mucho más importantes para conservar la virginidad. Hay quienes lo hacen por cuestiones religiosas. Hay otros que están esperando al mayor postor o quieren hacer un proyecto de arte. Tal vez haya quien prefiera enfocarse a salvar el planeta o algo así, sin la distracción del sexo. Si Hugh Hefner esperó hasta los 22 años para perder su virginidad, entonces los vírgenes no tenemos de qué preocuparnos.