Ofrendas al mundo visual

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Ofrendas al mundo visual

Michigan en los setenta.

Quizá tengo una predisposición genética que me hace obsesionarme con las fotos. No sé de qué otra manera explicarlo. Como un niño que creció en los cincuenta, fui el sujeto fotografiado durante las grandes celebraciones familiares: cumpleaños, días festivos, vacaciones, etcétera. Lo que más recuerdo de estos eventos era cómo la cámara cambiaba la atmósfera. Cuando salía, todos teníamos un lugar donde debíamos estar y posiciones que adoptar. Mientras que el adulto con la cámara tenía un trabajo que hacer. Esa máquina tenía un cierto poder.

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Lo que ocurría antes cambiaba de forma sutil frente a la cámara. Sé que esto ocurre ahora más que antes, y que la mayoría no piensa en ello. Pero de alguna manera, y sin entenderlo de pequeño, el poder transformador de la cámara se clavó mi conciencia. Y conforme fui creciendo, me convertí en el encargado de documentar a la familia, para poder sentir ese poder y responsabilidad.

¿Es ésta fascinación con el poder de la cámara algo inusual? Es probable. Pero sospecho que es algo que comparten muchos fotógrafos, es su propósito. ¿Usar la cámara para experimentar el mundo es una muleta? Quizá. Yo prefiero pensar que mi obsesión me permite observar un conjunto de “hechos” alterno en este mundo visual que compartimos.

A principios de los años setenta decidí comprometerme de lleno con esta fascinación y rodearme de un pequeño grupo de gente que pensaba como yo. Lo que ocurrió después fue una educación en el lenguaje de la fotografía. Las imágenes que grabábamos y compartíamos eran nuestras “conversaciones” con la tradición fotográfica, nuestros mentores y entre nosotros. Quizá sólo la mitad de las fotos en este libro fueron vistas por alguien en aquel entonces; y hasta 2009, cuando empecé a subir las imágenes a internet, nadie más que yo había visto las demás. En cierto modo, este libro representa un archivo desclasificado de evidencia de la relación de un fotógrafo con su cámara dentro de su cultura. Para mí, las fotografías son mi ofrenda a la generosidad visual proporcionada por esa cultura.

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Don Hudson es un ávido fotógrafo amateur de South Lyon, Michigan. Lleva décadas tomando fotos, y sólo hasta hace poco comenzó a compartir su rico archivo gracias a la magia de internet. Una colección de imágenes seleccionadas (la mayoría de Michigan a finales de los setenta y principios de los ochenta), titulada From the Archives, se publicó recientemente por Editions FP&CF. El texto anterior es el prefacio que Don escribió para el libro. Puedes comprar una copia aquí. Confía en nosotros, es hermoso.