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Identidad

La historia de las mujeres que han utilizado el perfume como veneno

Desde el Asunto de los Venenos en la Francia de Luis XIV hasta el perfume Hypnotic Poison de Dior, las fragancias llevan mucho tiempo relacionándose con lo siniestro.
Illustration by Jessica Olah

Existe un mito en torno al intento por parte de María Antonieta de escapar de la guillotina que me encanta contar: tratando de evitar la ira de los revolucionarios jacobinos, la familia real se disfrazó para escapar hasta las afueras de París. Cuando la multitud detuvo su carruaje, eran irreconocibles. Puede que les descubrieran, aunque no es probable, por el noble perfil del rey (que coincidía exactamente con el que aparecía en los billetes), pero también por el noble aroma de la reina. Después de todo, solo la realeza podía permitirse llevar una fragancia tan sublime

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La belleza siempre ha sido un indicador de dirección. En su ensayo "Privacy in the Films of Lana Turner" ("La privacidad en las películas de Lana Turner"), el escritor Wayne Koestenbaum la describe como un vector, aunque posiblemente un vector sin una trayectoria clara. En su libro El secreto, Donna Tartt escribe lo mismo y todavía va más allá: para ella, la muerte es la madre de la belleza y todos tratamos incansablemente de capturarla, porque todos queremos vivir para siempre. Precisamente gran parte de la historia de la belleza —y, en especial, del perfume— ha sido un billete solo de ida, que se paga en alcohol y aceites esenciales, directo al más allá.

En lo referente a la muerte por perfume, en la mayoría de países se trata de una historia más antigua que el mismo Cristo. La gente llevaba ya miles de años envenenándose entre sí por ambición política y guerras biológicas antes de que Jesús entrara en escena.

Puede que los sumerios fueran los primeros, pero la Roma y la Grecia antiguas no tardaron en seguir sus pasos. Las listas de ingredientes de Teofrasto, Dioscórides y Plinio exploraban los usos medicinales, políticos y cosméticos de las hierbas, las partes de algunos animales y los absolutos florales. En aquella época, las medicinas y los perfumes compartían tanto los ingredientes como los lugares de producción, de modo que con frecuencia eran algo así como un dos por uno.

En el siglo VI antes de la era cristiana, el antiguo cirujano indio Sushruta perfiló la conexión existente entre los perfumes y la muerte en tiempo de guerra en su texto Sushruta Samhita. El Sushruta Samhita incluye una lista de venenos comunes: dosis letales de cualquier cosa disponible se mezclaban con alimentos, bebidas, miel, medicinas, agua para el baño, aceites de unción y pigmentos para las pestañas, y también se espolvoreaban sobre ropas, camas, divanes, calzado, guirnaldas, joyas, sillas de montar y perfumes… Cualquier cosa que permitiera que penetraran por los poros. Aunque los perfumes podían ser la cara visible del veneno, Sushruta también mencionaba que espolvorear la tierra con perfume y otros materiales (vino, arcilla negra y heces de vaca) podía sanar dicha tierra del veneno. Y lo cierto es que no estaba del todo equivocado, porque la arcilla negra y el alcohol poseen efectos desinfectantes y filtrantes. El perfume, sin embargo, solo es una máscara.

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Retrato de Catalina de Médici por Corneille de Lyon, 1536. Imagen vía Wikimedia Commons

Si hablamos sobre perfume y guerra, no podemos obviar a la familia Médici, que se enzarzaba en constantes disputas. Catalina de Médici se hizo célebre en la Francia de la década de 1500 cuando se vio implicada en la masacre del Día de San Bartolomé. Se dice que su perfumista, René le Florentin, confeccionó los guantes perfumados y envenenados que derribaron a su rival, Jeanne D'Albret, que falleció después cayendo misteriosamente enferma tras una tarde de compras. El que los guantes envenenados fueran los culpables es un mito extendido y muy creíble, teniendo en cuenta la popularidad de los guantes perfumados en aquella época, pero la ciencia sugiere que Jeanne falleció por causas naturales.

Aquella no fue la última muerte vinculada con el perfume en París. El Asunto de los Venenos fue un escándalo de asesinatos que implicó a muchos miembros de la aristocracia de la Francia de Luis XIV entre 1677 y 1682. Más exactamente —casi parece una parodia, francamente— fue una espiral de crímenes centrada en torno al veneno, el perfume, el aborto, la brujería, las aventuras amorosas y la realeza. El 'Asunto' abarcaba todos los escalafones de la sociedad, desde los pequeños rateros que rondaban las riberas del Sena hasta la corte del mismo Luis XIV: su amante oficial era clienta habitual de Catherine Monvoisin, más conocida como La Voisin, una líder criminal y una extraordinaria perfumista y hechicera. El escándalo —bautizado como "El Asunto de los Perfumes" por la prensa— se vinculaba al "poudre de succession" o "polvo de herencia" (que normalmente era arsénico o talio) e implicó a personas de todos los estratos sociales.

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Como perfume, Aqua Tofana dejaba mucho que desear, ya que el veneno era inodoro, pero como asesino de maridos era un superventas

La Voisin trabajaba en colaboración con afamados abortistas y sacerdotes locales, compartiendo los beneficios de las consecuencias no deseadas de mantener relaciones sexuales en una época en la que no existía la planificación familiar. Su negocio lo abarcaba todo; vendía perfumes y polvos, desde luego, pero su negocio de cosmética y belleza no era más que una pequeña parte de toda una trama de sangre y poder que implicaba arsénico y rituales que supuestamente incluían la piel de bebés concebidos fuera del matrimonio, que los sacerdotes santificaban tras su nacimiento. Hay quien afirma, aunque no existen pruebas de ello, que la policía recuperó los restos de 2.500 bebés en el jardín de La Voisin mientras duró su juicio (también la interrogaron cuando estaba ebria, así que por supuesto la legitimidad de su testimonio podría ser cuestionable). No obstante, aquello por lo que la juzgaron no se alejaba demasiado de otras ocupaciones más respetables en aquella época. Los hechiceros y los farmacéuticos eran muy similares durante el final del siglo XVII, ambos ofrecían remedios para el dolor de cabeza, las espinillas y el mal aliento, productos para blanquear los dientes y para teñir el cabello, y también perfumes. La diferencia es que los métodos de La Voisin implicaban cantidades considerablemente mayores de sangre, sacrificios animales y clientela aristocrática. Finalmente la quemaron en la hoguera como resultado del escándalo y la mayoría de sus colaboradores, 36 en total, fueron ejecutados o también quemados. Los más afortunados fueron a prisión.

Mientras el 'Asunto' transcurría en Francia, otra perfumista se estaba haciendo célebre en Italia. Giulia Tofana, algo así como una Dama Vengadora, se cobró más de 600 vidas, la mayoría de ellas de maridos abusivos cuyas esposas eran sus clientas. Tofana era algo así como una Dama Vengadora y escogió vender sus venenos de dos formas diferentes a las mujeres que querían escapar de sus maridos: una era maquillaje en polvo y la otra se ocultaba en forma de frasco de perfume, con la cara de San Nicolás de Bari mirando desde el envase (San Nicolás es la inspiración original de Santa Claus, alguien que entregaba regalos en secreto). Como perfume, Aqua Tofana dejaba mucho que desear, ya que el veneno era inodoro (una combinación de arsénico, belladona y plomo), pero como asesino de maridos era un superventas. Aqua Tofana se hizo tan popular en Italia, inundando los hogares de Palermo, Nápoles y Roma, que finalmente se descubrió y ejecutó a su creadora, junto con todos sus empleados y gran parte de su clientela.

Anuncio de Hypnotic Poison de Dior. Foto vía el usuario de Flickr WVFonseca

Los ingredientes activos presentes en la mayoría de estos crímenes de belleza eran el arsénico y el cianuro. El perfume y el veneno siempre han ido de la mano; la palabra en sánscrito para el arsénico rojo es la misma que para decir perfume. Los perfumistas profesionales 'no asesinos' también llevan mucho tiempo obsesionados con transformar la muerte en belleza, aunque utilizando menos cadáveres en el proceso. El perfume Hypnotic Poison de Dior, en concreto, es una oda al cianuro. Contiene notas de almendra amarga, y las almendras amargas contienen amigdalina, portadora de un ingrediente aromático muy común que huele como el licor de amaretto pero que también puede producir cianuro si la hidrólisis se produce de forma diferente, según afirma Luca Turin, autor de The Secreto of Scent ("El secreto del aroma"). Se trata de un sutil e inteligente juego de palabras con el veneno ("poison", en francés), creado por un perfumista con un morboso sentido del humor… Sin duda puede hacerse mejor.

Ya han pasado unos cuantos años desde que el perfume Poison de Dior lideraba la lista de superventas en los grandes almacenes, pero si te pasas por tu Sephora más cercano, invariablemente te toparás con perfumes que hacen un guiño al largo matrimonio entre la muerte y el glamour. Marcas más nuevas como TokyoMilk hacen uso de una imagen de marca que se basa en el atractivo de la femme fatale, incluyendo una fragancia llamada Arsenic No.17. Tal y como escribió Baudelaire en Las flores del mal, una colección de poemas que ha inspirado por igual a innumerables perfumistas y fabricantes de veneno: "Los aires encantadores que forman la belleza son… el aire travieso, el aire enfermizo, el aire felino, una combinación de puerilidad, despreocupación y malicia". El perfume, en tantos textos escritos, resulta morboso… incluso aterrador. Aunque las fragancias invisibles puedan parecer como el poltergeist del mundo estético, el perfume con frecuencia también es el monstruo, que va dejando cadáveres tras sus vapores.