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Comida

Hay más pelos, excremento y uñas en tu tocino de lo que realmente crees

El Proyecto de Responsabilidad Gubernamental (GAP) de Estados Unidos, recientemente lanzó un reporte sobre los contaminantes que podrían resultar en enfermedades alimentarias o productos no aptos para el consumo.

Más rápido no siempre es mejor. Cuando se trata de inspección alimentaria, los cadáveres de los animales no pueden ser mirados tan rápidamente como para no darte cuenta de la diferencia entre una lesión de riñón y un suculento lomo, o determinar si las uñas y la mierda son contaminantes de la carne a la cuál se les da el sello de certificación de higiene.

Pero según el Grupo de Vigilancia Higiénica de Estados Unidos, eso es lo que pasa exactamente en muchas de las plantas procesadoras de esa nación. El Proyecto de Responsabilidad Gubernamental (GAP) recientemente lanzó un reporte citando a cuatro inspectores de carne federales sobre su programa piloto de inspecciones a alta velocidad que aparentemente está causando más mal que bien en términos de seguridad para la carne.

El programa, conocido como Proyecto Modelo de Inspección de Control Crítico y Análisis de Riesgo o HIMP, fue aprobado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos hace más de diez años, en cinco diferentes plantas de procesamiento porcino. Consiste en reducir a la mitad el número de inspectores de USDA en cada planta y reemplazar a los faltantes con sus propios empleados, con el fin de aumentar la velocidad en las líneas de procesamiento en casi un 20 por ciento. Más cerdos, menos paradas en línea, más ganancias.

Un programa similar fue implementado por la USDA el año pasado para procesar aves, reduciendo el número de inspectores federales en los mataderos de cuatro a tan sólo uno y aumentando la matanza de pollos de 140 por minuto a 175.

GAP publicó declaraciones juradas de cuatro inspectores de la USDA que actualmente trabajan en cinco plantas participantes del programa piloto —tres de las cuales son propiedad de Hormel. Dentro de las muchas quejas están las que los inspectores del Gobierno tienen como protección legal contra las denuncias. Los empleados de las plantas "no pueden reportar los problemas de seguridad o parar las líneas por miedo a las represalias". Además, a esos empleados "les falta entrenamiento adecuado y generalmente pueden no identificar los signos de defectos y contaminación que podrían resultar en enfermedades alimentarias o productos no aptos para el consumo".

Y esos signos son realmente asquerosos. "En numerosas ocasiones fui testigo de que ellos —los inspectores de la compañía— fallaron en identificar abscesos, lesiones, materia fecal y otros defectos que podrían hacer del animal un alimento inseguro o insano", dijo un inspector anónimo. "Otra contaminación como el pelo, uñas, riñones císticos y vejigas enfermas han aumentado bajo el HIMP", dijo otro. "La velocidad de las líneas no hacen la tarea más fácil de detectar la contaminación. La mayoría de las veces van tan rápido que es imposible ver algo en el cadáver". Otro inspector maldijo al Departamento de Agricultura por el programa, diciendo: "Pareciera que la USDA está haciendo todo lo posible para asegurarse de que el programa HIMP sea un éxito en esta planta, aún si eso significa traicionar a los consumidores al ocultar la verdad sobre su comida". "La seguridad de la comida se ha ido al diablo con el HIM", agregó. Otro inspector anónimo lo puso más claramente: "Cuando recién empecé a trabajar para la USDA, un inspector me dijo acerca de mis deberes en el trabajo. "No se trata de preocuparse por que la gente coma mierda o no. Lo hará. Se trata de decidir cuánto va a comer".