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Comida

Anduve en bici con los artistas veganos más valientes de la Ciudad de México

Me aventuré a pasar un día con Los Loosers, los chicos que pasan sus días cocinando comida vegana —libre de soya— y entregándola en bici. Recorren las calles pedaleando en una ciudad peligrosa y enorme. Son valientes. Yo no tanto.

En algún lugar, entre las anchas avenidas, los vendedores de suvenires y las galerías de arte de la colonia San Rafael de la Ciudad de México, se encuentra la increíblemente limpia cocina de Los Loosers, el único servicio vegano para llevar en bici en la ciudad.

Fundado por los grandes amigos Ysus Pallares y Mariana Blanco en 2011, el proyecto ha crecido desde ser un-horno-para-una-pizza-y-dos-personas, hasta un próspero aunque pequeño negocio que reparte hasta 130 comidas libres de soya cada día. Se han ganado clientes como la Mercedes Benz y American Apparel. Pero su zona de reparto es una ciudad muchas veces más grande que Manhattan, y lo hacen con un sincero entusiasmo.

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Descubrí el negocio cuando estaba buscando en Google lugares dónde comer durante un reciente viaje al Distrito Federal —a.k.a. DF—. Plagado de

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y repartidores adorables, su Instagram me gritó «¡somos lo que buscas!» Investigando más en Google en español, encontré cientos de tuits y «likes» de clientes satisfechos, muchos de los cuales acompañan sus comentarios con el signo «L» hecho con sus dedos.

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En un esfuerzo por entender el fenómeno

Loosers

, me las arreglé para unirme a ellos una mañana. Fue una combinación extraña de comida deliciosa y sudorosas pedaleadas. Les prometí frenar mi Ecobici antes de que los atrasara mucho. «Te prometemos que te vamos a alimentar bien», contestaron.

Cuando llegué, me quité los zapatos y me puse unas chanclas estilo Croc, sólo una de las medidas voluntarias que toman para mantener la cocina libre de contaminantes. «Intentamos ser realmente cuidadosos», dijo Mariana. «¿Quieres té o café?» Fotografías de activistas de derechos humanos y animales adornaban las paredes. El soundtrack me parecía familiar: Pulp, The Pixies, Duran Duran y The Bangles.

Mientras dos cocineros de piel brillante hacían una fragante hamburguesa vegetariana, Mariana contaba que ella conoció a Ysus —un diseñador gráfico y reparador de bicicletas— en su vida pasada de periodista, cuando hizo una historia con su grupo bicicletero. Los dos hicieron un lazo de compromiso de veganismo ético, pero estaban frustrados por la carencia de lugares para comer en la ciudad. (Un vegano no pasará hambre en el DF, pero es casi imposible encontrar un restaurante completamente libre de productos animales; y si también evitas la soya, ¡olvídate!) «Solía escribir en diarios, pero al final nada estaba cambiando», recuerda Mariana. «Decidimos renunciar a nuestros empleos y hacer algo juntos».

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Como sus hermanos espirituales del otro lado de la frontera, Terry Romero e Isa Moskowitz de Post Punk Kitchen, encontraron que la mejor manera de abogar por los animales era hacer la comida vegana más accesible e interesante para los residentes de la Ciudad de México. Yses era panadero y Mariana sabía cocinar gracias a su abuela oaxaqueña. Con sólo $357 USD, sus bicicletas y un sueño, los dos amigos se pusieron a trabajar. Se levantaban cada día para preparar los sándwiches y los postres del día, para repartirlos a la hora de la comida. «El primer día que repartimos algo, pensaba

¿Qué chingados estoy haciendo?

» admitió Mariana. «A nadie le va a gustar».

Afortunadamente, estos miedos no tenían fundamento, y las órdenes comenzaron a crecer en Facebook y en Twitter. Cuatro años después, Los Loosers emplean y proveen de Seguro Social a dos cocineros, Ana y Jorge, y a tres repartidores, Ysus, Julián y Pepe. Le han cocinado a todos, desde al pop star español Enrique Bunbury y al Black Panther Emory Douglas, hasta a los empleados de diarios y algunos punks. Los mensajeros de bicicleta de todo el mundo vienen y trabajan con ellos mientras están en la Ciudad de Méxics están en la Ciudad de México. est hasta a los empleados de diarios y punks. Los mensajeros en bicicleta de todo el mundo vieneo. «Hemos creado algo de la nada», exclama Mariana.

Con respecto al nombre, Mariana se reapropió lo que un antiguo amigo suyo le dijo, haciendo burla de la forma en la que comía y viajaba, tan distinta al resto.

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«Una noche, frente a todos mis amigos, dijo, "¿Por qué no eres como nosotros? ¿Normal? Andas en bicicleta, comes pasto". Dijo, eres una perdedora. Y le dije, "no soy una perdedora porque no soy como tú, estoy orgullosa de ser una perdedora". Después de muchos años, pensé "Ya tengo el nombre.

Los Loosers

", con doble O por las ruedas de nuestras bicicletas».

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Mientras platicábamos, los cocineros trajeron un puré de aguacate verde brillante que llenó el cuarto con un olor a ajo, con lo que harían un sándwich de $5.70 USD. Lleno con tres tipos de hongos, comino, habaneros picantes, arroz, chayote, garbanzos y el puré de aguacate, todo entre pan recién horneado, estaba más allá de cualquier hamburguesa sin carne que he probado por 18 años de vegetarianismo. Su postre especial, un

brownie

de aguacate —que no sabía a aguacate, sino a chocolate— era igualmente impresionante.

En mi inaugural paseo en bicicleta en el DF, pregunté por la seguridad.

«¿Cómo es andar en bici aquí?»

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«En México no necesitan pasar un examen de manejo», dijo Mariana. «Sólo necesitas pagar 500 pesos o lo que sea. La gente todo el tiempo usa su celular mientras maneja. Se puede ver el carril de bicicletas en Reforma y ya. Ahora, en el DF hay muchos ciclistas. Entonces es bastante peligroso». Añadió que ella dejó de repartir después de romperse el coxis.

«¡Bien, vamos a pedalear!», le contesté.

Después de prestarme un casco y amenazar a Ysus diciéndole «sé bueno con ella», Mariana nos mandó a repartir. «¿Eres buena colándote?», me preguntó el demonio en

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. «¿Qué?» «Entre los coches». Respondí con un «no, realmente». Nos colamos un poco, sin embargo. Ysus dijo que el no creía en los carriles para bici: «Si no hay una cultura [de la bicicleta] da lo mismo si hay o no carriles para bici».

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A pesar de lo que Mariana me dijo sobre los automovilistas de la Ciudad de México, no era más difícil que andar en bici en Manhattan, sabiendo que andar en Manhattan es una pinche pesadilla. Los peatones caminaban aleatoriamente por lo carriles de bici y uno de ellos, muy chistosito, hizo un gesto como para tirar a Ysus de la bici. Mientras cortábamos camino por una glorieta, en Plaza Insurgentes, me encomendé a Santa María.«Mi mejor truco es sobrevivir al final del día. Es mi único truco», dijo Ysus cuando le pregunté si podía hacer trucos.

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El primer reparto fue a una mujer que se abastecía con una hamburguesa de hongos cada determinado tiempo. Felizmente posó para que le hiciera una foto con el signo de la «L». Justo después, fuimos a las oficinas del diario

Excélsior

. Ysus dejó su bici sin candado afuera. ¿No tenía miedo de que alguien le robara su bici hecha a la medida?

«No tiene frenos y tiene pedales chicos», bromeó. «Ladrón. ¡Te reto!»

A pesar de los mejores esfuerzos de Ysus, intenté seguirle el paso con mi bici de turista. Tenía programado pedalear hasta el aeropuerto. El sudor entre mis nalgas me decía que debía volver a casa. Hicimos otro reparto en las proximidades a unos adolescentes reposando enfrente de una tienda de discos y me despedí. «Llámame si te pierdes», dijo antes de irse.

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Cuando volví a mi

Airbnb

en la Colonia Roma,

Los Loosers

ya habían subido una foto de mí en Instagram. En ella estoy haciendo el signo de la «L» mientras Ysus pretende estar preocupado por mi vida. Justo.

That's-you