Los deportes olímpicos más raros: ¿Vale la pena prender el televisor?

Las Olimpiadas son deportes y otras cosas más: es una mezcolanza económica y logística, una divertida reunión mundial, una oportunidad para mostrar un par de torpes espectáculos en un estadio. Pero cuando ponemos todo esto a un lado y miramos las estropeadas bases de la organización, los Juegos Olímpicos son, en realidad, deportes.

Basquetbol, natación, atletismo, decatlón, incluso la gimnasia: conoces estos deportes, algunos los amas y los entiendes. ¿Pero qué hay del resto? ¿Qué hay de las disciplinas que no ves, o que sólo ves cada cuatro años? ¿Son buenos deportes? Es lo que queremos averiguar. Por eso realicé una búsqueda exhaustiva en YouTube —las Olimpiadas de 2012 están completas en el sitio— y realicé breves evaluaciones críticas sobre una serie de deportes que nadie ve. Mi análisis lo hice bajo los siguientes criterios:

ENERGÍA: ¿Luce divertido? ¿Logra ir más allá de los límites del cuerpo humano?

COMPRENSIÓN: ¿Entendiste de qué va? ¿Si ves que alguien se equivoca puedes asegurar con certeza que lo han hecho mal?

FUERZA NARRATIVA: ¿Hay algo con lo que te puedas identificar?

Exploremos.

Narrativamente, no existen muchos deportes que puedan contar una historia más clara y elegante que en una buena sesión de tiros con arco. ¿Quién posee más madera para esto? ¿Más firmeza cuando se debe? ¿Quién se dobla ante la presión? La cuerda y el alma se tensan en harmonía, cachetes y narices pelean contra los nervios y el ligero empuje del la brisa; he aquí la crema y nata del deporte de alta calidad. Además es una competencia que sólo dura media hora, y por eso vale mucho la pena.

El único problema es que en un nivel visceral es difícil entender cómo los mejores arqueros del mundo, con todo y sus arcos avanzados, no pueden atinarle con más regularidad al centro del blanco. Uno no siente temor y admiración por estas personas, tal vez excepto por el hecho que pueden vestir una gorra anticuada, tener un cuerpo como el de tus padres, y aún así colgarse el preciado metal en sus cuellos.

El déficit de este deporte se encuentra en la transmisión. Hay muy poca información visual sobre la distancia desde la que estos deportistas disparan como para darte un sentido real de la dificultad de tirar una flecha —70 metros, 230 pies, casi la misma distancia de una alberca olímpica y media, lo cual es extraordinario considerando que sólo puedes utilizar tu vista y la mira del arco—. Si la transmisión intercalara algunas tomas desde arriba, podrían darle a la audiencia una idea más fiel del nivel de dificultad, el dramatismo y la presión que implica competir en esta disciplina. La verdad es sólo cuestión de poner un drone en la posición correcta. De todas formas, el tiro con arco es un deporte bastante recomendable de ver.

El ajetreado jugador que sostiene delicadamente el gallito —probablemente uno de los artículos deportivos más raros para la vista— y lo pasa de un lado a otro de la red, para después mostrar su movimientos explosivos y que van más allá de los reflejos del humano promedio, es una de las postales más discordantes que puedes ver en el universo de los deportes extraños. Honestamente, la existencia misma del bádminton es confusa, pero el producto es la prueba suprema de reflejos.

La única forma en que esta disciplina podría ser mejorada sería juntando más a la audiencia e iluminando la cancha con un solo reflector. Me gustaría ver cómo la presión se apodera de los concursantes que sostienen delicadamente el gallito. Tomas de cerca del sudor empapado en luz amarilla, cayendo de sus caras. Un silencio desgarrador que incrementa cada golpe, cada regreso y intercambio. El bádminton es el deporte del futuro. El bádminton es, secretamente, enigmático.

Este deporte es bastante gracioso. No el canotaje en sí; intentar domar el río con nada más que un remo y tu misma concentración es inherentemente honorable y esencial para el quehacer humano. Pero el hecho de construir de un río falso, meter a los concursantes en pequeñas canoas, y exigirles que toquen cada uno de los puntos del recorrido es extremadamente gracioso.

Hasta los mismo competidores lo tienen presente muy adentro en sus corazones. Ninguno de ellos se inicio remando sobre ríos falsos. En un tiempo lejano, existieron los reyes de los rápidos, los domadores del trueno líquido de Dios. ¡Aventureros! El aire fresco, el olor de los árboles, la espuma del agua en movimiento: estos nobles elementos es lo que necesitaban para sentirse verdaderamente vivos en este mundo gris y triste. Un día cualquiera decidieron abandonar todo esto por la intrascendente emoción de la victoria, las medallas y la televisión.

Acto seguido, te encuentras amarrado en un kayak de fibra de vidrio y remando sobre un río falso, todo para que puedas obtener un poco de fama. Me niego a creer que estas personas son los mejores practicantes de canotaje en el mundo, porque alguien que de verdad busca ser el mejor sólo está interesado en conquistar a la naturaleza, y no las pruebas artificiales de los humanos. Por eventos como este las Olimpiadas son un desastre para organizar. No veas esta competición.

Al igual que el bádminton, el ciclismo de pista es mejor conocido por ser un ejercicio de táctica absurda combinado con la emoción de la velocidad. Los competidores pasan más o menos un minuto dando vueltas sobre sus bicis lo más lento posible, intentando obtener la mejor posición para el arranque de la carrera, y jugando una misteriosa partida de ajedrez antes de explotar en un sprint sin mayor complicación teórica. Existe un momento de disociación entre la lentitud de las bicicletas y la existencia a su alrededor en el recinto. Soy gran seguidor de este deporte olímpico y es totalmente recomendable.

Intenté mantener la mente abierta para la doma clásica o adiestramiento, nombre escogido por los Olímpicos para llamarle al deporte de hacer bailar a los caballos. Intenté encontrar el valor a un deporte que recibe más burlas que cualquier otro por ser considerado una disciplina olímpica. Empatía y entendimiento, por dios. Todos tenemos sueños, y podemos encontrar la belleza en los mismos. Si puedo encontrar la felicidad en esto, podré encontrarla en todas partes.

Pero seamos honestos: la doma clásica es malísima. Por donde sea que se le vea es un pésimo deporte. "Bailan", supongo, pero no es como si hubiera una conexión profunda entre el corazón del caballo y la música. Los caballos se ven un tanto deprimidos por tanto jalón de su jinete. Son malos bailarines, pero tampoco es como si quisieran estar en la fiesta.

Además la música es muy mala. Llegué a pensar que un evento dirigido a las pretensiones y predilecciones de los ricos implicaría ciertas formas de pretensión disfrazadas de sofisticación, y uno esperaría que pusieran de fondo a Debussy o algo parecido. Pero no. En su lugar, las pobres y nobles bestias son obligadas ante el mundo a moverse al ritmo de canciones populares de los 80. Si quieres ver trotar a un triste caballo al ritmo de "Hot in the City", entonces la doma clásica es lo tuyo. De otra manera, puedes continuar ignorando pasivamente esta barbarie o intentar contactar a tu representante local para detener el maltrato. ¡Libertad para los caballos!

Mucho mejor que la doma clásica tan sólo por el hecho que los caballos se ven un poco menos deprimidos. De todas formas, todos quisiéramos ver correr libremente a los caballos para siempre, como la naturaleza lo dicta. La doma de broncos debería ser un deporte olímpico para darle una lección a los humanos a nivel internacional. ¿Qué tal si agregamos a la lista un evento olímpico donde la gente se mida a golpes con un gorila? Son sólo ideas que se me ocurren.

La esgrima es la pelea con espadas; sin duda la mejor manera en la que los humanos se han dedicado a matarse mutuamente. Es una pena que este deporte no inicie con un breve ritual de sangre, pero más allá de eso, es un deporte bastante entretenido.

El balonmano es como el simulacro de un equipo deportivo. Hay una pelota de por medio, una portería, algunas tácticas, restricciones y poco contacto físico. Si la consciencia humana es "algo que se dio de la nada", es decir una enorme coincidencia que emergió del fértil tejido del cerebro humano, entonces el balonmano es el tipo de deporte que nació de la idea de "Deportes" en más de los mil años de su existencia. Si le contaras a los alienígenas lo que son los equipos deportivos, se imaginarían algo muy parecido a este deporte (los extraterrestres no podrían imaginarse algo tan hermoso y brutal como las clavadas en el básquet, o un deporte tan críptico y arbitrario como el beisbol).

Pero eso no significa que sea un deporte malo. El balonmano tiene movimientos rápidos, bloqueos, juego sobre las bandas, y el uso provechoso del espacio. Los delanteros son increíbles de ver cuando logran colar el balón por pequeños espacios. Es una pena que la transmisión de este deporte no cuente con tomas en cámara lenta de las jugadas. Te da la sensación de que si pudieras ver partidos de balonmano todos los días, tal vez desarrollarías un gusto por esta disciplina. Desafortunadamente, sólo existen algunos deportes que acaparan la atención de todo el mundo y siempre serán un obstáculo para el desarrollo del balonmano.

Además, soy fan de los porteros. En el futbol, el guardameta parece perder el tiempo y se la pasa gritándole a sus compañeros que la cagan hasta que cae el gol. En el balonmano, el espacio es mucho más reducido y por ello los porteros tienen que esforzarse más. Apreciamos todo su empeño.

Francamente es futbol con palos. Todos los jugadores se tienen que agachar y nos preguntamos, ¿por qué los palos no son más largos? Qué deporte tan más raro. Además, por razones de logística, debería haber hockey sobre césped en el invierno y viceversa. A los juegos de invierno les vendría bien un deporte donde los atletas puedan traer shorts.

He practicado tiro al plato en el pasado. Como una actividad para relajarse no está tan mal, incluso cuando sabes que es una versión falsa de cacería de aves. De todas formas, nunca creí poder tener la paciencia para sentarme una hora frente al televisor y ver una competencia de tiros en su totalidad. De hecho es algo divertido de ver. ¿Cómo podría criticar los magníficos reflejos que se necesitan para dispararle a una paloma en forma de plato? Honestamente no creo poder responder esa pregunta, pero hay algo emocionante en aquellos hombres que permanecen concentrados hasta el primer disparo. Es como presenciar una competencia de meditación, pero con deportistas un poquito pasados de peso que se la pasan soplando a sus escopetas.

Además, puedes observar los minúsculos movimientos nerviosos:

Más importante aún es que las palomas son de un naranja brillante y cuando les disparas se convierten en polvo morado. Les recomiendo este deporte.

El nado sincronizado debería ser meramente un esfuerzo artístico. Tú y tu familia deberían poder ir al teatro de nado sincronizado, y disfrutar una tarde después de presenciar esta noble forma de arte. Por una vez en tu vida sal de tu saca y dale una oportunidad a la cultura del cloro.

Desafortunadamente para el arte del baile en alberca, esto nunca sucederá. La verdad es que una alberca con el único propósito de mostrar el talento de las nadadoras sincronizadas no sería visitada con tanta frecuencia. Para que esta artística disciplina pueda siquiera estar en la mira de las albercas del mundo, tiene que dar su brazo a torcer ante el peso de los jueces. Su exposición internacional es estropeada por un ex nadador y un comentarista que se hace el conocedor a la hora del análisis de los movimientos.

A pesar de su manifestación no ideal, el nado sincronizado ofrece muchos placeres. La altura que algunas bailarinas-nadadoras alcanzan es espectacular, y los movimientos son tan precisos y geométricos, especialmente si acabas de ver una competición de doma clásica. Tal vez el nado sincronizado podría hacer un mejor trabajo para resistirse a la fuerza del capitalismo. Existe el arte que sólo debería existir por el arte mismo.

La gimnasia rítmica es la versión de la gimnasia pero con listones graciosos y pelotas de colores. Todos y cada uno de los deportes deberían intentar alcanzar el tipo de equilibrio entre lo absurdo y lo fantasioso. La gimnasia regular no cuenta con este tipo de artefactos y hace bien en eclipsar a su hermana la rara. Una cosa más, la doma clásica podría aprender una que otra cosa de la selección musical de las competencias de esta disciplina.

Si se tratara de un evento de gimnasia como la conocemos sería la competencia más aburrida. Pero el trampolín no está mal. Las rutinas son muy cortas y no varían mucho. Les apuesto que es muy divertido practicarlo, pero no tanto verlo por la tele; tal vez lo sería si colocaran cámaras en las cabezas de los competidores, no lo sé. Es como ver gimnasia desprovista de su poder físico, o sin los listones y pelotas coloridas. Mucho escándalo y poca acción. No tienes que verte forzado a ver esta disciplina.

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