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Después de esta experiencia, comprendí que cualquiera puede actuar como si tuviese un trastorno mental en algún momento de su vida y no tiene por qué implicar nada. Incluso algunos vivirán siempre como si tuviesen algún tipo de psicopatología y nunca lo sabrán.Años después, he tenido la suerte de poder seguir formándome. Además, he conocido algunas personas que han tenido experiencia en abordar estas situaciones y a otras cuyos conocimientos proceden de recibir algún tipo de intervención, por lo que me surgió la idea de escribir este artículo. Compartir las vivencias de personas que han recibido un diagnóstico, las implicaciones que conlleva o cómo lo vive la persona son aspectos que pocas personas conocen si no es por experiencia propia.
Las situaciones que vivimos requieren que actuemos de forma diferente según el contexto y que nos adaptemos a las demandas de nuestro alrededor, aquellos que no se adaptan, pueden acabar sufriendo uno de estos brotes
Sobre los trastornos mentales o psicopatologías, cabe decir que se tratan de categorías diagnósticas en base al cumplimiento de una serie de criterios que los psicólogos y psiquiatras acuerdan para clasificar los comportamientos de las personas y poder intervenir con un tratamiento u otro según sea dicho diagnóstico.Hay muchos tipos de trastornos, desde los relacionados con la ansiedad, a los psicóticos, los trastornos alimenticios, los relacionados con estrés, o los de la personalidad. Todos ellos pueden aparecer por diferentes factores, desde el consumo de sustancias o un evento traumático o un aprendizaje disfuncional, pero las causas son siempre bastante subjetivas. Por ello, hablé con personas que pudiesen describir esta situación mejor que yo."Los trastornos pueden aparecer por diferentes factores, desde el consumo de sustancias hasta un suceso traumático"
Este fenómeno es igual de común que de confuso, así que le pregunto sobre cómo fueron las siguientes sesiones: “después de los primeros días no pasó nada, de hecho creo que me sentía peor porque tenía que tratar temas que me producían malestar, tras varias sesiones me diagnosticaron estrés postraumático, aunque el diagnóstico era lo de menos”.Pero a pesar de ello, para Jennifer “lo más positivo de la terapia fue romper con la idea de responsabilidad o culpa por lo que me había pasado y no sentirme juzgada al contarlo. También me alivió bastante que otra persona me mostrase mi problema de forma objetiva, sin la interpretación que yo tenía. Mi conclusión es que todo el mundo necesita ser escuchado y que, en situaciones especiales, por mucha inteligencia emocional que tengas, es importante que otra persona te muestre herramientas para aprender a vivir con el pasado, mejor que parcharlo con drogas o medicamentos”.“Lo más positivo de la terapia fue romper con la idea de responsabilidad o culpa por lo que me había pasado y no sentirme juzgada al contarlo" — Jennifer
Otro de los casos que he podido conocer es el de Victor, quién pasó por un trastorno psicótico breve debido a diversos factores durante un tiempo de su primera etapa de adulta, momento vital en el que suelen darse este tipo de episodios.Después de experimentar los síntomas típicos como ideas de referenciaque derivaron en ideas delirantes y paranoides o lenguaje y comportamiento desorganizado, Victor ingresó en un departamento hospitalario de salud mental durante algo más de un mes. De ese tiempo, Victor guarda un recuerdo totalmente negativo.“Nos encierran, nos medican, nos tratan contra nuestra voluntad. Nos retiran el derecho a la libertad, a saber sobre el exterior, usar el teléfono, a fumar, a respirar aire de verdad. Un centro sin exteriores donde te castigan si no te portas bien, donde el medico habla contigo cada diez días y nunca de lo que tú necesitas, donde te hacen sentir como un enfermo desde el primer día, donde hay más cámaras que personal de enfermería. Allí te preguntas que delito has cometido y te das cuenta de que lo que se escapa de la normalidad está fuera del sistema y solo queda anularlo y reintroducirlo. Tuve que volver y aguantar allí una semana más hasta que pude salir del todo".“Nos encierran, nos medican, nos tratan contra nuestra voluntad. Nos retiran el derecho a la libertad, a saber sobre el exterior, usar el teléfono, a fumar, a respirar aire de verdad" — Victor
La última persona a la que acudo es mi colega Ana Dominguez, psicofarmacóloga con experiencia en gestión emocional como terapia para mediar en la dependencia a sustancias en grupos de mujeres con uno o varios diagnósticos psicopatológicos y de las personas que más saben en cuanto a diagnósticos psicológicos.Le comenté la idea de mostrar la experiencia personal de procesos diagnósticos y me comentó que “dentro de los diagnósticos hay infinitud de casos, tanto en la manera que la persona tiene de afrontar sus desajustes como en la forma que la figura profesional tiene de transmitir esa conclusión diagnóstica a la que se llega con la etiqueta de esta u otra 'patología'. No hay que olvidar que los manuales diagnósticos y estadísticos de trastornos mentales (los famosos DSM), fueron diseñados como herramienta de estandarización y comunicación entre profesionales. Se ha asumido la creencia popular de que la etiqueta diagnóstica que define un trastorno es sinónimo de patología y, por ende, de enfermedad, lo que condiciona a un tratamiento desde el enfoque médico; pero cuando hablamos de salud mental el planteamiento debería ser otro. Las diferentes categorías diagnósticas son conjuntos de síntomas que aparecen habitualmente de manera cojunta, representando patrones de funcionamiento. Lo que se suele olvidar es que un diagnóstico no es sinónimo de enfermedad, se puede asumir un trastorno pero, como tal, el enfoque de intervención ha de contemplar diversos niveles de actuación, emocional, cognitivo, personal, ocupacional, vincular, sistémico, social, económico e incluso existencial”."Se ha asumido la creencia popular de que la etiqueta diagnóstica que define un trastorno es sinónimo de patología y, por ende, de enfermedad, lo que condiciona a un tratamiento desde el enfoque médico" — Ana Domínguez, psicofarmacóloga
Y concluye con lo siguiente: "en general, las etiquetas limitan y cada persona es un universo de manera que creo que el etiquetaje no es lo más importante y hasta puede ser prescindible. Desde la perspectiva del paciente tampoco es lo mismo decir 'yo soy bipolar' que 'me diagnosticaron trastorno bipolar', a nivel de construcción de identidad y de realidades que lleva a cabo el propio lenguaje son matices importantes”.Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado."Desde la perspectiva del paciente no es lo mismo decir 'yo soy bipolar' que 'me diagnosticaron trastorno bipolar'"