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Música

El Remolón: la cumbia digital y el meneo de caderas como rito de paso

Para los lectores de Noisey, El Remolón comparte un minidocumental sobre "Selva".

En casa hay cientos de discos pero pocos tienen frecuentes plays. Uno de ellos es Pibe Cosmo, de El Remolón. Desde que llegó de Buenos Aires en la maleta de Ceci, allá por 2009, no ha dejado de sonar. Uno de sus temas se cuenta entre los consentidos: "Se fue a la villa", donde Ale Sergi, de Miranda, narra/canta la historia de paranoia de un chico que fumó algo que no era normal. Desde aquel año, también incluí varios de los temas en los sets de Peach Melba. Uno que me fascinaba por su efecto en la pista era la versión dub de "Alza las manos", el tema de Damas Gratis. Todo este chismerío personal sin el más mínimo interés periodístico tiene que ver con el azoro que me provocó descubrir que he escrito bien poco de El Remolón, a pesar de tratarse de mis productores favoritos de ZZK junto a los Frikstailers, King Coya y La Yegros. De la incredulidad primera pasé luego al agobio. De alguna manera, la familiaridad con que me relacionaba con su música me había hecho creer que había compartido mi entusiasmo por escrito. Y no había sido así hasta este momento. Mi alma descansará cuando haya llegado al punto final.

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De aquel Pibe Cosmo, habría escrito que era una joyita acidulada que podía satisfacer oídos lo mismo orientados a la cumbia digital y el bass—cuando todavía no se popularizaba el término— que a aquellos de tendencias minimal techno. Además, estaba lleno de detalles estimulantes y diversos, como ese coro de niños de Misiones que con sus cantos parecieran querer inducirnos al trance o el fraseo contundente, hipnótico, sexual, guarro de Blitto. Era de verdad fascinante la maestría con que había hecho convivir melodías, referencias y ritmos tan disímbolos en beneficio de música tan psicodélica como bailable.

El año pasado habría comentado también emocionado la banda sonora que compuso para el documental Boxeo Constitución, en el que consiguió crear el perfecto contrapunto sonoro para la historia de un gimnasio atrapado en el tiempo. Atemporal fue su aproximación a los ambientes fílmicos, haciendo de las guitarras, los vientos y el bandoneón sus aliados a la hora de invocar al pasado y la melancolía. Un disco que funciona como soundtrack pero que puede vivirse/disfrutarse/bailarse independiente de las imágenes del filme.

Y hace unos días, El Remolón lanzó un nuevo álbum, Selva, una nueva maquinaria rítmico-melódica capaz de transformar inocentes contoneos de caderas y sacudidas de hombros en danzas rituales capaces de transformar al bailarín. Entre las músicas que le inspiraron para crear este nuevo disco se cuentan la cumbia peruana, los ícaros de los cantos chamánicos, las coplas andinas, el dub y la lisergia de bandas que van de los Beatles a los Chemical Brothers. Y en cuanto a los viajes físicos, le inspiraron la selva peruana, las islas semidesérticas de Brasil, el clima agreste del Tigre y la playa/granja sin electricidad de Cabo Polonio, en Uruguay. Hay quienes se refieren a El Remolón como un experimentador de la alquimia neotropical. La descripción no es descabellada. El mismo Remolón confirma las intenciones detrás de su nuevo disco:

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"Podríamos decir que Selva es un país imaginario, una reducción moderna de la utopía de Tomás Moro o de Aldous Huxley en Un mundo feliz. La idea era armar desde lo más naif un mundo de fantasía, idealista y utópico, en donde las religiones convivan entre sí, donde la gente fuera feliz y donde no hubiera maldad. Apunta a ese espacio personal que cada uno busca para retirarse del caos urbano y de la cotidianidad para entrar en un estado más profundo de autoconocimiento y libertad. La Selva puede ser la selva misma con la hostilidad y el despojo que tiene, pero también podría ser una isla, la montaña, la meditación o cualquier estado expandido de conciencia".

Con ese concepto en mente, El Remolón recopiló temas que había venido creando en los últimos tres o cuatro años. Eligió los que dialogaban mejor entre sí, y cuando entendió hacia dónde iiba el disco, compuso un par de temas más para terminar de darle forma. ¿Cómo suele ser el proceso de creación de tus álbumes?

Cada album es un mundo para mí. Soy de los que empiezan con ideas rudimentarias, haciendo música, y luego intento cerrar la idea. De todos modos, cada disco ha tenido procesos diferentes. Por ejemplo, Boxeo Constitución, que surgió como soundtrack de una película, pero que fue mucho más que eso; estuvo centrado estética y conceptualmente en la idea de un soundscape cumbiero de las catacumbas de un gimnasio de boxeo. Me gusta poder cerrar una idea con cada álbum. Hoy que se privilegian más los singles y que la gente tiende a escuchar temas sueltos, darle uniformidad al álbum es algo que se ha ido perdiendo y que yo pretendo no discontinuar.

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En una primera impresión, Selva pareciera un disco detonado por el consumo intenso de sustancias sicodélicas (¿ayahuasca?). ¿Fue así?

La ayahuasca y su filosofía asociada han tenido su impacto, pero no he sido un intenso consumidor. La ayahuasca es una de las pocas sustancias psicoactivas considerada medicina por una importante comunidad. Muchas personas no la consideran droga, en muchos estados está regulado su uso con fines terapéuticos y existe una gran investigación sobre su uso. Me parece interesante su uso con esos fines, como, por ejemplo, en el tratamiento de ciertos cuadros neuróticos y en las adicciones, y ofrece algunas alternativas interesantes si se hace con respeto y cuidado.

¿De qué manera cambió tu manera de aproximarte a la música?

Como músico he tenido algun tipo de experimentación, siempre con respeto, cuidado y sin abusos. La música es sagrada y lleva a espacios expandidos de conciencia, las sustancias —algunas— también lo son, y entre ambas logran a veces un combo sinérgico. No me gusta para nada la imagen del rockero excedido con cocaína y esa idea de la necesidad de estar drogado o intoxicado para poder hacer o escuchar música. Lamentablemente, no es fácil determinar el límite entre el uso experimental y la dependencia. Como profesional —soy médico psiquiatra también—no apoyo el consumo ni el uso de drogas a personas que padecen trastornos mentales, porque no hacen más que agravarlos, y debo alertar acerca de los riesgos asociados al consumo, muchas veces abogando por intentar reducirlos al máximo posible.

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¿De qué se alimentó el aura chamánica del disco?

La salida chamánica es una solución que encontré para explicar la religión en los tiempos que corren. Yo nací en Buenos Aires, pero fui criado con una tradición judía. Soy nieto de inmigrantes. La ciudad en la que crecí ha tenido siempre una idea eurocéntrica de la cultura (la llaman la pequeña Europa) y eso se nota cuando uno la camina por dentro y en la idiosincrasia de la población. El chamanismo es una salida más latinoamericana a la idea de una religión, tomando elementos de la cosmogonía andina y una lógica que sale de la cultura occidental con la que hemos sido criados. Hay una cuota de irracionalidad, con muchos parecidos al orientalismo, en el pensamiento que hace que funcione. Nuestra forma de ver el mundo es demasiado racional y apunta a que todo funcione perfecto. Volviendo a la idea de Selva, ¿podrá existir un lugar perfecto que no esté atrás de cortar cabezas para que así lo sea? ¿Será la diferencia entre "excelencia" y "perfección"?

Lo siguiente te lo pregunto consciente de que Selva es un disco ritual: ¿cuál sería el ritual ideal para escuchar el disco?

Recomiendo escuchar el disco con parlantes, que tengan sublow, fumando o bebiendo algo y dejarse llevar. Si están en un clima más de fiesta, recomiendo el mixtape. Recomiendo escuchar, claro, los tracks en orden para respetar la idea del autor de cómo fue concebida la obra. De todos modos, cada uno elige cómo mastica la obra y qué provecho le saca. El disco está abierto para que la gente lo procese y reprocese como quiera, y creo que puede ir creciendo mucho con el tiempo, cuando salgan los remixes, mashups y reversiones que estoy planificando.

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Me gustaría que me contaras un poco de la intención de los mixtapes publicados en sincronía con los álbumes. ¿Tú con qué intención los usas?

El mixtape es una poderosa herramienta de difusión. Es curioso que así, en plena era de la velocidad, la gente lo elige como una pieza útil, ¡cuando tenés que escuchar una hora seguida sin pausas para que surta su efecto! Creo que es la contracara del single, que busca el alto impacto en poco tiempo, y a su vez es una forma más digerida del álbum aplicada a la pista de baile.

¿Qué buscaste explorar con el mixtape de Selva?

Fue llevar los temas del disco a un groove más bailable, recopilando también temas de artistas que me gustan y fascinan. También hay una pequeña retrospectiva de mi obra con reversiones de temas que de algún modo son ya clásicos. También hay distintos guiños y fragmentos delSelva, pero puestos en otro orden y contexto, y alguna que otra referencia a la cumbia y música tradicional latinoamericana.

Para los lectores de Noisey, El Remolón comparte un minidocumental sobre "Selva".