Una noche de fiesta con las Attitude Barcelona, verdaderas 'dancehall queens'

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Noche

Una noche de fiesta con las Attitude Barcelona, verdaderas 'dancehall queens'

¿Pensabas que solo era mover el culo locamente? No tienes ni idea de en qué consiste este baile que ellas, unas verdaderas puristas, viven casi como si fuese una religión.

Todas las fotografías por Paco Poyato

La noche es el territorio donde nos liberamos y mostramos todas nuestras caras. Gracias a eso, establecemos conexiones únicas con la ciudad, con la música, con nuestros amigos y hasta con personas que ni siquiera conocemos (aún). De la mano de #AbsolutNights, exploraremos diferentes formas de vivir la noche.

"¡No se llama Dansjal, se pronuncia Dansal!" Esto es lo primero que aprendes si te vas de fiesta con las Attitude, el grupo de 'dancers' de Barcelona capitaneado y entrenado por Prima Cali, una bailarina de dancehall que ha salido en videoclips de Sean Paul o Morodo. Pero antes de explicarte de qué va la movida dancehall, que es muchísimo más que mover el culo salvajemente, vayamos al principio de aquella mítica noche en que salí de fiesta con estas chicas.

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Las chicas esperan a Prima Cali en casa de Irene

Quedamos a las 11 de la noche de un viernes en casa de Irene. Vive compartiendo piso en el Raval desde que se mudó a la capital catalana; ella es de Murcia. Cuando llegamos al piso, están cinco de las Attitude (Prima Cali no ha llegado aún) y dos amigas suyas que nada tienen que ver con el dancehall. Están cenando: noodles, couscous y comida eco que parece de lo más sana. Nada que ver con lo que esperas que coman unas bailarinas que, cuando lo dan todo en la pista, hacen que el público se vuelva loco (¿o sí?).

Marina Ibáñez, devorando una cena a base de noodles y comida eco.

"Es una pena que vengáis hoy y no otro día" dicen. Tienen razón, habíamos quedado para verlas en acción durante una de las fiestas dancehall que monta el Boombastic Club los viernes, pero a última hora, la discoteca canceló el evento. "Allí lo petamos… Bueno, iremos al Boulevard de Las Ramblas", comentan. "¿A lo que era el Fellini antes?, pregunto yo para hacerme el simpático. Por sus caras: a) no les caigo en gracia, o b) realmente son demasiado jóvenes para saber que no hace tanto existió un lugar llamado Fellini en la misma sede en que ahora se alza el Boulevard.

"Allí pinchan algunas canciones de dancehall, aunque no es lo mismo que en el Boombastic. En el Boulevard lo mezclan con hip hop, rythm and blues…". Horas después, cuando estemos en la discoteca, le preguntaré con frecuencia a Prima Cali si la canción que está sonando es de dancehall, rap, dembow o  reggaetón. Me parece que hay que tener una mente privilegiada y unas copas de menos para entender verdaderamente la diferencia. Y esta noche, por desgracia, no tengo ninguna de las dos.

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"¿Y a qué os dedicáis?", les pregunto mientras empiezan a tomar las primeras copas en casa. Todas universitarias: Irene estudia Sociología, Marina Ibáñez está en el Insitut del Teatre, Nora estudia Periodismo, Marina Tena Educación social y Mad Gyal, por su parte, Trabajo social. No sé por qué pensaba que todas ellas vivían del baile. "Entonces, ¿el dancehall es un hobby?". Me miran raro, en plan: "tío, tú no te enteras". Para las Attitude bailar es más que un pasatiempo, es un modo de vida, una forma de expresarse.

Jenny Madgyal

Lo entiendo mucho mejor cuando Mad Gyal, una de las integrantes más jóvenes del grupo, de 19 años, empieza a explicarme cómo se metió en todo este rollo. "Yo soy de Vilanova i la Geltrú, y vengo a Barcelona a bailar. De pequeña empecé a investigar por internet qué era el dancehall y cuál es la filosofía que hay detrás. El baile nació en Jamaica en los barrios pobres de Kingston y es un baile popular".

Dancehall: Sala de baile, baile de salón… Pienso en lo bueno que sería que Catalunya tuviera un baile del pueblo en condiciones y no la sardana; las cosas nos irían mucho mejor. "En el dancehall es muy importante escuchar la letra. Cuando el cantante dice por ejemplo "cover your eyes" tú tienes que hacer un movimiento como tapándote los ojos."

El dancehall es así: nació del reggae, cuando los pobres de Kingston, la capital de Jamaica, no podían ir a las salas de fiesta de los barrios ricos por el alto precio de la entrada y decidieron montar sus propias discos. Como un código secreto, los movimientos que se emplean son una especie de respuesta a la injusticia social y una representación de lo que la gente pobre veía día tras día a su alrededor. Es por ello que a veces puede que las letras del dancehall parezcan un poco violentas. Sin embargo, esas canciones  explican lo que la gente humilde de Kingston vivía. Mucho más chunga debía ser la realidad de los suburbios jamaicanos en los años 70 y 80.

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Irene y su gato

Las Attitude siguen sirviéndose copas de combinados superchungos que no tenía ni idea de que estuvieran hoy día de moda, consistentes básicamente en cualquier destilado acompañado de Red Bull. Un petardazo del que mi estomago va a acordarse cuando llegue a casa a las cinco de la madrugada. Si mi generación era más de vodka con Fanta parece que las jóvenes de hoy día han abrazado en masa las bebidas energéticas; es el nuevo combustible de la noche. Aún me quedo más sorprendido cuando Irene dice: "¿alguien quiere champán?" Queda claro que desde que no salgo de fiesta con asiduidad me he perdido una parte fundamental en la evolución de la microhistoria del alcohol urbano.

Reparo en otro hecho: estas chicas fuman mucho tabaco. ¿Será que fumar está volviendo a ser cool pese a que los estudios decían que era un habito de marginados? Asumámoslo, estas 'dancers' son de la peña más guay que hay en su franja de edad y, si ellas fuman, será porque ahora debe molar.

Son las 12 de la noche y aún seguimos en casa. Prima Cali todavía no ha llegado. Al parecer ha tenido problemas con el dentista y un nervio bucal. Unos minutos antes de que el viernes pase a ser sábado nos enteramos de que es el cumpleaños de Marina Tena. Sus colegas le regalan unos pendientes, unas mallas y un cartel que dice: "Felices 22. Gracias Marin, por ser Marin. Nos hemos dado cuenta de que todas necesitamos una Marin. No queremos que nuestros 'pussys' se separen jamás. Te amamos mucho, muchísimo, eres esencial para todas."

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También le han preparado un pastel vegano. Definitivamente, me he perdido algo, ya no de la noche, sino del mundo. La juventud toma champán con Red Bull, come pasteles sin rastro animal y lleva sus aficiones hasta las últimas consecuencias. La juventud es definitivamente mejor con el transcurso de los años, por mucho que muchos puretas se empeñen en decir lo contrario.

Prima Cali se llama Aida y llega pasada la medianoche. "Estuve a punto de no venir. Me duele mucho la boca con esto de la endodoncia". Lleva trenzas de color azul y tiene una energía de la hostia. Me cuenta cómo se metió en el dancehall. Es una de esas historia de autosuperación: "Fue tras un viaje a California, por eso me llaman Cali de apellido. Allí, con 15 años, conocí el dancehall y luego, al volver a Yecla (Murcia), empecé a bailar con mi prima. De aquí viene mi nombre: Prima."

Prima Cali busca local para montar su propia escuela de dancehall

En los inicios, cuando en España nadie conocía ese tipo de baile la insultaban en cada espectáculo que hacía. "Suerte que mi familia siempre me apoyó". Se fue luego a Madrid, donde empezó a dedicarse profesionalmente al dancehall, dando clases y bailando en espectáculos. "Más tarde vine aquí y monté Attitude Barcelona". Los inicios en la capital catalana no fueron fáciles por ciertas rivalidades dentro del mundillo dancehall, de todos modos ahora, con 31 años, Prima Cali es feliz y busca un local donde montar su propia escuela de baile, aunque los precios no acompañan.

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Son casi las 2 de la madrugada y como todo buen catalán empiezo a ponerme nervioso porque quizás no entremos gratis en Boulevard. Las Attitude se demoran preparándose para la fiesta. No es tarea sencilla: el dancehall tiene algo carnavalesco. "En una fiesta dancehall pura y dura vestimos como nos da la gana, es como una liberación", dice Marina Ibáñez, que lleva los labios pintados de azul y unas mallas blancas.

"La 'dancehall queen'" –pongo cara de no entender un pijo antes de que me expliquen que es la bailarina que capta las miradas de todo el mundo en una fiesta– "viste con ropas llamativas", concluye ella. Hoy se han moderado en su atuendo porque van a terreno desconocido. De todos modos, Marina Tena recientemente se ha pasado más de dos horas en la peluquería para ponerse una melena granate, y Prima Cali lleva las ya mencionadas trenzas azules. "En el dancehall hay que destacar, volverse loca y darlo todo en el baile", me confirman todas las Attitude. No resulta extraño que algunas tengan motes y que cuando bailan parecen olvidar todo lo que les rodea.

Los peores temores se cumplen: hay que pagar en Boulevard, hemos llegado tarde. Entramos y buscamos la sala en la que la música sea más dancehall y con la espalda y a culazos (literalmente) las Attitude consiguen hacer un circulo suficientemente amplio en el que bailar con libertad. Ellas lo parten y me entra la vergüenza. ¿Cómo voy a bailar sin hacer el ridículo? Le pido a Prima Cali que me enseñe algún paso de 'dancehall king' (este término me lo invento yo) para no dar la nota. Ni con esas, mejor será apoyarse en la barra e intentar entender de qué va la noche.

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Cuando un grupo de mujeres se reúne en una discoteca y deciden bailar, automáticamente aparecen tíos. Si las chicas se mueven bien, el número de moscardones aumenta exponencialmente.

"A mí me interesa bailar", dice Prima Cali. "El dancehall no tiene nada de sexual, es como me lo paso bien. Pese a esto, siempre que sales y haces cuatro movimientos, te viene un pesado a molestar". Algunos hombres piensan que las mujeres que bailan como lo hacen las Attitude lo hacen para provocar. Nada más lejos de la realidad: desde la barra, solo veo un grupo de amigas que tienen ganas de divertirse.

¿Y el 'twerk'?, dirán algunos. ¿Eso no es provocar? Esa parte del dancehall que consiste menear el culo como si fuera un móvil en vibración extrema es la obsesión de todos los que critican este baile. Las respuesta es muy fácil: empieza a criticar el tango por su sensualidad y luego hablamos.

"En el dancehall las mujeres podemos hacer todos los pasos, tanto los nuestros como los de los hombres. Ellos, en cambio, no pueden hacer pasos de mujer, está muy mal visto", afirma Mad Gyal. Esta sentencia confirma de golpe dos cosas: que el problema del sexismo en el dancehall lo tienen los machos, y que para las mujeres este baile es puro carnaval.

No todo lo que veo desde la barra son pesados pasados de alcohol. Descubro que en estas discotecas donde ponen la llamada música negra, el personal baila mucho mejor que en las otras donde ponen pop (¿será música blanca?). O eso, o volviendo a mi idea del cambio de era en el mundo de la noche, la gente ha aprendido de golpe a bailar. Hay tipos que hacen unos movimientos complicadísimos que los llevan hasta el suelo, con un estilazo del copón. Hay tipas que, con tan solo mover rítmicamente un hombro, dicen más cosas que un catedrático tratando de explicar qué es la estética.

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Damos algunas vueltas por la discoteca con Prima Cali y Mad Gyal, y el fotógrafo tiene que pararse a cada rato porque alguien le pide una foto. Se creen que trabaja en Boulevard. Él acepta. En la cultura de la imagen, la cámara es una especie de imán con poderes mágicos.

La noche termina, pero las Attitude se quedan en el Boulevard. Son las cuatro y media y el fotógrafo, Prima Cali y yo volvemos para casa en taxi. Dejamos a las chicas atrás, que seguirán bailando y pasándolo bien.

Son las nuevas generaciones y son mejores, qué duda cabe.