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Cultură

Yo también cambiaba fotocopias de Bola de Dragón (y aún las conservo)

Dibujos de Son Goku a cinco pesetas, escenas guarras con Bulma y hojas repasadas con rotulador. La afición coleccionista de los niños de los 90 no conoce límites.

Fotos y fotocopias de la autora

En los años ochenta y noventa, llegaron a la tele contenidos hasta entonces impensables en la parrilla. Los que teníamos la ¿suerte? de tener canales autonómicos en nuestros domicilios, además de series de dibujos punteras de Telecinco como Campeones, Campeones 2, Jem, Juana y Sergio, Julia… podíamos ver otras como Musculman, Doctor Slump o ¡BOLA DE DRAGÓN!

Yo crecí en Valencia y esta es mi verdad. En Valencia ahora no existe Canal 9 y tampoco dejan ver la TV3, pero antes todo el monte era orégano. Cuando empezaron a emitir Bola de Drac, en "la catalana" ya llevaban algunos capítulos. Si lo veías en Canal 9, era bastante habitual que tu compañero de pupitre que lo veía en TV3 te hiciese spoilers del desenlace de la pelea entre Son Goku y el rival de turno. Teníamos el privilegio de poder cantar dos versiones diferentes de canciones (valenciano y catalán), pero la canción ultraganadora es con la que comenzaba la serie en la TVG gallega y que -desafortunadamente- descubrí muchos años más tarde: 'As Bolas Máxicas'.

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En aquella época cambiaba con mis amigas cartas y sobres que olían guay. Pero un día, de pronto, aparecieron las fotocopias de Bola de Drac en el autobús del colegio.

Un vecino nos chivó a mi hermano y a mi que en el quiosco de Iluminada tenían fotocopias de Bola de Drac (más tarde también en la papelería Juniors). Solíamos ir un par de veces por semana a por novedades. El asunto era bastante fácil y asequible. Pedías que te sacasen la carpeta de las fotocopias, seleccionabas las que más te gustasen, pagabas por tus elegidas y al día siguiente las intercambiabas en el colegio.

Mi cole estaba a las afueras de Valencia, así que cada uno veníamos de barrios diferentes y por eso había variedad y posibilidad de elección en este pequeño mercado negro infantil preadolescente. No todas las fotocopias tenían el mismo valor. Había unas de dibujos reguleros hechos por gente (que cambiabas porque te daba pena no hacerlo) y de cromos ampliados que directamente eran una estafa, porque eso lo podía hacer cualquiera. Poco tiempo después, todos tendríamos el álbum.

Aunque mi hermano siempre ha dibujado muy bien, era incapaz de reproducir la cara de Son Goku. Hizo un cuerpo al que no supo ponerle rostro y se lo dio a mi padre para que lo fotocopiara en su trabajo. Tuvimos alrededor de unas cincuenta copias en casa durante algún tiempo.

Dibujo chusta.

Luego estaban las fotocopias guays. Las que molaban. Mi amigo Alfred Zamorano me contó que uno de su clase le quiso cambiar unas de esas fotocopias por una billetera de plástico de la marca Mistral. ¡Mistral! Dentro de este grupo había diferentes calidades porque algunas estaban muy trilladas. Eran tataranietas de la fotocopia que alguien hizo en algún momento del dibujo original. Muchas veces se notaba que alguien había repasado con un rotulador algún trazo desgastado por la multicopia. Si no era muy cantoso, podía colar como buena.

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A mí las que más me gustaban eran las de Bulma o las de Chi-Chi. También había cameos entre series y era fácil encontrar a Arale dentro del mundo Bola de Drac. Yo nunca coloreé ninguna porque no me gustaba corromper la fotocopia. Para ello tendría que haber tenido dos iguales, pero eso suponía una doble inversión que no podía permitirse la economía de una niña.

Había un niño que se gastaba un montón de dinero en fotocopias y todo el mundo quería cambiarlas con él. Se llamaba Dani. Un trágico día al salir al recreo una fuerte ráfaga de aire hizo que todas sus fotocopias saliesen volando. Él, hoy en día, lo recuerda a cámara muy lenta como una de las experiencias más traumáticas de su vida. Toda su inversión repartida por el suelo del patio del colegio y decenas de niños recogiendo esos tesoros y robándoselos vilmente.

El tráfico de "las porno" era habitual en todos los círculos de intercambio. Aunque a mis ocho años no entendía muy bien qué era lo gracioso de aquello, tuve entre otras, la mítica de Son Goku con lo que yo interpretaba cara de cabreo y Bulma de rodillas saliéndole algo de la boca. En esta polémica imagen Son Goku exclamaba "allarga't bastó màgic". Desafortunadamente, mi madre debió deshacerse de ella en cuanto la vio, porque ha desaparecido.

Era muy fácil encontrarse también con imágenes de Bulma ligera de ropa o con ensoñaciones guarreras del Geni Tortuga (Maestro Roshi o Mestre Mutenroi para otros) plasmadas sobre el papel. Otro amigo, Carlitos Carbonell, asegura que en su colegio hicieron redada de las softcore.

No recuerdo muy bien en qué momento se dejó de hacer intercambio y colección de fotocopias. Imagino que con la llegada del álbum de Panini, los chicles, los pósteres y el resto del material oficial que llegó a España ya nadie las quería. Pero para los que no tiramos nada, siempre tendremos el recuerdo físico dentro de una carpeta en una caja del trastero de casa de nuestros padres. Leyenda palpable. Leyenda viva.