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música en el clubhouse

El racismo en el beisbol no va a ir a ningún lado

El ex lanzador Dirk Hayhurst explica cómo en el béisbol profesional, a partir de las ligas menores, se busca que los peloteros latinos se integren a las costumbres que hay en el juego profesional.
Kelley L Cox-USA TODAY Sports

"Estamos expandiendo este deporte a todo aquél que pueda jugarlo. Sin embargo, si vas a venir a nuestro país y ganar nuestros dólares, necesitas respetar el deporte que ha estado aquí por más de cien años…"

Esto tal vez suene como algo que escucharías en el discurso de una de las campañas de Donald Trump, pero de hecho fue declarado por el jugador de las grandes ligas Bud Norris. Lo peor de todo es que muchos estadounidenses blancos comparten la postura de Norris, lo cual podría explicar, de acuerdo a un artículo de esta semana de USA Today, porqué el 82% de las peleas en las últimas cinco temporadas han incluido diferentes grupos étnicos, principalmente jugadores blancos y latinos. Surge una pregunta: ¿Hay racismo en el béisbol?

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Absolutamente, y peor aún, está disfrazado como algo esencial para el éxito del juego. El béisbol de las grandes ligas puede expandirse a más países y abrirle las puertas a más jugadores extranjeros que nunca, y aún así persiste el zumbido del racismo porque sigue habiendo más jugadores blancos, nacidos en Estados Unidos. En 2014, el 26.3% de los jugadores en las listas del día inaugural nacieron fuera de EE.UU. Solo el 8.3% de los jugadores nacidos en dicho país eran negros.

En primera, tienes a un número predominante de jugadores blancos. Estos jugadores te dirán que seguir forzosamente sus valores en cuanto al béisbol no es un acto racista, simplemente tratan de proteger la santidad de algo más grande que todos nosotros: El Juego.

Por ende, el siguiente punto de Norris es: "Entiendo que quieras decir que se trata de un tema cultural o de crianza. Pero para cuando llegues a las grandes ligas, más te vale tener un buen entendimiento de lo que es esta liga y cuánto tiempo ha estado aquí." Traducción: Estamos contentos de que estés aquí, extranjero, pero más te valdría dejar de lado tu cultura antes de entrar o ser muy bueno para esquivar pedradas.

Pero no te preocupes si un joven pelotero latino llega a las ligas mayores demasiado rápido para aprender sobre la "liga" de Norris. El proceso de enseñanza comienza desde temprano, y se extiende más allá del terreno de juego.

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En los vestidores de los campamentos de primavera de las ligas menores, hay cuerpos por todos lados; blancos, negros, latinos, asiáticos. Desafortunadamente, solo hay un radio en el clubhouse, y cuando el radio está tocando reggaetón, los jugadores blancos dicen, "ha sido apoderado por los latinos."

Solo hay un tipo de volumen en los vestidores: bien pinche ruidoso. Y cuando ese ritmo latino distintivo recorre el cuarto con una pizca de rap en español, los jugadores latinos se mueven como si compartieran el mismo latido, mientras los jugadores blancos refunfuñan en sus casilleros.

Entonces sucede: lección número 1. Un hombre blanco de clase alta se levanta y da fin al ritmo. Los jugadores latinos voltean molestos. Los jugadores blancos se les quedan viendo, y con esa sensibilidad sin temor declaran, "Oye, reggaetón es no bueno. ¡América! ¡Música inglés!"

Renombrado amigo de Bud Norris, Yasiel Puig. Foto por Mark J. Rebilas-USA TODAY Sports.

Y esa, querido jugador latino, es una lección que puedes aplicar para cualquier aspecto de tu vida en el béisbol estadounidense: tu música, tu ropa, tus emociones, tu estilo de juego. Si algo llegara a ofender a uno de los locales, la lógica siempre será, "¡Estados Unidos! ¡Nuestro país, nuestra música, nuestro dinero, nuestra forma de hacer las cosas!"

Deja que la libertad reine.

No te confundas, el béisbol es una cosa cultural. Todos los deportes son temas culturales. Son una extensión de la cultura, no referentes de gentrificación. Al borrar esta distinción, el béisbol ha creado un sistema donde el derecho ejercido con más frecuencia es aquél que busca la justicia fronteriza después de ser ofendido, ya sea por medio de temas culturales o entre compañeros de equipo, como pasó con Bryce Harper y Jonathan Papelbon.

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Solo un tipo como Bud Norris llevaría un concepto como "jugar el deporte de la manera correcta" a una cuestión cultural y juraría frente a la bandera estadounidense estar haciendo un gran bien a sus compatriotas. Peor aún, así es como él y otros como él pueden insinuar que las llamativas jugadas no castigadas llevarán a la destrucción de lo que más amamos: ¡Por dios, solo piensa en lo horrible que nuestro deporte sería si los jugadores no mostraran emociones!

De hecho, más emociones podrían generar que más niños jueguen béisbol. ¿Acaso crees que estas tonterías pasan desapercibidas en los deportes, desde los profesionales, amateur y hasta los juveniles? ¿Acaso crees que los niños no se dan cuenta de 65 pleitos en cinco años?

No es el ritmo lento del juego lo que aleja a los niños. Es la homogenización. La liga tiene representantes de todo el espectro racial porque, como Norris dice, las puertas están abiertas para otros países. Pero a los jugadores de esos países se les prohíbe expresar su individualidad. El juego permanece blanco, sin importar quién lo juegue.

Empeorará antes de que mejore. El béisbol está siendo, al menos en la superficie, más diverso, y lo seguirá siendo en el futuro. Mientras siga expandiéndose en el extranjero, también lo hará su gama cultural. La manera en que este deporte se juega cambiará, y no hay nada que se pueda hacer para detenerlo, excepto aventar pelotas malintencionadas y quejarse.

De hecho, existe una solución. En 1869, más de 100 años antes de los comentarios de Bud Norris, por los que se disculpó ayer, el béisbol presenció la llegada de su primer jugador latino: Esteban Enrique "Steve" Bellán. Su apodo era "The Cuban Sylph" (La sílfide cubana), derivado de su "juego elegante y estilístico como tercera base."

¿Por qué no intentaron lanzarle pelotas malintencionadas al estilo de juego de Bellán? Porque en 1869, los pitchers lanzaban por debajo del hombro. ¡Toma eso, bastardo extranjero presumido!