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Muhammad Ali

Soy Leyenda: Muhammad Ali

En un tiempo en el que las personas de color debían mantenerse calladas por obligación, un boxeador estadounidense levantó la voz. Esta es la historia de Muhammad Ali, el campeón irreductible.
Illustration by Dan Evans

La serie Soy Leyenda vuelve con una crónica muy personal de la vida deportiva del que posiblemente sea el boxeador más famoso de todos los tiempos: Muhammad Ali. Tenéis las entradas anteriores de la serie aquí.

Sin pelos en la lengua

En VICE Sports nos gusta meter el dedo en la llaga, no lo vamos a negar. Nos han dicho muchas veces que vayamos con cuidado con el tema del racismo, porque puede convertirse en un problema si no se trata con mucho cuidado. Pero nos da igual lo que nos digan. El racismo sigue existiendo, por desgracia, y queremos seguirlo denunciando. Si hace unas semanas hablamos de Allen Iverson y de los problemas que tuvo de joven por su color de piel, hoy presentamos un nuevo 'round'.

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Hoy en día no hacemos mucho caso cuando oímos a Kanye West asegurando que es una combinación entre Leonardo da Vinci, Steve Jobs y algún objeto inanimado, como una montaña o un set de tapones aislantes de ruido empaquetados en un estuche Chanel. Es una estupidez, vale: pero Kanye es libre de decir lo que quiera y solo faltaría.

Tampoco nos indignamos cuando Floyd Mayweather presume de que su estilo de pelea 'no-puedes-tocar-mi-cara' le ha convertido en el mejor de todos los tiempos. Podemos estar de acuerdo o no, pero de nuevo Floyd es libre de decir lo que quiera. Y solo faltaría.

Floyd Mayweather jamás habría tenido su infinita cuota mediática si alguien no se hubiera levantado contra el 'establishment' antes que él. Imagen vía Reuters.

Todas estas voces, no obstante, pueden hablar con libertad porque antes de ellos alguien se levantó contra la realidad. En los años sesenta, a Floyd y a Kanye les habrían hecho callar en algunos lugares de los Estados Unidos, y no porque fueran aburridos, sino porque la gente de color no tenía el derecho a hablar de sí mismos de esa forma. Es una cruel verdad, pero nadie estaba dispuesto a entregar derechos a quienes tenían la piel de un color distinto.

Alguien debía pelear por esos derechos.

Y alguien lo hizo.

Un cambio histórico

La impresión que tengo de todo el montón de viejas fotos de noticias es que el deporte y la vida eran parte de un mundo diferente antes de Ali. Todo el mundo era apático, humilde; todos trataban de pasar inadvertidos. Los negros, acostumbrados a jugar en un ambiente hostil y racista dentro de los estadios, no podían ser diferentes. Antes de Ali, el deportista estadounidense más consciente de sus palabras era el jugador de béisbol Yogi Berra: suyas son frases como "esto no se acaba hasta que se acaba" o "no habrías ganado si te hubieras dado por vencido".

Ali era diferente. Ali era el cambio en sí mismo.

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Soy tan malo que pongo enferma a la medicina. Superman no necesita ponerse cinturón de seguridad. Sonny Liston es un don nadie; no sabe hablar, no sabe pelear, necesita lecciones de habla y boxeo. Y como va a pelear contra mí, necesitará lecciones para caer al suelo

Esta fue una de las declaraciones más altisonantes de Muhammad. El boxeador la pronunció ante un grupo de periodistas blancos paralizados, quienes probablemente pensaron que no deberían reaccionar pero que al final no supieron cómo hacerlo.

Desde luego, existieron boxeadores negros exitosos antes que Ali —Joe Louis, Floyd Patterson— y la división de los pesos completos donde él se encontraba —con George Foreman, Joe Frazier y Sonny Liston— estaba muy bien considerada.

Y sin embargo, os apostamos algo a que no podéis recordar ni una sola cosa que dijera ninguno de estos cinco. Y para ponerlo más difícil, decidnos alguna que no se dijera en respuesta a un comentario de Ali.

Nosotros no nos acordamos de ninguna.

Muhammad Ali ni se calló ni pensó jamás en callarse. Imagen vía WikiMedia Commons.

No podemos culparlos. Se supone que las personas de color no debían hablar; tal vez algunos sentían que si boxeaban como nunca antes podrían, de alguna forma, estar a la par de los blancos. Sin embargo, la vida tiende a reaccionar ante aquellos que preguntan para ser libres, no ante quienes se quedan callados. Es difícil calibrar hasta qué punto Muhammad Ali fue valioso e importante.

En términos puramente técnicos, Ali fue el relámpago que llevó este deporte de un artificio técnico y un festín sangriento a un estado de puro entretenimiento. Muhammad se comportaba sobre el ring como era él mismo; era palpablemente consciente de la multitud; movía los brazos y le hablaba a su oponente. Este deporte estaba concebido para Ali. Esas reglas se inventaron para que él pudiera ayudar a liberar las voces de millones de personas.

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El Momento

La pelea 'Rumble in the Jungle', que tuvo lugar el 31 de octubre de 1974 en Kinsasa (Zaire), está más allá de la Leyenda. Ha trascendido tanto el deporte, de hecho, que en inglés se utiliza como expresión para decir que algo es emocionante. A pesar de que la conciencia popular recuerda a Ali apoyándose en las cuerdas durante siete rounds antes de atacar definitivamente a George Foreman en el octavo round, lo cierto es que Muhammad estaba mucho más involucrado en la pelea —como demuestran las fotos.

Al mismo tiempo, sin embargo, la supuesta actitud contemplativa que pasó a la historia también tenía algo de poético. Ali había gritado a los cuatro vientos que era el mejor, y sin embargo Foreman le estaba dejando medio noqueado ante el mundo entero. Foreman, viéndose superior, aún intentó pegar más duro.

El cambio eléctrico que se produjo entre la multitud, y cómo ésta se entregó a Ali, fue muy especial: de repente vieron a Ali cambiar enteramente el rumbo de la pelea, lanzar una ráfaga de golpes y dejar a un exhausto Foreman totalmente fuera de combate. Después de esa pelea, todos los que creían que la parte más fuerte de Ali era su habilidad para hablar de más habían sido noqueados: sí, Muhammad era el mejor a la hora de hablar… pero también lo era a la hora de boxear.

Declaración Final

En 1974, Muhammad Ali dio una entrevista al periodista inglés Michael Parkinson que posteriormente se haría famosa. El luchador estadounidense aseguró lo siguiente:

Realmente [a los rivales] no los intimidas psicológicamente, les haces pelear más duro… es eso, los haces pelear demasiado fuerte. Los vuelves ansiosos, tienen que derrotarte. Como le dije a George, 'Okay, tonto, me voy a quedar en las cuerdas, y quiero que lances tus mejores golpes.' Y solo me quedé ahí. 'Vamos, muéstrame algo, muéstrame algo…'. Él estaba pegando tan duro, agitándose… yo le dije, 'Amigo, este es el lugar erróneo para cansarse'.

Sigue al autor en Twitter: @tobysprigings