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Trump

Las órdenes de Trump asustan, pero ¿serán tan graves como parecen?

¿Perro que ladra, no muerde?

Las noticias de la semana pasada fueron dominadas por la oleada de órdenes ejecutivas hechas por Donald Trump. Muchas fueron con respecto a las grandes promesas que hizo, como la construcción del muro, reducir el tamaño del gobierno y hacerle la vida imposible a los inmigrantes indocumentados. Como otros medios lo han dicho, las primeras semanas de las administraciones presidenciales modernas siempre tienden a ser movidas y ocupadas. Pero el tono de las acciones de Trump han dado más bombo y su ritmo ha sido excepcionalmente rápido. Y aunque sus órdenes y actas probablemente no cumplan sus objetivos, básicamente lo que está haciendo es volver el poder ejecutivo un gran espectáculo.

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Recapitulemos la semana pasada, que fue demente: Desde el viernes 20 de enero por la tarde, Trump ha firmado una ley bastante inconsecuente, cuatro órdenes ejecutivas, ocho actas y dos proclamaciones. (La diferencia entre actas y órdenes es puramente técnica; tan difusa que el mismo presidente puede creer que está firmando órdenes cuando en realidad está firmando actas).

Una de esas actas congeló nuevas regulaciones, las cuales, según Andrew Rudalevige, académico del poder ejecutivo, cualquier presidente hubiera promulgado con el fin de entender un poco más la rama ejecutiva. Algunas de las otras acciones —un llamado para simplificar las revisiones de las regulaciones ambientales, un detenimiento en la contratación federal y la restitución de la política anti-aborto— pudieron haber sido hechas por muchos otros republicanos. La decisión de Trump de retirar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio del Pacífico es algo que Hillary Clinton también tenía planeado hacer. Y su decisión de pedirle a las agencias que desmantelaran Obamacare pudo haber sido la copia de una acción planeada por el candidato republicano a la presidencia de 2012, Mitt Romney.

Pero sus medidas radicales ante la inmigración ilegal, la dedicación para comenzar a trabajar en el muro fronterizo y los planes de quitarle la financiación a las "ciudades santuario" a manera de castigo por proteger a los inmigrantes indocumentados, fueron hechas puramente por Trump.

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"Muchas de las primeras órdenes de los presidentes son bastante amplias", me dijo Joshua Kennedy, experto en poder presidencial, "pero esto no es poco común. Las órdenes ejecutivas aparentemente están siguiendo una tendencia de volverse cada vez más amplias".

Hasta el momento, lo más notable de las acciones de Trump puede ser su lenguaje inusual.

"Estos asuntos están siendo tratados al estilo de una campaña electoral y [al mismo tiempo] como comunicados de prensa", dice Rudalevige. "Algunos de ellos tienen una sección prolongada de propósitos, lo cual no es necesariamente común… [En cuanto a lo de las ciudades santuario] hay una línea que dice, 'las jurisdicciones refugio le han causado mucho daño a los estadounidenses y al tejido mismo de nuestra república'. Ese no es un lenguaje muy legal que digamos. Eso es una opinión. Y una que dudo que sea compartida por mucha gente".

Para Rudalevige, esto puede significar que el presidente no está aclarando sus acciones con la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés), la cual exige un lenguaje fuertemente legalista y desaconseja el uso de grandilocuencia. Esto concuerda con los reportes emergentes que afirman que las acciones de Trump pueden ser en su mayoría supervisadas por el jefe de estrategias Steve Bannon y el consejero Stephen Miller. Sin embargo, cuentan con poca o nula participación de abogados, legisladores o de las agencias responsables de implementarlas. Si es cierto, lo anterior no tendría precedentes en las presidencias modernas: Ronald Reagan fue bastante unilateral al crear sus acciones ejecutivas en 1981, pero aún así él pasó sus borradores a la OMB.

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Ese sistema explicaría el ritmo agresivo de Trump. Es el primer presidente que firma una orden ejecutiva en el día uno desde Bill Clinton y parece que está sobrepasando a los últimos presidentes. Ha publicitado fuertemente sus firmas diarias, dando la impresión de estar actuando rápida y eficazmente en los temas clave.

Pero este ritmo y este tono no es el camino más sostenible para que Trump cumpla con su agenda. Las acciones ejecutivas pueden interpretar la ley y dirigir a los departamentos directos y a las agencias hasta cierto punto, pero están limitados por las fluctuaciones legales y la necesidad de que legislativa y administrativamente sean aceptadas. Es difícil invalidarlas del todo, pero por lo menos se puede hacer que se estanquen parcialmente. Rudalevige explica que los análisis de los procesos y el lenguaje legalista existen para que todas las partes estén enteradas y de acuerdo, para que el presidente sepa legalmente qué cosas puede alcanzar y para protegerlo de las consecuencias imprevistas del lenguaje impreciso. Esquivar ese proceso incrementa el riesgo de que estas órdenes no tengan éxito. Se han conocido varios reportes acerca del potencial retroceso legislativo y de las agencias, o de los estancamientos que podrían sufrir algunas de las órdenes repentinas de Trump. También generan preguntas que cuestionan la legalidad de algunas otras.

Además, muchas de las acciones de Trump han sido acompañadas de variaciones de la frase "en la medida que lo permita la ley", que deja entrever una falta de planes claros de lo que se debe hacer, o una falta de conocimiento de lo que se puede hacer. Como dijo Rudalevige, esto "le hace pensar a uno si los autores saben en realidad qué dice la ley".

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Debido a toda la incertidumbre que generan estas acciones afanosas, es posible que algunas tengan un efecto real y rápido. Las ciudades santuario pueden luchar exitosamente contra el esfuerzo de Trump por quitarles la financiación y su muro podría no ser construido. Pero sus instrucciones de ampliar el significado de criminalidad al decidir qué inmigrantes indocumentados se pueden deportar podría generar fuertes consecuencias en esa comunidad. La política de la Ley Mordaza afectaría de manera negativa el acceso de las mujeres a la salud en países en vía de desarrollo. La orden ejecutiva de Obamacare, por más vaga que sea en sus intenciones, podría generar unos cambios inminentes en el mercado de la salud con consecuencias reales en millones de personas. Y la congelación de la contratación puede afectar, en particular, al servicio de los parques nacionales con al servicio de los parques nacionales con poco personal personal.

El propósito principal de estas órdenes tal vez no sea el de impulsar la política; tal vez es simplemente un truco publicitario más, hecho por un magnate de la finca raíz que construyó un imperio a punta de espectáculo.

"Así estas órdenes no afecten los resultados políticos, la Casa Blanca de Trump puede usar estas órdenes para presionar al congreso al decir que él actuó, pero que el congreso no hizo nada", dice el experto en presidencias, Brandon Rottinghaus. "Esto pone al congreso en una posición política difícil".

Es imposible saber si Trump y su administración están actuando de manera fuerte y quizás unilateral porque creen que es bueno y efectivo para evitar la burocracia y el congreso, o si solo quieren recibir crédito por hacer grandes movidas así las órdenes terminen siendo más un ladrido que una mordida. Pero siempre ha sido difícil distinguir entre la terquedad y la astucia cuando se trata de Trump.

De una u otra manera, esta semana ha sido importante por sentar un precedente de gobernar bajo afirmación y exhibicionismo, más que por los detalles y los resultados finales. Estas acciones le parecerán buenas a los seguidores del presidente, pero también aterrorizarán a grupos marginados como los inmigrantes y pondrá nerviosa a la oposición de Trump. ¿Qué más podríamos haber esperado?