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Feminismo

Hacen falta espacios seguros para los hombres

Como orientador sobre masculinidad saludable, he comprobado que es útil para combatir al patriarcado.
Sarah Berman
tal y como se lo contó a Sarah Berman
Foto por Clem Onojeghuo

Algunos amigos me lo han preguntado: ¿en serio los hombres necesitan un espacio seguro? Como hombre que dirige talleres sobre consenso y masculinidad saludable, creo que la respuesta es "sí".

Suelo ser invitado a espacios en los cuales grupos de hombres discuten sobre el poder y el privilegio, sobre inequidad y discriminación. Buscan expresar ideas que deconstruyan el género de manera que aborde la masculinidad tóxica. Hablamos de las diferentes formas en las que se representa la masculinidad, dando espacio a conversaciones sobre identidades queer y consenso.

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Creo que necesitamos aligerar un poco el peso que soportan los grupos de mujeres y los colectivos feministas y trasladar parte de responsabilidad a los hombres. Los hombres deben hablar de las formas en que ellos dañan a la gente, y de lo que pueden hacer para apoyar a las mujeres en nuestras comunidades.

Si solo las mujeres hablan de soluciones, tenemos únicamente la mitad de la conversación. ¿En qué medida se responsabilizan los hombres de generar ideas más saludables sobre la masculinidad?

Creo que necesitamos aligerar un poco el peso que soportan los grupos de mujeres y los colectivos feministas y trasladar parte de responsabilidad a los hombres

A muchos de los hombres con los que trabajo les entusiasma la idea de poder formar parte de este diálogo. Lo ven muy claramente, y son conscientes de cómo esto les afecta a ellos y a sus relaciones. Es preciso que hablemos del daño que causamos al prójimo y lo reconozcamos. Que lo saquemos todo a la luz sin vergüenza y busquemos formas de cambiar el comportamiento. Hay hombres que necesitan hablar de sus experiencias siendo gais, trans, queer, o personas que se identifican como no binarias (pero que tienen aspecto de hombre), y todas estas conversaciones quizá sean diferentes unas de otras.

Es preciso que hablemos del daño que causamos al prójimo y lo reconozcamos

Cuando hombres cisgénero heterosexuales con un montón de privilegios se reúnen para discutir ideas, no siempre va a resultar en algo apropiado, bueno o sensato. Eso es más difícil cuando hay gente en ese mismo espacio que podría sentirse herida cuando algunos hombres hablan de su situación. Dificulta que surja esa conversación.

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Hay más sentimientos implicados, más emociones y lo que suele pasar es que las personas con muchos privilegios dejan de participar. El objetivo deja de ser avanzar y pasa a ser más algo del tipo "a la mierda esto".

Cuando hombres cisgénero heterosexuales con un montón de privilegios se reúnen para discutir ideas, no siempre va a resultar en algo apropiado, bueno o sensato

Sería maravilloso que todos pudiéramos dialogar sobre nosotros y nuestro comportamiento frente a personas que podrían sentirse heridas, pero creo que todavía no estamos en ese punto.
Si ofreces a los hombres un espacio en el que puedan ser vulnerables y un modelo de masculinidad que sea más amable y sensible, notarás que su comportamiento en ese espacio es distinto.

Me he fijado en la forma en que un hombre puede hablar con un grupo de amigos o con gente nueva —desempeñando el clásico papel de seguro de sí mismo, obstinado e incluso un poco misógino— y no es igual que cuando hablamos en privado.

Si ofreces a los hombres un espacio en el que puedan ser vulnerables y un modelo de masculinidad que sea más amable y sensible, notarás que su comportamiento en ese espacio es distinto

Sabemos que hay hombres que se resisten a la idea del patriarcado y a todo lo malo que representa, pero solemos descuidar estas relaciones porque las vemos como algo problemático. Sin embargo, todo el peso recae en las mujeres y las personas marginadas. Ellas son las que se ven forzadas a mantener estas conversaciones con los hombres, en vez de ser nosotros quienes asumamos esa responsabilidad. Tiene que haber una forma en que podamos invitarlas a la conversación y escucharlas.

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Existe cierto riesgo de que determinados grupos que declaren ser espacios para los hombres caigan en el mismo activismo de derechos de los hombres de siempre. La narrativa entonces pasa a defender una masculinidad supuestamente amenazada, a denunciar que no podemos ser nosotros mismos porque somos víctimas del escrutinio constante de las feministas.

Sabemos que hay hombres que se resisten a la idea del patriarcado y a todo lo malo que representa, pero solemos descuidar estas relaciones porque las vemos como algo problemático

Defiende que si vamos a hablar sobre igualdad de género y violencia, tenemos que hablar de la agresión contra el hombre, la violencia doméstica contra el hombre, el mayor índice de encarcelamiento de hombres que de mujeres y de la mayor tasa de suicidio de hombres. Podemos tener esas conversaciones, pero la realidad de una falta de igualdad bajo el patriarcado tiene que ser articulada muy claramente. También hay mucha desinformación que crea estas mentalidades, y de esto se alimentan todos estos grupos.

Al mismo tiempo, debemos mostrar menos tolerancia para con las personas que expresen mensajes de odio. No debemos darles coba. Por otro lado, sí podemos crear espacios que ensalcen roles masculinos más saludables.

Tenemos que reconocer que muchos espacios solo de hombres, como los equipos deportivos, nos son seguros para todos los hombres

Una masculinidad sana no es fácil de definir, y distinguir entre qué es —y no es— tóxico puede ser difícil. Recuerdo que unos de los mejores momentos de mi vida lo pasé en el colegio, en el equipo de fútbol americano. Me encantaba lo agresivo que era, y cómo nos dábamos ánimos los unos a los otros, y nos preparábamos con música agresiva y a todo volumen. Hacíamos chocar nuestros cascos, salíamos al campo y nos lanzábamos todos contra todos. Sí, cuando era más joven, me gustaba eso.

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¿Puede una masculinidad tóxica abrirse camino en una cultura como esa? Claro que sí. Tenemos que reconocer que muchos espacios solo de hombres, como los equipos deportivos, nos son seguros para todos los hombres.

Creo que si alguien te dice que estás equivocado porque estás perjudicando a gente, tienes que escuchar. No es solo una opinión

La cultura deportiva es una vía para expresar la masculinidad tóxica si esta resulta excesivamente violenta, si menosprecia tu salud o la salud de otros. Esa es la línea que hay que marcar. Creo que hay formas de mantenerse dentro de unos límites y seguir pudiendo gritar y gruñir y boxear. Solo se vuelve tóxico cuando olvidamos de qué forma estas ideas pueden perjudicar de forma injusta y grave a otras personas. Creo que se vuelve tóxico cuando empezamos a defender la idea de masculinidad por encima de la experiencia del sufrimiento de otra persona.

Esas son las conversaciones que los hombres deben tener para poder entrar a un espacio en el que puedan decir, "Vale, tal vez mi idea de identidad está envuelta en un sistema de poder del cual no quiero formar parte". Ese es un paso hacia una masculinidad más sana. Eso, y saber que puedes equivocarte. Creo que si alguien te dice que estás equivocado porque estás perjudicando a gente, tienes que escuchar. No es solo una opinión.

Estoy convencido de que los hombres deben expresar sus ideas de masculinidad, siempre y cuando estemos a aceptar que estas pueden ser perjudiciales.