FYI.

This story is over 5 years old.

hora de romper los corsés

¿Deben las mujeres cobrar lo mismo que los hombres en el tenis?

Algunas voces consideran desigual el tenis porque las mujeres cobran más dinero por partido que los hombres: es probablemente el único deporte en el que esto ocurre.
Photos by PA Images

Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:

Todo empezó con un artículo de ropa.

Durante un caluroso verano de 1884 en Londres, dos mujeres jugaban un partido de tenis. Wimbledon, que en ese entonces era apenas una única pista de hierba rodeada de gradas con capacidad para 1.000 espectadores, había permitido a mujeres participar en su famoso campeonato por primera vez en su historia.

Publicidad

El público estaba formado principalmente por locales; también había alguna realeza menor. Algunos se quejaban, inevitablemente, de cómo el tenis —para ellos, un estúpido deporte nuevo— estaba reemplazando al críquet como el juego favorito del club.

Más tenis: Tenis femenino, dinero y la guerra por la igualdad

Hacía calor, más de lo común, y las dos competidoras iban ataviadas no con la indumentaria ligera de hoy, sino con vestidos… y corsés. Estaban compitiendo al mejor de tres sets. Hacia el comienzo del segundo set, una de las participantes se desmayó; su oponente obtuvo el pase a la siguiente fase de forma automática.

Existen muchas versiones de esta historia con pequeñas alteraciones del lugar y el año; lo que no suele variar es que este relato se considera la piedra fundacional de la desigualdad de género en el tenis. La mayoría de grandes personalidades de este deporte, como Billie Jean King, suelen referirse a ella para explicar la posterior discriminación.

Las mujeres, se asumía en aquella época, no podían competir al mejor de cinco sets durante los Slams: ¡si ni siquiera podían aguantar un set sin desmayarse! La hipoxia jamás se consideró, a pesar de que todos sabían que los corsés deforman el cuerpo por fuera… y por dentro.

La mujeres siguieron compitiendo en corsés durante los partidos (un artículo de vestir culpable de sobrecalentamiento, deshidratación, y costillas rotas) unos 50 años más después de 1884. Los hombres jamás tuvieron que jugar sufriendo este tipo de 'handicap'. A pesar de todo esto, todavía se asume que las mujeres no son capaces de alcanzar la intensidad de los hombres.

Publicidad

El dominio de Serena Williams es utilizado para poner en duda la competitividad del cuadro femenino, un argumento absurdo. Foto de Lucy Nicholson, Reuters.

En el mundo del tenis, la gente está obsesionada con el tiempo. Como más dure un partido, mayor es su apreciación. En 1951, la International Labour Organization se reunió para discutir la igualdad de pago para las mujeres.

Su mandato fue simple: "asegurar la aplicación a todos los trabajadores del derecho de una remuneración igualitaria para hombres y mujeres que realizan el trabajo del mismo valor."

El debate resurge en cada Grand Slam: ¿se les debería pagar menos a las mujeres solo porque no compiten al mejor de cinco? ¿Deberían los hombres jugar al mejor de tres? ¿Es el tenis femenino igual de popular o de competitivo que el masculino?

El mandato de la ILO se resumía en la frase "pago igualitario por trabajo igualitario"… o, siguiendo una lógica tan retrógrada como absurda, "las mujeres tenistas no juegan a cinco sets, así que no deberían cobrar lo mismo que los hombres que sí lo hacen".

Hay algunas voces que denuncian que el tenis —especialmente en los Grand Slams— es injusto porque, de media, a las mujeres se les paga más por partido que a los hombres. Es probablemente el único deporte en el mundo donde esto sucede, y siguiendo la lógica retrógrada que antes mencionábamos, debería ser destruido.

La mayoría de argumentos de esta línea presuponen que el trabajo se mide en tiempo. En otras palabras, se enfocan en el término "trabajo igualitario" en lugar de la frase original, "trabajo de valor igualitario". Tal vez parezca una mera cuestión semántica, pero no lo es en absoluto. Ganar un Grand Slam, seas hombre o mujer, es un trabajo del mismo valor, un logro deportivamente idéntico. Que un partido largo sea mejor que uno corto per se es una teoría fácil de falsear.

Publicidad

Andy Murray destruyó a Novak Djokovic en tres sets en la final de 2013 en Wimbledon y recibió la admiración general; en cambio, cuando Petra Kvitova hizo lo mismo un año después contra Eugenie Bouchard, el resultado se utilizó para criticar el tenis femenino.

Eugenie Bouchard, finalista de Wimbledon 2014. Foto de PA Images.

El dominio de Serena Williams es otro argumento utilizado constantemente para discutir el nivel del deporte de mujeres, como si el hecho de tener a la mejor tenista de todos los tiempos significara que el tenis femenino está en mal estado y debiera ser castigado financieramente por ello. Evidentemente, es absurdo.

El problema de que los tenistas con clasificación más baja —aquellos fuera del Top-75— tengan que jugar mucho más que los tenistas mejor clasificados, en cambio, raramente se discute. La razón, evidentemente, es que el tenis no es un trabajo asalariado: los tenistas deben jugar para vivir.

En el tenis masculino, el circuito Challenger de segunda división ofrece de 35.000 a 195.000 euros por torneo: es un gran contraste con los premios que van de 350.000 euros a 5 millones que se pueden ganar en el 'tour' de la PGA en el mundo del golf. Para las mujeres, las giras de segunda división ofrecen de 8.000 a 80.000 dólares: un significativo peldaño… por debajo.

Algunos eventos, como el Brisbane International que se disputa antes del Open de Australia, solo invitan a las tenistas del Top-30 mundial: ello significa que el resto de profesionales están jugando en eventos mucho menos prestigiosos que quedan en el anonimato para la mayoría de los fans. Estas otras tenistas juegan el mismo número de partidos, o más incluso, pero ganan mucho menos dinero.

Publicidad

En el tenis, el tiempo en la cancha no equivale a grandes premios económicos: te recompensa con éxito, como debería. Un campeón debería ganar lo mismo que los otros campeones.

En Grand Slams y en ciertos eventos de Masters 1000, como el de Miami, el dinero del premio es repartido equitativamente entre las divisiones y el género, así que a un tenista que pierde en los cuartos de final se le paga la misma cantidad que a una tenista que haga lo mismo. De nuevo, este pago está basado no en el tiempo en la pista, sino en la importancia del avance. Tiene sentido y es justo. Cuando se premian las habilidades y el progreso, la cantidad de sets no importa.

Si seguimos la lógica de aquellos que dicen que las campeonas de Grand Slams deberían ser menos remuneradas que los hombres por jugar menos, entonces tendría sentido que aquellas que jueguen más también ganen más.

Serena Williams (19) ha ganado más Grand Slams que Roger Federer (17), pero ha ingresado veinte millones menos. Imagen vía Wikimedia Commons

En otras palabras, las tenistas que sufren para ganarse la vida en pequeños torneos sin renombre en todo el mundo deberían cobrar más dinero porque disputan más partidos. Este año habrá al menos seis torneos al mismo tiempo que Wimbledon, así que…

Por otra parte, que las mujeres cobraran menos en los Slams causaría un efecto dominó que provocaría una regresión infinita en el deporte. Sería una forma lamentable de expandir el sexismo. Por poner otro ejemplo: ¿deberíamos dar más dinero a los campeones por ganar partidos apretados? Ello significaría que ya no ganarían partidos con marcadores de 6-0, 6-0 y 6-0 porque no les convendría. Evidentemente, esto es absurdo.

Publicidad

A medida que el tenis crecía en popularidad, inevitablemente se empezó a corporativizar y monetizar. Eso fue grandioso para las tenistas, ya que solo tres (sí, solo tres) de las 100 atletas mejor pagadas del mundo son tenistas.

El tenis, gracias a la decisión de los Slams de ofrecer premios monetarios igualitarios, es con mucho el deporte más equitativo entre las disciplinas más populares. Decisiones así deberían ser aplaudidas en lugar de generar debates infinitos sobre si están justificadas o no.

La igualdad, sin embargo, aún no es uniforme. Roger Federer, posiblemente el mejor tenista de todos los tiempos, ha ganado 17 Grand Slams en 'singles'; en el proceso ha acumulado unos 80 millones de euros en premios.

Serena Williams, posiblemente la mejor tenista de todos los tiempos, ha ganado 19 Grand Slams en 'singles' y unos 13 más en dobles, para un total aproximado de 61 millones. Los acuerdos televisivos y la mayor recaudación del tenis masculino en los torneos crean un sistema financiero donde los hombres están por encima de las mujeres.

A día de hoy hay más gente que quiere ver a Novak Djokovic enfrentarse a Andy Murray que Maria Sharapova a Heather Watson… pero esto es circunstancial.

La británica Heather Watson, que sacó lo mejor de Serena Williams en Wimbledon 2015. Foto vía PA Images.

Desde finales de los 80 hasta mediados de los 2000, el tenis femenino se encontró en una mejor posición que el tenis masculino a nivel de competitividad. Martina Navratilova, Steffi Graff, Monica Seles, Martina Hingis, Lindsay Davenport, Serena Williams, Venus Williams, Jennifer Capriati, Justine Henin, Kim Clijster, Amelie Mauresmo, y Maria Sharapova se aseguraron de que cada Grand Slam fuera duramente competido.

Publicidad

En 2005, el tenis femenino estaba en su época dorada, con cerca de 15 atletas de élite compitiendo por cada título. El interés del público incrementó. Un millón más de personas vieron la final femenina de Wimbledon ese año que la final de hombres. Esto deja claro que en realidad el interés del público no tiene tanto que ver con el género como con el relato y la competitividad del deporte.

Durante la mayoría de la temporada, en los 'tours' de la ATP y la WTA, hombres y mujeres juegan partidos al mejor de tres sets. Es solo durante los Grand Slams, operados por la ITF, que los hombres juegan al mejor de cinco. La ITF, no regulada por la ATP y la WTA, puede hacer lo que quiera.

Históricamente, esta libertad de la ITF ha ayudado a la expansión accidental de la idea de que las mujeres —que corren maratones, como Caroline Wozniacki, y rompen récords de navegación alrededor del mundo— no pueden jugar al mejor de cinco partidos. Y todo esto a pesar de que la final del Open de Francia de 2014 entre Simona Halep y Maria Sharapova solo duró 15 minutos menos que la batalla entre Nadal y Djokovic.

En realidad, el debate sobre los cinco sets para las mujeres sirve únicamente para desviar la atención. Marion Bartoli, la campeona de Wimbledon en 2013, dijo a la cadena británica BBC que pensaba que las mujeres no podrían aguantar cinco sets. Stacey Allaster, la presidenta de la WTA, dijo exactamente lo contrario: "Nuestras jugadoras siempre han declarado que están dispuestas a jugar al mejor de cinco sets".

Publicidad

Andy Murray, por su parte, dijo en 2013 que estaría a favor de que las mujeres jugaran al mejor de cinco sets en Slams, citando varios casos históricos para justificarlo.

Arantxa Sánchez Vicario, durante la final del Roland Garros de 1996 contra Steffi Graf. Foto de Philippe Wozajer, Reuters

Exactamente 100 años después de ese primer torneo en 1884, las WTA Finals —el torneo de fin de temporada diseñado, aparentemente, para castigar a las mejores jugadoras con un irrelevante torneo extra— arrancaron un experimento de 14 años con mujeres jugando partidos de cinco sets. Como era previsible, nadie se desmayó o murió. Los partidos se completaron. El nivel general se mantuvo.

Discutir sobre el tiempo en la pista poco a poco desvía la conversación del problema real y hace que un debate sobre igualdad en el deporte se convierta en un debate sobre calidad en el deporte. Un partido de cinco sets es considerado como el mayor desafío del tenis, pero ningún hombre lo ha completado enfundado en una prenda que no permite respirar: es totalmente injusto plantearlo desde este prisma.

Durante los torneos decimonónicos, las tenistas regresaban a los vestuarios para quitarse los corsés y comprobar los moretones que se habían formado en la parte superior de su cuerpo antes de volvérselos a poner para seguir jugando. Mientras, los hombres vestían camisetas ligeras y pantalones cortos de lino. La diferencia es obvia.

El debate de la igualdad es un complejo. En el caso del tenis, dar un paso importante depende de los organizadores de la ITF, que sin embargo saben que será difícil ajustar la duración de los partidos en el tenis femenino sin poner en peligro el programa, de por sí ya saturado, de cada Slam.

La discusión sobre el tenis femenino siempre provoca dos reacciones: o es aburrida o está llena de gruñidos. Muchas veces, los comentarios en internet están plagados de ponzoña sexista. Pero en la pista, de hecho, es una historia feliz: es el deporte con el perfil femenino más alto en el mundo y las atletas 'top' ganan mucho dinero.

En contraste con esto, 52 jugadores de la NBA ganan más dinero al año que todas los jugadoras de la WNBA. Tal vez moleste a alguien que las mujeres ganen tanto como los hombres: pero, después de décadas de jugar en corsés, a lo mejor las mujeres simplemente se merecen romper las ataduras de una vez y recibir la remuneración que por derecho les corresponde.

Sigue al autor en Twitter: @MrDavidWhelan